capitulo 13

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   El tecleo en el ordenador era lo único que se oía en la habitación; Lauren buscaba noticias relacionadas con Marina. Camila leyó y releyó por enésima vez el mismo párrafo de un libro que había tomado de la biblioteca de la cabaña, que hubiera podido perfectamente estar al revés sin que ella se hubiera percatado. Enfundadas en negro, ambas mujeres estaban listas para salir; Camila había insistido en acompañar a Lauren, aunque solo fuera para quedarse todo el rato sentada en el coche.

—¡Nada nuevo! No hay más que refritos de las mismas noticias ya pasadas...

—¿Y eso significa algo?_  Lauren suspiró y dijo:

Esto no me gusta. Está demasiado tranquilo._ Camila sintió mariposeos en el estómago y, harta del mismo párrafo, lanzó el libro sobre la mesa. Lauren comprobó el reloj.—¡Hora de llamar a Ally!_ Cerró el portátil y llamó, intercambiando con ella solo unas pocas palabras. La conversación duró menos de un minuto, de principio a fin, pero dicho minuto podía determinar sus vidas.—Nos vamos a Tahoe City, en la orilla norte, hasta un embarcadero —explicó Lauren—. Hemos quedado al final del muelle dentro de cuarenta minutos. Vamos._ Se montaron en silencio en el coche. Lauren metió en la guantera unos prismáticos de visión nocturna y una cámara digital con una lente de rayos infrarrojos. Llevaba también encima su cuchillo de buceo y una pistola. Camila la miró, sintiéndose pequeña e indefensa. Lauren lo notó y no le gustó la sensación, así que, de una mochila que había detrás del asiento, sacó un objeto fino, de unos quince centímetros de largo y de un negro nacarado, y se lo tendió a Camila, que se puso a analizarlo, preguntándose para qué servía. Lauren lo colocó adecuadamente en la palma de Camila, indicándole:—Presiona la parte rugosa de arriba... con cuidado._ Lo hizo y salió, como una centella, una hoja acerada y pulida.

—¡Una navaja automática! Nunca había visto ninguna antes. ¿No están prohibidas?_ Lauren no respondió.—Oh, gracias. —Camila tragó saliva; el miedo estaba afectando a su capacidad para razonar. Sintió su cuerpo tan frío como la hoja de la navaja.

Quédatela, pero solo para usarla en defensa propia o para ganar tiempo antes de huir. No dejes que nadie vea que la llevas encima. Familiarízate un poco con ella mientras llegamos al embarcadero._ Camila la examinó más de cerca y reparó en unas letras grabadas en el mango: «CS».

—¿Te la han regalado?

—Sí, fue un regalo de un hombre con el que trabajé. Él me enseñó a usarla antes de irnos juntos a una misión, a una de tantas. El cuchillo me salvó la vida, pero, por desgracia, yo no pude salvar la de él.

—Lo siento mucho, Lauren.

Bueno, ambos éramos conscientes de los riesgos que corríamos. En cualquier caso, ahora ya es tuya; quiero que la lleves contigo._ Lauren hablaba sin mirarla, obviamente furiosa por los recuerdos que acudían a ella.

No, Lauren, debes llevarla tú. Tal vez la vuelvas a necesitar para salvar la vida y yo quiero que regreses sana y salva de donde sea que te envíen._ La moral iba empeorando por momentos. Estaba ocurriendo de verdad, no se trataba de una mala película de acción y tiros, aunque Camila lo hubiera preferido, desde luego. Lauren sonrió con cierta tristeza.

Le he dicho a Ally que esta va a ser mi última misión. Seguiré con mi negocio legal y colaboraré aportando información, pero nada más. Quiero estar fuera._ Camila agradeció la decisión de Lauren, aunque no pudo evitar la pregunta:

—¿Y no puedes rechazar ya esta misión?

—No lo sé, tengo mis dudas. En cualquier caso, ellos mismos me consideran más valiosa llevando una vida normal y llamándome solo cuando soy la única persona que puede desempeñar una misión. En todo caso, esta será la última, sí o sí. Bueno, vamos, no podemos llegar tarde._   Mientras Lauren arrancaba el coche, Camila le dio un fuerte abrazo y lo deshizo para sentarse y encarar la fría noche.

Operación furor de tormenta (Camren) Adaptación Where stories live. Discover now