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Caminaba algo cansado por los pasillos de la escuela. Llevaba días sin dormir, sin sentirse bien. Bill le había pagado ese mes libre y uno anterior, había recibido tanto dinero que se había puesto a llorar y no hizo nada más que regalarle cosas a Mabel y a su madre.

Se sentía culpable, quería ir al segundo piso de aquel instituto y matarse. No sentía que merecía vivir. Ya han invadido su cuerpo y su mente no está estable.

Caminó un poco más y se escondió bajo las escaleras. No quería que Mabel le encontrara en aquellas condiciones. Había tomado unas pastillas que en pocas palabras eran droga para dormir, que en vez de hacer lo prometido le hacía sentirse algo bobo y perdido.

Siempre a su mente le llegaba la imagen de el señor Gideon tocando su cuerpo, apagando sus estúpidos cigarrillos y lamiendo su extremidades hasta sentirse completamente impuro.

Por eso no había hablado con Bill. No lo ha hecho durante días. Llegó a un punto en el que lo odiaba, pero más que eso, no se sentía acto para estar con él. No lo sentía. Bill ya había regalado su cuerpo y temía que lo hiciera de nuevo. Temía a ser sólo un objeto de intercambio y no alguien importante.

Y llegó a un punto en que controlar sus lágrimas no era algo importante. Se había vuelo inmune a todo. Temía de cualquiera que se le acercase, hasta sus compañeros de clases lo habían notado un poco más cerrado.

— ¿Bill? — no se dio cuenta cuándo pero el rubio estaba al teléfono. Lo había llamado en un momento de desesperación, se sentía mal. Ya no le importaba cuanto odiara al rubio, este, fuera de sus cosas sexuales, le había dado algo de protección.

— ¿Dipper?. ¿Cómo estás? — se le notó feliz y algo apurado, eran las horas de trabajo y ya que siempre estaba estresado, la llamada le atrasaba un poco pero no le impedía contestarla.

— ¿Vendrías a la escuela lo mí?. — sus mejillas se habían cubierto de lágrimas haciendo que su maquillaje se corriese, había optado por usarlo ya que habían marcas que no podía ocultar con simples prendas.

Yo...claro. Estoy trabajando pero en una hora esto-...

— No. — sollozó. — Ven ahora...no me siento bien y te extraño...no sabes cuanto te odio pero no extrañarte es difícil...

Bill sintió su corazón apretujado, dejó todo lo que estaba haciendo para tomar sus llaves y correr fuera del edificio.

Voy saliendo. Llego en...diez minutos. — quiso seguir escuchando la voz de su pequeño lloroso pero este colgó.

No le había oído desde aquel día, y en esos momentos se sentía muy feliz. Dipper había confiado de nuevo en él como para llamarlo, o al menos eso le hacía pensar. Debía arreglar sus problemas con Dipper, debía hacerle ver que...no todo era trabajo, que había una delgada línea entre lo profesional y lo personal, aquella línea que rompieron hace tanto.

[...]

Le pagó suficiente en efectivo al guardia de la escuela como para que le dejara de hacer pregunta y le dejara pasar a buscar al castaño. Estaba nervioso, sabía que no debía pero esa era su oportunidad para estar con Dipper y arreglar las cosas. No debería aprovecharse de su debilidad pero no sabía qué hacer, y ese momento era perfecto para hablar y quizás, reconciliarse.

Era Bill Cipher. Qué se esperaba de un hombre cómo él, que antes de conocer a Dipper no era más que un... rufián, para no decir un monstruo asesino.

Siguió las órdenes que Dipper le había dado y lo consiguió debajo de la escaleras y, definitivamente, no era el mismo.

No era el mismo Pino. No era su mismo chico el que en esos momentos parecía estar en un estado traumático. Su ojos sólo miraban al frente y sus mejillas estaban rojas, le dolía tanto verle así, con las piernas recogidas a su pecho.

Tenía una ojeras bien marcadas y su pelo desordenado y oscuro, sin una capa de vida. Su piel era tan pálida que contrataba perfectamente con la ropa oscura que traía.

Rápidamente corrió hacia él y se paró cerca, no se acercó más por el miedo que hibanaba.

— Dipper...estoy aquí.

— Llévame a casa.

Bill asintió e intento sostenerlo pero el castaño se alejó.

— Si no me dejas ayudarte...no podré llevarte a casa.

Dipper le miró y asintió. No se sentía del todo bien así que dejó que Bill le cargará, y en cuando lo hizo, sintió una ola de calor directo a su alma. La relajación en ese momento fue tanta que se dedicó a oler el aroma del cuello del rubio, relajando todo su ser.

En ese momento se sentía tan bien que no dejó de abrazarlo hasta que llegaron al auto y le tocó ir en la parte trasera. Observó el camino y detuvo rápidamente a Bill haciendo que casi chocarán.

— ¡¿Qué pasa bebé?! — se alarmó de inmediato y se volteó para verle.

Dipper parpadeó y miró su alrededor, empezó a temblar y por sus mejillas corrían lágrimas.

— Quiero ir a casa...

— Estamos yendo a casa-

Dipper le cortó y le sostuvo de la mano.

— A tu casa. Nuestra casa...

Bill sintió enrojecerse y escondió su felicidad con un leve asentimiento, dio vuelta en U y se alejó lo más que pudo de la ciudad y se dirigió a Gravity Falls.

Dipper sonrió y se recostó con cuidado para dormir una siesta. Desde el incidente con Gideon esa era la primera siesta que podía tomar en paz. El odio hacia Bill no le había dejado dormir y ya que se sentía "aliviado" su mente se relajó.

No se sentía del todo bien. Mentalmente se sentía invadido con el recuerdo de el albino tocando su cuerpo y quemándolo o hasta rasguñándolo. Se sentía invadido pero Bill era una invasión diferente. Era esa invasión que sentía en su corazón, esa que provocaba hormigueos en su estómago y que tanto quiere rechazar.

No es sano. No se lo permitirá. Nunca.

Pero, debía admitir que en esos momentos, su lugar seguro era con Bill.

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Hola chicos <3 bloqueo de manos es mi excusa.

Sí, tengo ideas para escribir pero me da flojera. Me distraigo mucho.

Pero gracias por acompañarme, tengan paciencia conmigo. Mi mente es una bola de kk.

Please, Daddy『BillDip』Where stories live. Discover now