Capítulo 1.

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Madison.


Qué paz me daba caminar con la música puesta. Me sentía como en mi propio videoclip cutre y mal hecho. Marchaba al ritmo de la música, paso a paso, chasqueando mis dedos con disimulo.

No podía dejar de intentar descifrar qué haríamos con James hoy, porque... ¡adivinen qué día es! ¡Es cinco de julio, nuestro aniversario de siete meses!

Bueno, "aniversario". La propia raíz de la palabra me hace ver que estoy equivocada con llamar a este día "aniversario", pero ¿cómo lo tendría que decirle sino? ¿"Mesiversario"? No, eso no pasaría. Muy cliché.

El caso es que James me comentó que estaríamos solos en su casa: Johanna, su madre, estaba a las afueras del país por una oferta del trabajo de un mes; Jacob, su padre, estaba cumpliendo su última semana antes de las vacaciones; y Nick y Belu habían salido con Alex porque "no lo ven hace mucho" (aunque yo sabía que lo hicieron a propósito).

Me alegraba poder compartir tiempo con mi novio a solas. De vez en cuando era necesario poder abrazarlo sin oír gritos o de ternura o de asco. O miradas celosas. Sí, definitivamente me hacía bien.

Y qué le compré, se preguntarán. Por una vez me esmeré muchísimo pensando en qué podría gustarle, pero siempre llegaba a la misma conclusión: libros. Como le regalo libros cada vez que puedo, no contaba esa opción. Fui a una blog de estos al estilo Tumblr y, después de mucho buscar, encontré el regalo perfecto: frases de libros que me hacían acordar a él. Hice bastantes, decoré un frasco y le compré un perfume para rematar.

James y yo habíamos quedado en no gastar mucho dinero en estos "aniversarios" porque si teníamos que hacer doce nos quedaríamos vacíos de dinero y sin ideas. Acordamos hacer regalos hechos en casa mayoritariamente. Y eso era lo que me gustaba de la relación: la simpleza que teníamos y todo el significado que le poníamos a cada detalle.

Cuando llegué, guardé mis auriculares en el bolso y toqué el timbre. Ahí estaba James, tan guapo como de costumbre, llevando una sonrisa tierna y un poco pervertida.

--Pasa. Afortunadamente estaremos solos --levantó y bajó las cejas en tal modo que me hizo ruborizar hasta los pies.

--Pervertido --murmuré y él se rió de mí. Entré en la casa y él cerró la puerta--. Feliz aniversario que no es realmente un aniversario, sólo siete meses.

--Feliz... lo mismo que dijiste tú --dijo y yo el planté un beso en sus carnosos y adictivos labios--. Espérame, pequeña, que busque tu regalo.

Él corrió escaleras arriba y yo suspiré de la alegría. De vez en cuando solía pensar en lo extraña que era la situación en la que vivíamos: hace nueve meses nos detestamos por años y, de un día para el otro, éramos novios. Éramos como los niños de la clase a los que todo el mundo shippea pero ellos se odian y luego se terminan casando.

James y yo cumplimos un estereotipo básico, quemadnos ya en la hoguera, por favor.

El nombrado bajó con incluso más rapidez y apenas estuvo a mi lado me pasó la bolsa.

—¿Qué podrá ser? —pregunté retóricamente, arqueando una ceja.

—Eso me pregunto yo. Tu regalo pesa bastante para una bolsa tan pequeña, por lo que sugiero que tiene vidrio o algo similar. También, si lo bates —él hizo el movimiento— parece tener un liquido. ¿Perfume, tal vez?

Oh, vamos, ¿era tan fácil adivinarlo?

James se rió al ver mi cara refunfuñada y me besó la mejilla.

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora