XII

1.2K 114 22
                                    

Normani y Ally se turnaban para cuidar a la polinesia mientras ésta aún seguía en el hospital.

La pequeña rubia trabajaba, debido a eso no podía estar todo el tiempo a lado de su amiga como ella deseaba.

La morena, por el contrario, se pasaba la mayor parte del día haciéndole compañía a la rubia en el hospital.

No hablaban mucho entre ellas, pero al menos su trato era cordial.

Dinah no presentaba su innata arrogancia o su característica hostilidad, dichas actitudes las abandonó desde que tuvo el accidente.

-Toma.- Extendió su mano hacia ella la cual sostenía una rosa. -La corte del jardín.- Dijo mirando al suelo y con sus mejillas un poco sonrojadas.

Normani sonrió inconscientemente.

-Gracias.- Susurró mientras acercaba la rosa a su rostro e inhalaba su dulce aroma.

Ambas se miraron por algunos segundos y luego volvieron a lo que hacían con anterioridad: la morena arrullaba a su bebé y la rubia terminaba su almuerzo.

Gestos como ese comenzaban a repetirse con más frecuencia.

La polinesia se comportaba diferente a como lo hacía antes de tener el accidente; la mayoría de sus acciones le parecían tiernas a la morena, incluso la cautivaban, ver apenada a Dinah le enternecía, aunque no lo admitiera en voz alta.

Sin proponérselo, Dinah la estaba conquistando poco a poco con la ternura que presentaba al esforzarse por recordar, la inocencia tras sus palabras halagadoras, la vergüenza que mostraba cuando Normani la atrapaba mirándola y la pureza que su corazón guardaba.

[…]

Un par de semanas después se encontraba de vuelta en su casa tras pasar varios días hospitalizada.

Las vendas en su cabeza habían desaparecido.

Aunque en su rostro todavía prevalecían pequeñas marcas de rasguños.

-¿Quieres recostarte para descansar?- Ofreció Ally.

-No, estoy bien así, gracias, pero me gustaría recorrer la casa, es enorme, creo que podría perderme.- Sonrió apenada.

Las otras dos asintieron con una sonrisa y comenzaron a mostrarle cada rincón de la casa.

Cuando estaban por finalizar el improvisado recorrido, una puerta completamente negra que desencajaba con la pintura blanca de todo el lugar llamó la atención de la alta.

-¿Qué hay ahí?- Preguntó.

La rubia menor observó lo que su amiga señalaba.

-No lo sé... nunca he entrado ahí.- Respondió.

Se miraron entre ellas y al final Dinah se decidió a girar la perilla.

-Está cerrada con llave.- Musitó desilusionada, ella tenía curiosidad por saber qué había del otro lado.

-Si existe una llave que pueda abrirla eres tú quien debería tenerla.- Dedujo la morena.

-¿Por qué negra y bajo llave?- Miró de forma sospechosa a su amiga. -¿Acaso escondes un cuarto de tortura clandestino?- Bromeó.

Ambas rubias rieron mientras Normani permanecía callada, la morena recordó la película que estaba viendo Dinah con su bebé el primer día que llegaron ahí.

Podía ser que...

Sacudió su cabeza desechando aquella tonta idea.

La polinesia no escondía un cuarto sadomasoquista tras esa puerta negra... ¿o si?

Un escalofrío recorrió su espina dorsal.

Necesitaba averiguar lo que la rubia ocultaba ahí.

Coming back to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora