Cap.1 Esperando lo inesperado.✔

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Yumi pov.

Me encontraba sola paseando por las calles más transitadas de Tokio siguiendo el mismo trayecto que solía realizar a diario, vistiendo un atuendo de lo más formal para entrar en la oficina a "servir" a uno de los magnates japoneses más importantes del país.

Tenía un trabajo de prácticas, por ello mis acciones ahí podían resumirse en tener que obedecer las órdenes de un presuntuoso y malhumorado ricachón, sumado a los mandatos de la prepotente directora general, con la que no acaba de encajar del todo.

La empresa era enorme teniéndonos a todos concentrados en una gran sala con mesas individuales de tamaño minúsculo y con teléfonos con el que poder apilar toda la basura de la empresa. Los grandes despachos ocupaban las plantas de más arriba.

Cada mesa tenía el nombre de cada persona asignada, por suerte o por desgracia la mía se hallaba en la esquina, teniendo tan solo a una persona a mi lado. Un chico japonés era quien ocupaba aquel asiento. Aquel compañero, fue la persona a la que le debo parte de mi pertenencia en esta empresa.

Siendo sincera él fue mi salvador en el tema empresarial, me enseño como le gusta el trabajo hecho a cada jefe, donde apilar y ordenar los papeles, donde está la mesa de café, ...

Era una persona agradable y simpática, que alegraba un poco mi monótona y sencilla vida. Su nombre era Makoto, siendo originario de Tokio, tenía la misma edad de veinticinco años que yo, esa era otra de las razones por las que me entendía con él.

Los dos trabajábamos en el rango más bajo de la empresa, igual que unas hormigas obreras. Trae café, ordena estos informes, clasifica por orden alfabético estas fichas... Éramos los mandados de la empresa entera. Pero por ahora era algo y eso era mejor que nada, aunque ello fuera agotar casi todo el tiempo de mis días aquí dentro.

Aun así, tenía que vivir en la punta más barata de Tokio, donde tenía un pequeño pero acogedor apartamento. Las escaleras eran estrechar, pero aun lo era más el ascensor, de esos tan antiguos que tienes que cerrar la puerta manualmente para que se ponga en funcionamiento. Me recordaba a un viejo ascensor al que en otros tiempos estaba acostumbrada a él... Lo mejor del apartamento era que mantenía el encanto típico de Japón.

El suelo estaba cubierto de un tatami no muy bonito pero cálido, las puertas correderas, la cocina pequeña, un baño amplio con la tina original y mi cama se trasformaba aquí, en un futón al típico estilo japonés, siendo toda la suma de mi hogar.

Cierto era, que desde que decidí volver a Japón, había adquirido rápidamente las costumbres que tan patentes han estado en mi familia, olvidándome un poco de lo occidental, sin siquiera saber absolutamente nada de lo que ocurría en la otra parte del mundo, como por ejemplo en Francia.

Mis antiguos amigos solo se habían quedado en antiguos, nadie opto por mantener contacto y yo por tonta y estúpida que hubiera sido tampoco...no podía permitirme ese riesgo, yendo así cada uno por su lado.

Al salir del trabajo Makoto y yo decidimos ir a un restaurante a cenar Sushi, ya que era nuestro plato favorito y más de ese restaurante, unos gustos que curiosamente ambos compartíamos añadiéndolo a nuestras aficiones. Nos sentamos uno frente al otro y empezamos a comer como locos, ¡menudo hambre nos daba el trabajo! Cada uno comió hasta tener el estómago saciado, mientras la comida estaba siendo ingerida con la ayuda del shake...

Cuando la fantástica cena concluyo, se ofreció para acompañarme hasta mi apartamento, al principio llegue a dudar, pero finalmente acepte, no es que estaría en muy buenas condiciones como para poder darme el gusto de pasear sola por las calles, además la velada que pase con él, me había hecho olvidarme de todo y tan solo disfrutar de su compañía.

Un reencuentro inesperado. Code lyoko.(EDITANDO) Where stories live. Discover now