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Tonight?/¿Esta noche?

NARRA THERESA

—Aún no me cabe en la cabeza lo irresponsable que fuiste en esa fiesta, Theresa—me regañó mamá conduciendo a casa.

Era lunes y ya me habían dado de alta, y como era de esperarse mi madre estaba enojada porque estaba perdiendo su precioso tiempo en llevarme del hospital a la casa.

—Lo siento, mamá—murmuré mirando el yeso en mi pierna firmado por todos los chicos y mis amigas.

—No me digas que lo sientes, estás castigada. No volverás a ir a ninguna fiesta hasta que aprendas a cuidarte por ti misma—dijo entrando a nuestro conjunto residencial.

—Está bien—susurré mirando nuestra casa por la ventana.

—Y tampoco volverás a ver a ese chico Zach—dijo y quedé en shock.

—¿Qué? No puedes hacerme eso, mamá. Limpiaré la casa, limpiaré la caja de arena del gato, haré lo que quieras, yo...—no me dejó seguir.

—Ya hable. Ahora bájate del auto, tengo que ir a trabajar—habló sería sin mirarme.

Estaba tan enojada con ella, abrí la puerta del auto y con las muletas me bajé. Mi madre cerró la puerta por mí y se fue en un parpadeo. Odiaba que descargará todo su enojo conmigo, era injusto lo que me estaba haciendo. No iba a dejar de ver a Zach, no iba a hacerle caso. Estaba loca.

Caminé cojeando con las muletas hasta la puerta principal de mi casa, fue entonces que recordé que no traía llaves. Maldita sea. ¿Ahora qué haría?

—¿Necesitas que un caballero te abra la puerta?—preguntó la voz de Zach a mis espaldas.

Me giré y mi estómago se sintió lleno de mariposas. Zach le pago al taxista y corrió a abrazarme.

—¿Qué haces aquí?—le pregunté viendo sus ojos mieles más dulces que nunca. Sólo con verlo el enojo se iba.

—Sabía que hoy te darían de alta, así que decidí no ir a clases y fui al hospital. Cuando llegué te vi salir con tu madre y pues, subí a un taxi y le dije que siguiera el auto de tu mamá—contó divertido acariciando mis mejillas.

—Estás loco—murmuré mientras Zach se acercaba a mis labios para besarme.

Me besó tierno unos segundos, se alejó de mis labios sonriendo. ¿Por qué era tan lindo?

—¿Qué tal si me das un recorrido por tu casa?—preguntó tomándome de la cintura.

—No tengo llaves—anuncié haciendo una mueca triste.

—¿En serio? Bueno, podemos entrar por tu ventana—dijo con su cara de niño travieso.

Giré los ojos sonriendo.

—Repito. Estás loco.

NARRA  BETHANY

—¿Dónde demonios están mis llaves?—pregunté entrando a la cocina.

—¿Ya buscaste en tu bolso?—me preguntó mi madrastra dándole el desayuno a mi media hermana, Sandie, de 2 años.

—Sí, ya busqué. No están ¡Dios, ya perdí la primera clase! ¿Mery, tú las tomaste de mis cosas?—le pregunté a mi hermana mayor que estaba comiendo y revisando sus redes sociales. Me ignoró—No me ignores—le jale un mechón de cabello.

—¿¡Qué mierda quieres!?—preguntó poseída por el demonio.

—MIS PUTAS LLAVES—grité golpeando la mesa.

THESE GIRLS / WHY DON'T WEWhere stories live. Discover now