Buenas Noches

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— ¿Cre-es que... Es, es el momento para... Esto?

— Sí quieres que pare, sólo tienes que decirlo.

Jaebum mordió su labio inferior. No quería que pasara, pero aún creía que estaba mal.
Sujetó mi cabello con ambas manos y en alto, como si intentara amarrarlo. Llevó sus labios a mí ahora, desnudo cuello para mantener un ritmo placentero entre besos y leves mordidas.
Él decidía nuestros tiempos. Me miró a los ojos una vez más y dejé que me quitara mi blusa. Sus labios buscaron los míos de inmediato, cómo sí planeara cada acción las cuales no pueden retrasarse.

— Niña, voltea. —Soltó. Aquello sonó como una orden.

— ¿Qué? —Pregunté pretendiendo que pudiera agregar algo más.

— Voltea, por favor —Esta vez había sonado como una, ¿súplica?

— Por qué quieres que...

Jaebum tomó mis brazos e hizo que volteara. No me había respondido, sin embargo, tenía lo que quería. Así era él.

Antes de que pudiera abrir la boca, el inquilino tomó mis jeans por la cintura y los jaló bruscamente hacia abajo.

Volvió a pegar su cuerpo al mío, a besar mi cuello y esta vez, recorrer mi espalda también.

— Debemos... Entrar. —Dijo. Solté el aire de mis pulmones. — Entremos. No traigo protección.

Mi estómago se encogió. Me pregunté si realmente me iba a sentir tan nerviosa cada vez que fuera a tener sexo.
Jaebum salió de la piscina y me extendió su mano. No puede ser, vamos a hacerlo. Pensé.

Cuando lo vi tirar su cabello hacia atrás, quitarse su remera y sonreírme mientras esperaba que cruzara la puerta, encontré la respuesta. Todo tenía un cargo mayor con Jaebum. Hacía que me sintiera completamente desorientada con sólo un beso. Los nervios siempre estarían allí, porque estaba realmente enamorada de él.

El teléfono de línea sonó algunas veces. Jaebum seguía observándome. Cuando di el primer paso para ir a responder, Jaebum también.

— Oh... De acuerdo, atiende tú. —Dijo, y retrocedió. Se veía algo, ¿nervioso? No es posible.

Bajé la mirada como si se tratara de un reflejo. No estaba acostumbrada a su mirada nerviosa.
Me apresuré por llegar al teléfono, olvidé por completo que estaba empapada y resbalé, terminé en el piso.

Sentí un intenso dolor en mi pie izquierdo. Tanto, que creí que comenzaría a llorar en cualquier momento. Jaebum corrió a socorrerme antes de que pudiera notarlo.

— ¿Dónde te duele? ¿Qué tanto duele? Oh, lo siento, lo siento cariño —Jaebum habló rápido y con su voz temblorosa. Más tarde recordaría que me había llamado "cariño", porque en ese momento, sólo mordía mi labio inferior esperando que el dolor cesara.

— Es mi pie. No me lo he roto, conozco el dolor. Creo que sólo caí mal sobre él. —Respondí, haciendo un estúpido intento de ponerme de pie y no preocupar más a Jaebum.

— ¿Qué haces? Te llevaré al Hospital.

Jaebum me alzó y me dejó sobre el sofá. Corrió hacia mi habitación y regresó con un vestido suelto, el cuál fue fácil de ponerme.
Él se vistió en menos de veinte segundos y marcó un número en su celular.
Llamaba a Youngjae. Le rogué que no dijera ni una palabra, pero al parecer, mi hermano sí tenía algo que decir.

En el Hospital me colocaron una especie de bota pero delgada y con la textura de una media sin dedos. Me brindaron unas pastillas asquerosas para aliviar el molestar que mi esguince causaba.

Yo quise el fin, y había más  (Jaebum y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora