capitulo 24

1.3K 87 0
                                    

  El hedor a desperdicios y aguas residuales inundaba el callejón donde Lauren, agazapada entre dos pilas de basura, esperaba con la AK-47 pegada al cuerpo, lista para disparar. Una sombra se deslizó por el callejón hacia ella. Lauren se alzó.

—¿Has dado con algo interesante?

     A pesar de la pestilencia ambiental, Lauren estaba hambrienta. Hacía dos días que apenas comían nada y le hubiera encantado un poco de fruta fresca. Llevaban casi una semana sobreviviendo como podían en las calles de Karachi. Al principio, varios miembros de la red de Zehra las habían alojado y alimentado pero, desde que las estaban buscando tanto la policía como los secuestradores, tenían que esperar a que las cosas se calmaran un poco antes de intentar restablecer el contacto. Zehra traía un poco de pan y de frutos secos, que compartieron. Al acabar, Lauren miró a su salvadora de reojo. La pequeña muchacha era bonita, con sus grandes ojos marrones y su tez de color moca. No debía de superar los veinte años.

—¿Zehra, te importa si te hago una pregunta?_ Ella la miró con cautela.

—¿Qué quieres saber?

—¿Por qué haces todo esto? Si te hubieras limitado a curarme y a llevarme comida, tu vida sería ahora más segura. ¿Por qué lo arriesgas todo por alguien que no conoces? Si nos capturan ahora, te matarán. ¿Por qué lo haces?_ Zehra permaneció unos instantes en silencio.

Soy de Cachemira. Cuando solo tenía doce años, mataron a toda mi familia, y a mí me violaron, dándome por muerta. Pasé varios días vagando por el campo, robando comida a los pobres o a los muertos. Un día vi a un soldado que se llevaba de una aldea a una niña unos pocos años mayor que yo. Yo sabía perfectamente qué planes tenía para ella. Cuando se puso a ello, vi un cuchillo que colgaba de su cinturón, que había tirado al suelo. Me acerqué con sigilo a sus espaldas, desenfundé el cuchillo, tiré de su cabeza hacia atrás agarrándole por el pelo y le rebané la garganta. Huimos y, desde entonces, no he dejado de huir.

—¿Cuántos años tienes?

—diecinueve. Muy vieja ya para casarme, ¿no crees?_ Lanzó una irónica sonrisa; tenía una bonita boca.

Supongo que depende de lo que una entienda por casarse. ¿Y cómo lograsteis sobrevivir?_ Zehra se encogió de hombros.

Al principio, casi no lo logramos. Pero fuimos moviéndonos cada vez a poblaciones más grandes, hasta acabar en Karachi. Otras mujeres, que se apiadaban de nuestra situación, principalmente viudas, nos iban acogiendo aquí y allá. Pagábamos su generosidad robando comida para ellas, sobre todo en los campamentos militares. Siempre nos estábamos moviendo de un sitio a otro, sobreviviendo a base de ingenio y astucia y porque nos apoyábamos la una en la otra. Durante una temporada, conseguí un empleo como sirvienta en la casa de una rica familia británica aquí establecida. Entonces es cuando aprendí a hablar y leer en inglés; la madre insistió en incluirme en las clases que ella misma impartía a sus hijos. Pero acabaron yéndose, debido al incremento de la violencia, y tuvimos que aprender a sobrevivir en las calles de Karachi. Fuimos dando con otras chicas como nosotras y formamos una especie de grupo, para ayudarnos unas a otras.

—¿Y la chica que salvaste? —preguntó Lauren—, ¿cómo se llama? ¿Seguís siendo amigas?

—Se llamaba Shamina y está muerta. La atraparon, torturaron, violaron y abandonaron medio muerta. Cuando la encontré, murió en mis brazos. Hace tres años de eso. —Zehra se encogió, abrazándose las piernas—. Nos amábamos._ Se quedaron en silencio. Finalmente, Lauren le acarició con suavidad un hombro.

Operación furor de tormenta (Camren) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora