Capítulo 11.

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Madison.


Costó, pero un día después de lo que yo llamo "el incidente" (ya saben, cuando casi morimos con Alex), pude convencer a mis padres de que se vayan de la casa y no se queden cuidándome (por si nos atacan de nuevo). Ellos habían sido invitados a la boda de unos amigos hasta mañana a la noche y, aunque estaban preocupados por mí, al final se dejaron llevar por mis palabras tranquilizantes.

Sean lo tuvo más difícil: lo mío era quedarme en casa, lo de él era irse de fiesta. Estuvo literalmente una hora rogando y hasta se puso de rodillas para que lo dejen ir (y eso que Sean es más terco que yo, imagínense). Papá pensaba que sería muy peligroso, pero al final cedió porque la fiesta sería a una hora de aquí y saldría de Eaton, que es el punto de mira del Gobierno.

Yo estaba saltando de un lado a otro literalmente. James iba a venir a dormir aquí y, aunque seguía un poco apenada porque él nunca me contó su secreto, no es sorpresa saber que lo extrañaba y planeaba besarlo hasta el agotamiento.

Lo más raro del asunto es que mis padres sí sabían que él vendría y estaban satisfechos por eso. Cuando les conté, ellos me dijeron que "prefieren que esté a su lado que sola"... Mis padres son extraños.

A Sean mucho no le gustaba la idea de yo + James + casa sola porque para él = sexo... incluso me lo dijo con reproche, como si ya lo hubiésemos hecho.

No haría comentarios.

--Okay, chicos --papá agarró su bolso y el de mamá y nos abrazó a los dos--. Ya es hora de que partamos. Med, te dejamos las hamburguesas en el refrigerador así no tienes que descongelarlas, ¡oh, y nos olvidamos de la palta! Lo siento, cariño.

--Gracias de cualquier manera, pa --nos separamos.

--Y no te olvides de no salir por ninguna circunstancia. Lo mismo va para ti, Sean: no te emborraches ni llames la atención de cualquier manera.

--Y si veo algo sospechoso, los llamo y me voy. Estaré bien.

Ma también nos abrazó y de paso nos besó el pelo.

--Pórtense bien y cuídame la casa --me ordenó y le sonreí con inocencia.

--Por supuesto.

--Vale. Cualquier cosa me llamas --pidió mamá, los dos salieron y se metieron en el auto. Ella nos despidió con la mano mientras papá prendía el motor, Sean y yo le devolvimos el gesto y, apenas el auto empezó a moverse, papá nos dedicó unos bocinazos. Desaparecieron unos segundos después y nosotros cerramos la puerta.

--Sabes que volveré mañana al atardecer, ¿no? --me preguntó Sean y yo asentí.

--Como siempre. ¿Cuándo te vienen a buscar?

--En unos minutos estarán aquí --comentó, volví a repetir el gesto--. Pregunta: ¿me prometes que si James se vuelve un imbécil me llamarás?

Me reí.

--Por supuesto, tú eres el único capaz de protegerme de semejante situación.

--Siempre fui bueno espantando pesados.

Echamos unas carcajadas y él con viento se trajo su mochila para aquí.

--No, pero en serio, te pasaré una foto de mi musculoso brazo para que se la muestres si llega a ser molesto.

--Creo que no la necesita: le diste semejante paliza hace unos meses...

--Nunca me arrepentiré de eso --nos reímos.

El timbre sonó y Sean abrió la puerta para encontrarse con ¡unos agentes del Gobierno!

No, ¡se la creyeron! En realidad eran dos de sus amigos que seguramente tenían nombres pero no me los sé.

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora