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Adorable/Adorable

NARRA JACK

—¿Llevas mucho tiempo esperándome?—preguntó Bethany subiéndose por las escaleras para llegar a lo alto del tobogán donde yo me encontraba.

Aquí nadie podría molestarnos.

—No mucho, vine con Isla un rato y luego la lleve a casa para cenar y volví aquí—le dije haciendo espacio para que se sentará frente a mí en el descanso.

—Eso suena a que regresaste cerca de las nueve y ya son las once—Beth se sentó frente a mí, el viento hizo que su perfume me cubriera ¡Diablos, olía increíble!—Lo siento, mi abuela quería que viera con ella su telenovela favorita y...—la interrumpí.

—Está bien—tomé sus suaves manos.

—¿Seguro? Me siento mal por haberte hecho esperar—habló agachando la mirada.

—Está bien, por ti esperaría el tiempo que fuera—le dije tomándola del mentón.

Me miro sonriendo sin mostrar los dientes, la noche hacia que se viera tan preciosa. Acaricié su mejilla y me acerqué para besarla. Sus labios me siguieron el ritmo, y sus manos jugaron con el cuello de mi chaqueta de jean.

—Jack—susurró su voz cuando nos alejamos un segundo a respirar.

—¿Sí, Beth?—pregunté abriendo los ojos mientras aún acariciaba sus mejillas.

—¿Me ayudarías a huir de casa?—preguntó seriamente. Sus ojos brillaron con la luz de la luna.

—¿Hablas en serio?—pregunté cómo tonto.

—Nunca había hablando más en serio en mi vida—respondió firme y decidida.

NARRA ZACH

—¡PÁGAME!—gritó Theresa por cuarta vez.

—No pienso hacerlo ¿Qué parte de "no voy hacerlo" no entiendes?—pregunté haciendo con mis billetes un abanico.

—Caíste en mi propiedad, Zach—señaló el tablero de Monopolio—Son las reglas del juego. Yo no las inventé—habló molesta.

—Te ves muy linda enojada—me atreví a decir sabiendo que se iba a molestar aún más.

—¡Agh ya cállate, Herron!—exclamó lanzando sus billetes en medio del tablero—Ya no quiero jugar—dijo cruzándose de brazos como una niña caprichosa.

—Mucho mejor, más dinero para mí—comencé a tomarlo todo—¡Soy millonario!—canté arrojando los billetes al aire.

Theresa de un momento a otro arrojó el tablero fuera de la cama, las casas y cartas volaron. Realmente estaba enojada, y realmente se veía mucho más hermosa. Incluso hacia un gesto sexy con la boca.

—No debiste haber tirado mi imperio—le dije gateando en cama hacia ella.

Vi como su expresión de enojo cambió a sonrojada en un segundo.

—¿Por qué no?—cuestionó mordisqueando la uña de su dedo índice.

—Ahora, tú serás la que tiene que pagar—dije acorralando en la cabecera de su cama, su rostro estaba a centímetros del mío—¡El monstruo de las cosquillas acabará contigo!—exclamé haciéndole cosquillas en el abdomen, las axilas, el cuello.

THESE GIRLS / WHY DON'T WEWhere stories live. Discover now