Capítulo 2.

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Madison.


James tenía un brazo en mi espalda y otro en las palomitas. Yo estaba toda despatarrada a su lado mientras miraba la no muy terrorífica película.

Ese es el cierre de oro para un día tan magnífico como hoy. ¡O sea, ya sé nadar, después de dieciocho años! No podía estar más increíblemente feliz.

--Mads, sabes que me caes bien y eres la mejor novia del mundo, pero elegiste la película más estúpida de todos los tiempos.

--Es que estuvo en el cine hace unos meses, ¿no te acuerdas? He leído unas críticas espectaculares de gente que se "cagó de miedo" y me hacía ilusión verla --murmuré y James me plantó un beso en los labios.

--Ay, me imagino a ti viendo las reseñas con toda la emoción y luego mirando el filme. ¡Qué ternura! --exclamó James y yo rodé los ojos.

--Búrlate de mi inocencia si quieres, ¡pero no es del todo mi culpa! ¡Hoy en día la gente se asusta con nada!

James suspiró y asintió, y en ese preciso momento la puerta principal se abrió con cuidado. Mi novio se tensó cuando vio la cabeza de Jacob, su padre, entrar en la casa. Él dejó su maletín en el piso y agarró una bolsa de la cocina.

--Me iré a hacer las compras --avisó y volvió a desaparecer.

Jacob se merecía respeto, creía yo. Él sabía que la había cagado con sus hijos, por lo que trataba de no forzar la relación y les daba el espacio que ellos querían. Aprovechaba que era verano para irse hasta el anochecer (que solía ser a las nueve o diez) e intentaba no estorbar mucho para cuando volvía.

Dirigí mi mirada al chico que tenía su agarre en mí más fuerte de lo que debería, y le sonreí. Eso hizo que se calmara y me devolviera el gesto.

--Lo estás manejando muy bien. Estoy orgullosa de ti --le dije y él negó con la cabeza, borrando la alegría de su mirada.

Bueno, lo manejaba mejor que al principio. Mirar con odio a alguien es mejor que amenazar, creo.

--No sé cómo lo hago, realmente —confesó—. Cada vez que lo veo, recuerdo lo que nos hizo y... ¡dios, qué impotencia! --lo abracé--. Te juro que odio vivir con él. Voy a mudarme apenas tenga los ahorros.

Lo miré y le acaricié la mejilla con cuidado mientras me perdía en el momento.

—Lo sé, me lo has dicho —balbuceé.

—No, realmente no te dije nada —comentó y se puso a observar a un lugar fijo enfrente suyo—. De hecho, ¿sabes qué? Te diré lo que de verdad pienso: si él no me demuestra que dejó el Gobierno y se opone a ellos, yo me iré de este sitio para siempre.

Me separé de él y me incorporé. ¿Está hablando en serio? ¡Es su padre! ¡Lo va a destrozar! Si no está destrozado ya con lo mucho que lo está ignorando, claro.

Sí, lo que estuvo haciendo es una tremenda mierda, pero según él ya dejó ese trabajo. ¡Qué falta de confianza! James es su hijo, ¿cómo puede dudar de sus intenciones?

Y, aparte... ¡¿obligarlo a oponerse a uno de los Gobiernos más grandes del mundo, lleno de guardias, armas letales y seguridad?! ¡¿Es que acaso está loco?!

¡Estaría enviando a su padre a una sentencia de muerte!

—James, ¿estás hablando en serio? —le pregunté y, al ver su seriedad, fruncí el ceño—. ¿Lo estás mandando a matarse para mostrar su veracidad? ¿Tan poco...?

—Sí, Madison. Me traicionó, casi te metió en el Gobierno, me ignoró cuando le decía que había dejado el trabajo... ¡rompió cualquier lazo que quedaba entre nosotros!

Hybrid (Pars #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora