Capítulo 23: The Big Escape. Parte I

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—¿Te he dicho ya lo guapo que te ves en tu uniforme de lacrosse? —inquiero hacia mi novio a la par que caminamos entre el montón de adolescentes alcoholizados.

Debo alzar la voz para que logre escucharme debido a lo fuerte que suena la música electrónica ambientando la fogata del inicio de la temporada de lacrosse.

Stiles sonríe coqueto, seguro que su ego está elevándose hasta las nubes.

—No, pero no estaría mal que me lo repitieras otras mil veces más —me dice, inclinándose un poco hacia mí y guiñándome un ojo.

—¿Solo mil veces más? —Arqueo una ceja, divertida.

—Como mínimo, sí —responde, yo me río un poco—. ¿Quieres algo de tomar?

—Creí que no íbamos a beber alcohol —enuncio, arrugando el entrecejo. "No alcohol" fue su condición de último momento para venir a la fogata.

—Me refería a si quieres una botella de agua —aclara en tono divertido.

—Oh. Sí. Agua está bien —balbuceo y entonces le sigo hacia el área donde han instalado al menos una docena de hieleras, más de la mitad de ellas atiborradas con latas de cerveza—. ¿No se supone que deberían ser más discretos sobre el consumo de las bebidas alcohólicas? Más de la mitad de los presentes son menores de edad.

—Supongo que ya están tan ebrios que ya no les importa la discreción —opina, soltando mi mano apenas unos segundos para tomar una de las pocas botellas de agua, quitarle los pedacitos de hielo derretido que se le han pegado y abrirla para mí—. Además, no es un secreto para nadie que esta fogata es un gran pretexto para beber hasta desmayarse.

—Sí, creo que tienes razón —mascullo, tomando la botella de sus manos para darle un sorbo—. Entonces, ¿qué hacemos ahora?

—¿Quieres bailar?

—¿Bailar o saltar? —cuestiono, mirando a mi alrededor. Sacudo la cabeza y cierro mi botella de agua—. Mejor busquemos un lugar para sentarnos. Me duelen los pies.

—De acuerdo.

Stiles entrelaza su mano a la mía y comenzamos a caminar en dirección a la fogata.

La música me retumba en los oídos y en las sienes de lo alto que suena por los gigantescos altavoces del DJ, mas eso no me molesta tanto como la mala decisión que tomé al ponerme los botines que Stiles me regaló por navidad. Son rojos, de gamuza, tienen un lindo moñito a los costados de los tobillos, hacen que mis piernas se vean más largas y los amo, pero no estoy acostumbrada a usar tacones, mucho menos a bailar con ellos o caminar durante horas. Y Stiles y yo llevamos más de tres horas caminando por los alrededores.

También bailamos un largo rato, o al menos él lo hizo. Yo solo me reía de sus extravagantes, exagerados y adorables pasos de baile.

Al cabo de un rato Stiles y yo terminamos sentados debajo de un frondoso árbol, él con la espalda apoyada contra el tronco y yo en medio de sus piernas, recargada sobre su pecho.

—¿Sabes? Lydia va a estar muy orgullosa de mí cuando le cuente todo lo que aguanté con los tacones —comento luego de darle otro sorbo a mi agua embotellada, moviendo los dedos de mis pies bajo mis calcetines de dálmatas.

En cuanto nos sentamos me quité los botines. Más que nada para no ensuciarlos al dejar caer mis tobillos sobre la tierra.

—¿Todo lo que aguantaste hasta que me pediste que te cargara o hasta que te los quitaste? —me pregunta en medio de una risita, ciñendo sus brazos alrededor de mi cintura.

—Solo me cargaste los últimos tres metros para llegar aquí —replico, dejando caer mi cabeza sobre su hombro derecho para poder mirarlo ceñuda.

—Pero te cargué, ¿no? —me dice antes de plantar un sonoro beso sobre mis labios.

About Witches & Covens | AW&W: 3 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora