7.- ¡Hello Dean!

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Dean despertó sintiendo el sol en su rostro, un poco desorientado, con la boca seca y un ligero dolor en las sienes. Se sentó en la cama aún con los ojos cerrados masajeando a ambos lados de su cabeza. Cuando al fin abrió los ojos y miró alrededor, el peso de la realidad le aplastó. Imágenes de la noche anterior comenzaron a desfilar por su mente. Sensaciones, olores y texturas; estaba todo tan fresco en su memoria como nunca hubiese imaginado. ¡Qué demonios había hecho!

Tomo su cabeza entre sus manos intentando aliviar las pulsaciones que amenazaban con convertirse en una migraña.

Castiel y él, juntos; ¿realmente había sucedido? Recordó los besos, las manos de Cas recorriendo su cuerpo, sus propias manos explorando, desabotonando, palpando, sintiendo.

¡Oh Dios! ¿Y cómo se había sentido? ¡Salvajemente vivo! Como nunca antes. La forma en que sus bocas calzaban y sus lenguas parecían saborearse la una a la otra.
No pudo evitar sentir un ardiente fuego que comenzaba en su vientre y terminaba, bueno...¡Uf!
Esto jamás le había sucedido, ni siquiera con una mujer, ni siquiera con Lisa; este sentimiento de pertenencia, de deseo, de urgencia había sido...Es incontrolable -Pensó Dean.
Tenía dos opciones, negarse a todo lo que había sentido y marcharse a casa cuanto antes o, permitirse descubrir este nuevo mundo, lleno de misterios que se le presentaba frente a sus ojos, teñido de un color azul profundo como el límpido cielo de la mañana.

Sonrió ante esa idea, pensando los ojos de Cas, para luego volver a arder cuando recordó esos mismos ojos oscurecidos por el deseo, mirándole atentamente.

¡Mierda! Estoy hecho un desastre. Dean se sentó en la cama y descubrió que aun traía puesto su bóxer, lo que confirmó que la noche anterior no había tenido la culminación máxima. Eso le dió cierto grado de conformidad, pero aun así, se sentía entre aturdido y extasiado. Era una nueva variedad de sentimientos que ni siquiera podía explicar con palabras.

Al mirar hacia la mesa de noche, reparó en que había una nota. La desdobló con cuidado y leyó.

Dean

Aún no sé qué pensar acerca de anoche, tampoco sé que sentir.

Necesito algún tiempo a solas, por lo que estaré en Cambridge visitando a mi hijo Jack.

Siéntete libre de recorrer la casa, o salir; estaré de regreso mañana temprano.

Pd: Deje unos analgésicos por si el dolor de cabeza es insoportable.

Nos vemos

Cas.

Aún con la nota en la mano, Dean tomo los analgésicos con el agua que se encontraba junto a ellos, y rió. Rió de todo y de nada; las carcajadas eran cada vez más fuertes. Rió de saber que Cas se había tomado la molestia de dejarle una nota, rió porque ese único gesto le significaba que él también estaba considerando seguir adelante con toda esta locura. Rió muy fuerte hasta que brotaron lágrimas de sus ojos y los músculos de la cara le ardían. Cuando por fin pudo controlarse, se frotó los ojos y se levantó de la cama. La idea de tener la casa de Cas, todo un día para él solo, era excitante. Se sentía como un niño al que le habían dado pase libre para correr y jugar. Con esa perspectiva en mente, comenzó su día.

OoO

Cas despertó temprano, y al removerse en la cama sintió que no estaba solo. Ese solo hecho, lo sobresaltó; él no era del tipo de aventuras de una noche. No acostumbraba llevar chicas a su domicilio, exceptuando un par de honrosas menciones, su cama jamás era compartida. Pero fue en el momento que abrió los ojos cuando se dió cuenta que no estaba en su habitación y todo cobro sentido.

A través de las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora