XXII

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Entró con paso seguro y sin tocar, todas las miradas se dirigieron a ella.

En el silencio del salón sólo se escuchaban los pasos que daba al acercarse, llevaba tacones e iba vestida como toda una diva.

-¿Dinah? ¿Qué haces aquí?- Preguntó entre sorprendida y contenta; no esperaba su visita tan repentina, aunque le alegraba el hecho de tener su presencia ahí nuevamente.

Tal vez las flores habían cumplido su propósito.

-Sólo pasaba por aquí y decidí comprobar que tan bien va el negocio, no puedo descuidarlo o perdería mi inversión y no estoy dispuesta a ello.- Explicó fingiendo y engañándose a ella misma que esa era la verdadera razón por la cual estaba ahí.

Normani entrecerró sus ojos y la observó durante algunos segundos, Dinah seguía estando igual de hermosa, no, lo era aún más.

Los días transcurridos simulaban una lenta agonía para la morena, pues no había tenido noticias de la polinesia y eso la tenía preocupada.

Pensó que tal vez le había causado un daño mayor a la rubia, aunque agradecía el hecho de que Dinah parecía estar bien, ella lucía idéntica a la persona que era antes del accidente; la misma arrogante, soberbia y grosera rubia a la cual nada lograba afectarle.

A pesar de que esas desagradables actitudes volvieron en la polinesia, Normani estaba dispuesta a recuperar a su rubia, no la dejaría ir, jamás; no cometería ese terrible error dos veces.

Descubrió que ella era una pieza importante en su vida para que fuera completamente feliz.

La quería a su lado para el resto de sus días.

Deseaba compartir cada momento, por mínimo que fuera, con ella, la persona de la cual se encontraba enamorada y quien consideraba el amor de su vida.

-Los vestidores están en la planta baja.- Le recordó, pues la más alta comenzó a cambiarse ahí mismo.

No le molestó el hecho en sí, lo que provocaba su creciente enojo se debía a que todos los presentes se habían quedado embobados en su figura.

Nadie tenía el derecho de verla así, sólo ella.

-Ya lo sé.- Respondió con descaro mientras deslizaba su pantalón hacia abajo quedando en un diminuto short.

-Todos están mirando.- Apretó los dientes, se estaba conteniendo todo lo que podía, pero no sería capaz de seguirlo haciendo si las personas no dejaban de observar a su polinesia.

-Pues entonces que miren.- Soltó desinteresada.

Se dio la vuelta y encaró a la morena.

Detalló su rostro percibiendo el coraje en la otra, sonrió.

Era evidente que la texana estaba celosa, demasiado.

Parecía que por cada uno de sus poros exhalaba un aire posesivo.

-¿No deberías estar dirigiendo la clase en vez de apreciar mi belleza?- Cuestionó sonriendo arrogante.

Normani apretó sus puños y bufó por lo bajo.

No le gustaba que la rubia leyera sus emociones y se aprovechara de ellas.

Dinah sabía perfectamente que ella estaba furiosa y más la picaba.

Tomó una profunda respiración para calmarse un poco y continuó con la clase, tratando de ignorar el hecho de que la rubia se encontraba ahí, observándola fijamente y siguiendo sus instrucciones como una estudiante más.

[...]

-¿Puedo hablar un momento contigo?

-Lo lamento, tengo asuntos que atender.- Se disculpó con cinismo.

-Dinah...- Agarró su antebrazo para retenerla, pero la otra se soltó al instante.

-No te atrevas a tocarme.- Pronunció entre dientes.

-Por favor Dinah, seré breve.

-Date prisa.- Indicó sin mirarla.

-Quiero que me digas cómo puedo conseguir tu perdón, sé que te lastimé en el pasado y quisiera remediarlo; realmente no te quiero perder, eres muy importante para mí. No sabes la falta que me haces, te necesito, de verdad. Deseo conquistarte, que te enamores de mí como yo lo estoy de ti y si no lo consigo al menos quisiera tu amistad; quiero tenerte cerca, no importando si sea como pareja o simplemente como una amiga más para ti.- Pidió en un tono suave.

Estaba abriendo su corazón como muy pocas veces lo hacía.

Dinah mantuvo su expresión neutral aunque por dentro estaba hecha una maraña de emociones, era inevitable para ella no sentir nada ante aquellas hermosas palabras provenientes de la morena.

-Lo pensaré.- Soltó fingiendo indiferencia.

-Por favor no me apartes de tu lado, sólo eso te pido. No creo que pueda seguir soportando estar lejos de ti.- Confesó mirando al suelo, le costaba bastante trabajo contener las traviesas lágrimas que tenían la intención de escapar de sus ojos.

Escuchó la puerta cerrarse.

La polinesia se había ido sin darle una respuesta.

-Te amo Dinah, realmente lo hago.- Murmuró en medio de un sollozo.

La rubia se encontraba recargada en la puerta y logró escuchar las últimas palabras pronunciadas por la morena antes de marcharse.

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