Algo inesperado.

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– Oh –dijo ella –. Esa película era la favorita de Will. 

Me mordí el labio para no soltar esa especie de gruñido que salía de mi cada vez que me enojaba ante la mera mención de ese nombre. Realmente no entendía porque lo seguía mencionado; se supone que ya no debería ni siquiera pensar en él, ya debería de haberlo superado. Pero no; Lucy seguía y seguía hablando de su ex: William Solace. Llevábamos un tiempo juntos, y desde el primer momento odié con toda mi alma que lo mencionara. Que a Will le gustaba esto, que Will amaba tal película, que Will escuchaba tal música, que Will, Will, Will... ya estaba harto de escucharla parlotear a cada rato sobre él.

Mis amigos tampoco perdían oportunidad para decirme que tal vez debía de hablar con ella sobre el tema, pero no querío. Es decir, yo también creía que ella seguía enamorada de él después de tanto tiempo y todo lo que había pasado, y eso me molestaba. No era como si yo estuviera enamorado de ella, pero sentía como si solo me estuviera usando para llenar el vacío que él dejó... un vacío que sabía que no podía llenar. No me gustaba ni nunca me gustará sentirme la segunda opción de nadie, no me gusta sentirme usado, como si yo fuera algún tipo de objeto que los demás puedan usar para pasar el rato.

Ni siquiera conocía al tipo, pero ya me sentía tan inferior a su lado y, como era de esperarse, ya comenzaba a sentir cierto rencor hacia su persona.

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Tres semanas después.

Ese sábado, Lucy y yo habíamos decidido ir a almorzar juntos. Las cosas entre nosotros estaban más o menos bien, seguía mencionando a su ex, y eso seguía molestándome al mismo tiempo que me incomodaba demasiado. Y toda esa maldita incomodidad y molestia creció horriblemente unas cuadras antes de llegar al pequeño y modesto restaurante que habíamos elegido para pasar el rato, cuando nos encontramos con él. Sabía que era él, ya que Lucy tuvo la amabilidad de mostrarme su Facebook hace unos meses.

– ¡Will! –le gritó eufóricamente ella, logrando que el chico se girara confundido al oír su nombre siendo gritado en mitad de la calle. Pero su confusión pasó a un segundo plano en cuanto sus ojos conectaron con los de Lucy, siendo reemplazados con una enorme y perfecta sonrisa. Digna de una propaganda de pasta dental. Bufé mentalmente y me sentí increíblemente incómodo y fuera de lugar al ver como los dos se reencontraban, abrazándose justo enfrente de mí. Todo era incómodo en cuanto su nombre era mencionado, mucho más cuando él estaba ahí, presente frente a mis ojos. 

– ¿Cómo has estado, Lucy? –le preguntó el amablemente, con su sonrisa aún en su rostro, sus ojos claros brillando de felicidad al encontrarse con ella nuevamente y su cabello rubio parecía resplandecer en un color dorado debajo de la luz del sol –Hace mucho tiempo que no nos vemos.

– He estado muy bien. Es más, quiero presentarte a alguien –hasta que te has acordado de mí. Ella se dio la vuelta, caminando hasta mí y arrastrando al muchacho con ella –Este es Nico Di Angelo, mi novio.

En ese momento, nuestros ojos se encontraron, y el aire decidió atascarse en mi garganta al ver esos preciosos ojos celestes del color del cielo, más claros de lo que imaginaba. Su piel era bronceada, y desde cerca, podía ver los hoyuelos que se formaban en su bronceada piel. Era alto y parecía estar en forma. Nunca me había preocupado por mi aspecto, sabía que era apuesto, con mi piel blanca y pelo negro, no era tan alto y tenía un buen cuerpo, no andaba por ahí presumiendo pero lo sabía, muchas chicas y chicos se me habían insinuado antes; pero hasta entonces, nunca me había sentido tan inferior e intimidado por otra persona, mucho menos otro chico.

Solangelo One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora