Capítulo 19: Not A Banshee Thing. Parte II

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| Jelous Much?

Enfundada en las diminutas y reveladoras prendas, Mer se contonea por los pasillos de la preparatoria, causando revuelo entre cada uno de los hormonales y desagradables adolescentes varones mientras que en las chicas provoca envidia y unas profundas, por fortuna no letales, miradas asesinas.

Yo la persigo con dificultad, pues abrirme paso entre su grupito de pervertidos seguidores no resulta tan rápido si a éste se le unen tres idiotas cada diez segundos. Y mis puños no parecen asustarlos de la misma forma que a Greenberg, lo cual solo me enfurece más.

Para mi gran suerte, la cual no suele ser muy abundante, en algún momento y medio de todo el alboroto oigo el escandaloso silbato del entrenador, el cual pronto consigue acallar y detener a todo el mundo, facilitándome la tarea de empujar al montón de idiotas que van detrás de mi todavía novia.

—¡¿Qué demonios es esto?! —exclama el entrenador al tiempo que llego al final del grupo de hormonales adolescentes—. ¿Es que acaso la escuela se ha convertido en un zoológico lleno de animales salvajes? Oh, esperen. ¡Este lugar siempre ha sido un zoológico! —vocifera molesto y luego vuelve a hacer sonar su silbato—. ¡Vayan todos a sus salones! ¡Ahora o estarán castigados todo un mes! —Al instante el pasillo comenzó a vaciarse—. ¡Tú no te muevas de donde estás, McCall! —añadió el entrenador, señalando con su dedo índice a Meredith—. Tú vas conmigo a la oficina del director.

—¿Qué? ¿Por qué? —Mer le cuestiona, completamente anonadada.

De inmediato me apresuro hacía él.

—Entrenador...

—¡Vete a tu salón, Stilinski!

—Pero...

—¡A tu salón! —repite sin darme oportunidad de formar siquiera una sola oración.

—Es que yo... —Hace sonar su silbato en mi cara—. Entrenador...—Lo hace una vez más—. Ella no... —Y de nuevo—. ¡Permítame hablar! —grito, mi voz apenas audible por encima del sonido que hace su silbato.

—¿Qué es lo que quieres y por qué nunca haces caso a lo que te ordeno? —me cuestiona con obvia molestia e irritación.

—¿Por qué siempre tiene que sonar esa cosa justo en mi cara? —inquiero en el mismo tono antes de suspirar para deshacerme de una pizca de mi frustración.

—El silbato me convierte en tu dios, Stilinski, en el dios de todos ustedes —responde serio—. Y si no te vas ahora mismo a tu salón voy a llevar a la oficina del director a tu novia infractora de todo el código de vestimenta de la escuela para que la suspendan todo un mes, ¿entendido?

—Suena a una gran amenaza, entrenador, pero si la suspende quedará en su record académico y además no la dejaran hacer los PSATs.

—Eso debió pensarlo antes de vestirse... Cielos, no puedo decir esa palabra en la escuela ni mucho menos usarla para describir a una estudiante —masculló para sí mismo y luego de un breve silencio continuó—. Eso debió pensarlo antes de vestirse como una chica de la calle.

Volteó a ver a Mer, recorriéndola con mis ojos de pies a cabeza.

—Y yo estoy de acuerdo con usted.

—¡Stiles! —ella exclama-susurra.

—Pero, ¿no cree que una suspensión es demasiado? Quiero decir, la mitad de las chicas rompen a diario el código de vestimenta.

El entrenador hace una mueca en comprensión y asiente un poco. Yo sonrío victorioso.

—De acuerdo, también haré que te suspendan a ti.

About Witches & Covens | AW&W: 3 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora