Capítulo 20.

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James.

Madison comenzó a desesperarse y a llorar a moco tendido. No podía culparla: acababan de decirle que su amigo había sido brutalmente asesinado por estar colado por ella. Seguro estaba pensando que era su culpa, que tendría que haber sabido que Brandon era lo que era y que tendría que haber estado más tiempo con Colin...

Dios, odiaba ver a Madison tan destruida. Tenía la mirada rota e inundada en lágrimas que caían cual gotas de agua de una nube.

Pensé que estaba tan triste por su amigo que me sorprendió la reacción que tuvo.

—¡No lo lastimes, por favor! —sollozó, poniéndose enfrente mío y adquiriendo una postura atacante—. ¡No me obligues a herirte!

Puse las manos en sus hombros y la arrastré detrás mío de nuevo. No iba a dejar que se pusiera en peligro por protegerme, tanto como ella no lo haría si de mí se tratase.

—Él se lo ganó, Mad, al igual que Colin. Ambos se merecen la muerte por invitar a salir a la futura mujer de otro hombre. Es traición —comentó Brandon, mirándome rápidamente. Tenía unas ganas de romperle la cara ajenas a mí, pero ya llegaría mi turno de hacerlo temblar. Ahora mi único objetivo era proteger a Mads de semejante imbécil.

—¿Cómo sucedió? ¿Cómo lo mataste? ¿Dónde dejaste su cuerpo? —Madison inquirió frenéticamente.

Aunque ya había un viento soportable en la habitación, ante esas preguntas este subió con una intensidad capaz de volar pelos.

—Lo arrastré hasta el bosque con una excusa barata, le disparé y cavé su propia tumba por ahí. La policía de Eaton es una mierda con lo que al bosque respecta —aunque me daba rabia admitirlo, no le faltaba razón en eso—. Cuando ellos empezaron a chequear el bosque, ya era muy tarde.

El llanto de Madison aumentó a la par del viento, y decidí darle la mano para que viera que no estaba sola en esto.

—Sus últimas palabras fueron bastante cliché, si me dejas opinar: "dile a mi madre que la amo". Dios, qué asco.

El aire estaba tan fuerte que algunas cosas se habían caído al piso. Madison no podía parar de lamentarse y, al hacerlo, más viento se creaba. Era como una bomba a punto de explotar... y eso era exactamente lo que necesitábamos para escapar.

—Es o quedarte conmigo o la muerte de tu novio. Elige —dijo Brandon y yo tomé aire: lo que haría ahora no era fácil.

Un silencio se creó en la sala mientras yo sopesaba lo que iba a decir, no quería que sonara ni muy crudo ni muy obvio.

—Mads, yo creo que deberías ir con él —solté, recibiendo miradas de confusión de los dos. Si actuaba como un capullo tratando de salvar su vida tal vez ella podría montarme el numerito que necesitábamos—. Digo, tú no quieres que yo muera, ¿no?

Quería abofetearme, pero al menos mi actitud surgió el efecto esperado: Madison comenzó a volar mientras negaba con la cabeza y sudaba como animal enjaulado. Ella estaba tan desesperada por el asesinato de Colin y por mi posible muerte que no se daba cuenta de que yo jamás pondría mi vida frente a la suya.

Jamás la haría vivir horrores para salvarme yo. ¿En qué mente cabía?

—Yo no quiero que mueras, pero... pero... —titubeó Madison y su distancia con el suelo se alargó.

—Es una buena idea, vete con él. Es obvio que están hechos para el otro —decir estas cosas me producía una repulsión inimaginable, pero tenía que hacerlo si quería salvarla.

Brandon me apuntó con más firmeza y miró a Madison mientras ella seguía subiendo y subiendo hasta casi tocar el techo con la cabeza.

—Madison, baja al piso —ordenó Brandon, pero ella no pudo hacerle caso. Todavía no sabía controlar sus poderes tan bien en situaciones delicadas—. Madison, baja o disparo.

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora