Capítulo 10.

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Madison.


Me seguí sumergiendo en el lago, cayendo cada vez más lentamente gracias al agua que actuaba como sostén. Toqué el suelo sin llevarme ningún golpe fuerte y me quedé en un trance, un shock que me impedía moverme. Las branquias me ayudaban a respirar pero sentía que ni siquiera estaban presentes por la falta de aire que tenía.

No hice nada. Me quedé en esa posición, en tal conmoción que no podía reaccionar ni aunque quisiera.

El pensamiento que siguió a eso es que Alex se estaba sacrificando por mí. Debía salir de estas aguas cuanto antes porque su vida dependía de ello.

SU vida, no la mía. Despierta, Madison.

Como si me hubieran dado un electrochoque y me hubieran revivido, nadé para arriba, abriendo los ojos por primera vez. Gracias a ese gesto pude ver una silueta enorme en el cielo que se movía con lentitud, algo que una parte de mí supo inmediatamente que era el helicóptero. Aceleré la subida.

Ya en la superficie me acerqué a la orilla del lago. Mientras lo hacía vi que Alex estaba siendo atacado por decenas de bolas de viento y diferentes ataques que los tipos con auriculares le estaban lanzando. Su sudor caía a chorros y se veía cansado, suerte que seguía de pie y luchando. Apuré mi natación y, cuando llegué a tierra, me incorporé y empecé a atacar a los hombres.

El helicóptero empezaba a bajar con lentitud. Oh, mierda, ¡si nos atrapaban ellos...!

Esquivé un ataque y el viento se incrementó. Yo con un movimiento de brazos creé un látigo de agua que se enganchó en los pies de uno de los dos hombres y lo hizo caer. Me tiré encima de él y lo ahorqué con mis manos y una fuerza de voluntad increíble, por lo que dejó de forcejear y quedó frito.

¡Frito, desmayado! No muerto, dios mío.

Todavía no me acostumbraba a pelear de esta manera tan agresiva. Ni me reconocía cuando atacaba. No sabía si en algún momento de mi vida iba a ser capaz de disparar sin temblar, matar sin parpadear, incluso dejar de sentir compasión por la gente que me estaba intentando arrebatar la vida.

Me di vuelta para ver a Alex recuperándose luego de haber dejado al otro hombre en el suelo.

--¿Vamos ya? --inquirí, echando otro vistazo al vehículo aéreo que parecía a punto de descender y... hacer algo.

--Sígueme, no me pierdas de vista. Vamos a mi casa, será menos peligroso.

Volvimos a emprender la carrera y, igual siendo Pars y teniendo todos estos poderes psicodélicos, sentía esa necesidad horripilante de acostarme a recuperarme. Habíamos estado corriendo (¡y luchando!) por... ¿veinte minutos?, exigía un descanso.

Alex dobló para la izquierda en un intento de esconderse más entre lo árboles tan bruscamente que me hizo intentarlo y fallé: me tropecé con una rama. Luego de ocho segundos contados en los que tomaba aire y me levantaba, Alex aceleró su ya complicado de seguir ritmo y se puso a hacer zigzag, haciéndome sentir inútil.

Fuimos para la derecha, seguimos para adelante, luego para la izquierda, derecho, izquierda de nuevo. Estuvimos corriendo por lo que me parecieron siglos pero sólo fueron otros quince minutos hasta que finalmente el helicóptero no nos siguió más y se quedó en nuestra búsqueda.

--Mi casa está a las afueras, Made, te prometo que sólo hay que correr dos minutos más --dijo, yo asentí. Tampoco iba a quejarme, siendo justamente él quien acababa de salvarme el pellejo.

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora