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La pierna izquierda de Dipper se mueve una y otra vez, de arriba a abajo, con un rapidez increíble, mandando una rara sensación de calma a todo su cuerpo. Colocaba el bolígrafo entre sus dientes mientras pensaba en las operaciones que la profesora les había colocado en el pizarron ese día.

Se distraía con todo y no podía resolver nada. Los niños jugando en el patio, el canto de los pájaros, las insistentes hojas de los arboles tocar la ventana a su lado, el leve bullicio de su clase que probablemente resolvía los problemas que él no ha escrito en el cuaderno, sólo hizo unos cuantos garabatos para luego cambiar de hoja para ésta vez sí escribir los problemas.

Su hombro derecho fue tocado por el compañero tras él, insistiendo en llamar su atención.

Dipper levantó una ceja a modo de pregunta contra su odioso compañero.

— ¿Qué quieres, Robbie? — preguntó, sin ganas de tolerar alguna burla del mayor.

El pelinegro levantó ambas manos de manera pacífica, suspirando, elevando un poco su flequillo que siempre tapaba su ojo, mostrándole su cuaderno al castaño.

— Podrías...¿ayudarme? — Dipper se extrañó, fue tan amable la manera en la que dijo aquello que por un momento creyó que ese oscuro chico había cambiado, pero sabe que sólo lo hace por la ayuda.

Aceptó, tomando el cuaderno y observando lo avanzado que está el pelinegro.

Vaya, después de repetir dos veces, Robbie ya aprendió a hacer una ecuación. Ríe para sus adentros, colocando algunos números hasta que sintió como vibraba su bolsillo.

Los nervios lo atacaron por lo que dejó de escribir para empezar a debatir consigo mismo sí debía ver de qué se trataba.

Llevaba casi una semana sin noticias de quien ahora era su "Daddy", aquella persona que disfrutó sexualmente de su compañía, aquella que le pagó tanto dinero que para mentirle a su mamá de su trabajo sólo se va a el cine a disfrutar de unas películas.

Inmediatamente pensó que no podía ser Bill, podía ser su madre o su hermana pidiéndole ayuda con la tarea ya que se encontraban a metros de distancia y la profesora no dejaba levantar a nadie.

— Todo está bien, Rob, vas genial. — lo alentó regresándole el cuaderno para luego mirar el suyo en blanco.

Suspiro, sintiendo de nuevo la vibración. Se decidió por sacar el teléfono y esconderlo entre el cuaderno para que nadie le viese, colocándose espalda a la pared para que no hubiese nadie tras suyo.

Bill:

Oye pequeño, necesito de tu compañía hoy a las 4, no creas que me he olvidado de lo bien que gritas mi nombre cuando te follo. Te espero aquí →***** *****.

Un cosquilleo incesante acompañado de unas leves nauseas lo atacaron, sintiendo un revoltijo en su estómago y la pequeña falta de aire en sus pulmones.

Hoy sería su segundo día de trabajo.

[...]

Había llegado a casa aproximadamente hace unas horas, siendo ahora las 3 de la tarde.

Se estaba preparando, observando su closet buscando qué ropa podría usar para su segundo día de trabajo. Sólo veía pantalones ajustados y camisas varias de colores desgastados.

Sonrió para sus adentros, buscando en el closet una bolsa que contenía una ropa nueva que hace días había comprado. Decidió que con tanto dinero debía disimular un poco sus gastos para no hacerle creer a su hermana y madre que estaba metido en algo feo.

Sacó unos pantalones ajustados color negro con un leve rasgado en la rodilla, un suéter de lana azul rey con el borde de las mangas negras con rayas blancas, simulando algo deportivo. Sumó al look unas botas negras que jamás en su vida pensó que podía comprarse, prácticamente ya había gastado mas de la mitad de su paga en toda esa semana.

Suspiro agobiado. Estaba pensando seriamente en retirarse y suplicarle a Bill que lo dejara tranquilo, pero, tan sólo ver lo que había comprado y el hecho de ir a la nevera y tener comida gracias a ese dinero le hacía negar su retiro. No quería ser follado cada fin de semana como una prostituta, no quería trabajar como tal, pero quería vivir bien y que su familia viviese igual. Era todo o nada.

Prefería dar todo.

Se vistió con tales ropas y luego agarró un bolso bandolero con parecido a un maletín que compró recientemente, metiendo ahí algunas cosas que obtuvo en la sex shop, esas cosas que no quiso comprar pero su asesor Will Clave le insistió en que debía gastar en ello.

Subió al taxi, dando la dirección para luego perder la vista en el camino.

¿Así será todo desde ahora?

[...]

Estaba ahí, parado, observando lo alto que era el edificio que tenía en frente.

Cypher's Corporation.

Había oído de tal empresa, pero nunca pensó en llegar hasta entrar en una ni siquiera para una entrevista de trabajo.

Sacudió su suéter y sostuvo su pequeño maletín cruzado. Caminando despacio hacia la puerta que se abrió sola por el sensor.

Se dirigió a recepción donde había bullicio de personas hablando por teléfonos. Vio a una chica de tes oscura desocupada, observando su teléfono mientras mascaba un chicle, rizando en su dedo el único mechón rozado de todo su oscuro cabello. Se acercó a ella.

— Hola...em...busco a Bill...— dijo nervioso, tanteando la mesa incómodo por la mirada de la chica.

Ella bufo molesta, acomodándose en su asiento para luego teclear en su computadora.

— Nombre. — pidió sin desviar la vista del objeto que iluminaba todo su rostro.

— Di-Dipper Pines. — tartamudeó, incómodo.

La chica asintió y le tendió una tarjeta que ahora decía su nombre.

— Tu permiso para pasearte por aquí o lo que sea que vas a hacer. — aclaró con desánimo, mordiendo su chicle y volviendo la vista a su teléfono. — Ascensor, piso 60, oficina 5. Toca la puerta y has lo que quieras.

Dipper asintió asqueado. ¿Así trabaja la chica todos los días?. Él preferiría trabajar de recepcionista y obligarse a sonreír que trabajar de prostituto y obligarse abrirse de piernas. Rodó los ojos y fue directo hacia el ascensor siguiendo todos los pasos que la odiosa chica le dio.

Relajó sus músculos y se vio en el espejo de las paredes del ascensor. No podía creer que ese chico que veía ahí era el mismo que estaba a punto de hacer su segundo día de trabajo. O quién sabe, quizás Bill lo llamó para despedirlo porque su culo no es lo suficientemente estrecho para su gran pene.

Ríe ante eso.

Que gran mentira.

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Please, Daddy『BillDip』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora