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Estaba ido de la vida, había bebido unas cuantas copas de vodka mientras pensaba en el pequeño cuerpo del castaño bajo suyo, sollozando, gimiendo. Vaya que ya estaba más que excitado.

Desde que lo vio entrar una corriente eléctrica corrió por su cuerpo para aterrizar en la zona de su pelvis, encendiendo la neurona de la lujuria y pasión en su mente, del descontrol y desesperación sexual.

Llevaba esperando minutos fuera de la habitación dónde haría suyo al pequeño, imaginándose sus tristes ojos opacos creando un poco de lastima en su corazón, pero no la suficiente para retractar todo.

Estaba desesperado, el trabajo siempre le dejaba una carga encima que él siempre se libraba en un dulce y doloroso orgasmo. Y hoy fue un día muy pesado en el trabajo, por lo que hoy será un orgasmo muy bien trabajado en la cama. Ríe ante sus pensamiento, tocando levemente la puerta con los nudillos de su mamo, aquella que en un dedo se hallaba un anillo brillante de oro, de manera sutil pero presumiendo en serio que tiene mucho dinero.

Había esperado mucho. Y aún sin la orden del castaño que podría entrar, entró.

Al abrirla se encontró con la luz brillante de la habitación iluminando bajo su poder al castaño, logrando resaltar en sus dulces ojos unas escurridizas lágrimas de dolor. Pero no le importaba eso, sólo quería que su erección punzante fuera atendida lo antes posible, y al ver al chico frente a él juraría que ya se había corrido, pero no, no es tan fácil.

El chico conocido cómo PineTree tenía sus mejillas rojas y manos detrás, haciéndolo ver inocente bajo toda esa ropa que se cargaba; ver su pecho descubierto fue algo fugaz para luego dirigir su vista a la parte baja del chico, observando una braga blanca con detalles rosas, atranpando su miembro levemente ante la tela un poco transparente. Sus piernas llamaron la atención de Bill, observando las delicadas medias hasta las rodillas que las adornaban, blancas y con encajes rosas. Su cabello castaño adornado con una diadema con dos orejas de conejo.

— Simplemente esplendido. — mencionó mientras se saboreaba los labios ante tanta belleza y sensualidad, tanto erotismo e inocencia en una sola cosa, en una sola persona.

Rápidamente entró a la habitación, colocándole seguro con la llave que le dio su sirvienta de confianza, guardándola en un bolsillo de su pantalón azul marino que traía desde que llegó del trabajo. Se acercó lentamente al contrario con esa sonrisa lasciva que siempre asustaba o excitaba a sus putas, por decirlo de una manera.

Dipper había visto antes a su comprador con la poca luz de la habitación que se encontraba abajo, pero ahora, justo en ese momento todo se había ido por la borda, la luz de la habitación le mostraba con claridad toda la anatomía del rubio que antes no pudo haber visto. Alto, fornido, delgado pero con buenos músculo, y esa sonrisa, esa única y especial sonrisa que con tan sólo verla y descubrirla ese día, juraría que el resto de su vida tendrá pesadillas con ella. Y sino con lo que va a pasar a continuación.

El rubio ajustó la luz de la habitación para que sea tenue con el ambiente, caminando directo hacia la cama y sentarse a orillas de esta. Visualizando al castaño que se mantenía parado en medio de la habitación observando la puerta como sí quisiera derretirla y correr por ahí. Ríe ante eso, se veía tan lindo, era como un conejo asustado. Bajó su vista al trasero del pequeño, y vaya, las bragas atrás tenían una esponjosa y blanca cola de conejo. Sí que hoy se divertirá mucho jugando al lobo cazador.

— Ven PineTree. — le llamó, palmeando a un lado de él en la cama.

— D-dime Dipper — le corrigió. Ya empezaba a odiar ese nombre artístico, le recordaba más en lo que se había metido.

Please, Daddy『BillDip』Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin