Capítulo 16.

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Madison.


--Bueno, bueno, ¡mira quién se ha dignado a llegar! --exclamé cuando vi a Nick acercarse a mi mesa en la cafetería. Él me sonrió y se sentó enfrente mío.

Me había escrito un mensaje hoy a la mañana que decía que teníamos que hablar y si podíamos quedar. Por su sonrisa supe que no estaba enojado conmigo, qué suerte.

--Hola, Mad. No te puedes quejar de esa manera, llegué a la hora acordada. ¡No es mi culpa si eres una impaciente y te apareces antes de tiempo!

Asentí, dándole la razón.

--Para tu información, nos pedí dos batidos de banana, que aparentemente los hacen muy bien aquí.

--Me parece correcto.

A Nick se lo notaba indudablemente feliz, razón por la que no le pregunté por qué me citaba hoy y me dejé llevar por él. Si él quería sacar el tema hablaríamos, sino no.

--Sabes, el otro día estaba caminando por aquí y me encontré con un chico que estaba... uff, dios, Mad, no puedo explicar lo bueno que estaba --soltó y yo me reí--. Te lo juro, Mad, te diría que era precioso pero no, era lo siguiente: ojos marrones, musculoso, rubio... --comentó y yo asentí, imaginándome al pibón que me describía--. Y cuando pasó por mi lado, ¡me sonrió!

--¿Podrías haberte encontrado con tu futuro esposo, el señor dios griego? --bromeé ante su baba y se mordió el labio.

--Si tuviese un novio así, mi vida estaría concluida. Ya podría declararme ganador del mundo.

--¿Y a qué quieres llegar con todo esto? --dudé--. ¿Le hablaste? ¡Por favor, dime que le hablaste!

--No, a lo único que llegué fue a imaginarme acariciando su pelo rubio y sedoso mientras hacíamos...

--¡Ew, eres un pervertido! ¡No puedes ver a un chico sin pensar en sexo! --lo recriminé y nos reímos aún más--. Dime que todos los chicos no son iguales... dime que James apenas me conoció no estaba pensando en darme fuerte contra una pared...

--No sé si todos somos iguales, sólo que James y yo sí lo somos. Al final del día compartimos sangre... —dijo, así que asentí—. Y por esto estoy casi seguro de que cuando te conoció necesitó unas buenas duchas frías para...

--¡Calla! --me horroricé ante el hecho de que él supiese esas cosas--. Volvamos al chico, ¿vale? --le pregunté y él asintió, soltando unas risitas--. ¡Dame un poco más de detalle de él! ¿Pelo rubio, dijiste?

Él se ruborizó por primera vez. Eh... ¿por qué lo hacía ahora si me estuvo hablando de tener sexo con el chico que apenas conocía?

—Pelo rubio de esos que brillan dorados al sol.

—¡Oh dios! ¿Como los de Belu antes de teñirse o como los de Alex?

Ante la mención de ellos dos, sus mejillas se tornaron incluso más rojas y agachó un poco la cabeza.

—Como los de Alex. ¡Oh, mira, los batidos! —exclamó, señalando disimuladamente al mesero. Él nos dejó las bebidas en la mesa con una sonrisa y le agradecimos.

Yo estaba ignorando algo que él no. ¿Qué escondía?

—A ver si estas bebidas están tan buenas como se dice... —comentó despreocupadamente y decidí ignorar de momento su repentino cambio de humor.

—¿Las tomamos a la vez? --pregunté, él asintió--. ¿A la cuenta de tres?

Hicimos la cuenta regresiva y le dimos un sorbo. Puse los ojos en blanco al haber probado lo que yo creía que era el mejor batido de banana que pedí en mi vida.

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora