46: Sufrimiento

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KEM

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KEM

El día domingo desperté de mi siesta, luego del almuerzo, con un extraño mensaje en el celular. Yo siempre al dormir guardaba mi celular bajo la almohada y esa tarde lo primero que hice fue revisarlo. Cuando lo desbloqueé me llevé una gran sorpresa al ver un mensaje de Ada. No la había visto desde el viernes por la noche.

Ada: Lo siento tanto.

Esas dos simples palabras me había enviado. Respondí frunciendo el ceño porque no entendía nada.

Yo: ¿¿¿???

Esperé unos segundos pero no hubo respuesta, por lo que me encogí de hombros mentalmente y dejé mi celular a un lado. No entendía de qué se disculpaba. Si había alguien que tenía que disculparse, era yo. Por todas las cosas hirientes que le había dicho. Había sido un jodido imbécil por decirle todo eso. No justificaba el que hubiera estado borracho. Al día siguiente le había escrito un mensaje a Ada pidiéndole hablar, pero no respondió.

La razón por la cual mis hermanos y todo el grupo de chicos habían ido a la cafetería Sweetness el viernes por la noche eran los padres de Amber y Ada.

Siempre trataban de empujar a Ada en mi dirección. Especialmente su padre, quien presionaba al mío para que hiciéramos cosas de parejas.

»Kem, el señor Peters me ha dicho que lleves a Ada a comer.

»Kem, el señor Peters quiere que lleves a Ada a la tienda.

»Kem, el señor Peters me ha dicho que Ada quiere salir contigo.

Ya estaba harto de que mis padres siempre me dijeran esas palabras. El señor Peters quería que yo siempre estuviera disponible para Ada, llevándola a comer o a divertirse. No soportaba estar cerca de ella, pero tenía que hacerlo. Ahora tenía una responsabilidad y no podía escaquearme. Simplemente enfrentar los hechos. Aunque eso incluyera llevar a Ada a todas partes. Así que el viernes, cuando Ada decidió ir a la cafetería Sweetness, no pude negarme. Pero sí le avisé a mis hermanos para ir porque no podría soportar estar otro día junto a Ada completamente sólo. Necesitaba gente a nuestro alrededor para no centrarme en ella. No soportaba estar en su presencia.

Ese día cuando vi a Ruby me sorprendió verla cantando con esa banda en la cafetería. Y más aún verla cariñosamente con ese chico de pantalones caídos. No me gustó, lo confieso. Y verla hizo mi corazón latir mil veces más rápido y también que doliera. Ella estaba preciosa, verla con esa ropa ajustada en los lugares correctos hizo que mi mente corriera en varios escenarios. Pero lo que más me dolió fue pensar en ella con ese chico, siendo novios. Hacía que quisiera cortarme un brazo, un pedazo de mí. Porque ella era eso, parte de mí, y si algo le pasaba yo lo sentía en mí.

Me levanté de la cama y fui a la ducha, desesperado en tomar un baño y despejar mi mente. No quería volver a lo mismo. Había aprendido a estar sin mi Bizcochito desde que ella se alejó una noche de mi cama y de mí. Tenía que superar lo que había hecho, aprender a vivir con las consecuencias y dejar que ella fuera feliz. Que era lo más importante para mí. La mierda que había dicho cuando estaba borracho no era real. Nada de aquello, excepto la parte en donde yo le dije que la amaba. Era cierto. Cada. Maldita. Palabra. Y por eso debía dejarla ser feliz.

Cuando salí de la ducha y estaba cambiándome la ropa, mi papá tocó la puerta de mi habitación antes de entrar.

—Kem, Ada está mal —dijo con voz temblorosa—. Sus papás la están llevando de emergencia.

Abrí los ojos como platos. El corazón empezó a latir desbocadamente sintiendo algo amargo en mi boca. Una mala sensación.

—¿Qué le pasó?

Papá negó con la cabeza.

—No me dijeron. Vamos, tenemos que ir.

Papá salió dejándome la puerta abierta. Me calcé mis zapatillas antes de correr detrás de papá que ya estaba saliendo del departamento con Kylan y Kara detrás. Mamá salía de su habitación sujetando su bolso en la mano. Me tomó del hombro y me guio fuera cerrando la puertas tras de nosotros.

Nos subimos todos al auto de mi papá y fuimos al hospital. En todo el camino nadie dijo nada. Ni siquiera mamá que siempre parecía tener algo que decir.

Al llegar todos corrimos hacia la sala de Emergencias donde papá preguntó por ella, pero no le pudieron dar información porque la estaban atendiendo. Sólo nos dijeron que esperáramos en la sala de espera donde se encontraban los padres de Ada.

—¿Qué pasó? —pregunté a la señora Peters. Ella tenía los ojos rojos, parecía haber llorado mucho. Negó con la cabeza tapándose el rostro y sollozando. Me volteé a su padre y esperé una respuesta. El señor me miró con mucho dolor.

—Ella... ella tomó pastillas... que le provocaron un aborto... —No. No, no, no—. Ha tenido mucho sangrado y por eso la trajimos.

Llevé mis manos a mi cara y me tapé. Esto no podía estar pasando. Me alejé de sus padres, chocando con mi familia que estaba detrás de mí, escuchando a los padres de Ada. Tomé asiento para no caerme. Sentía mis piernas temblorosas. El corazón me latía aceleradamente del susto de la noticia.

Sólo quería echarme al suelo y llorar como un niño pequeño. Yo... lo que le dije a Ada no era cierto. Quería a ese bebé. Ya me había hecho la idea de un pequeño mío y ahora ya no había. Ya no estaba. Quise golpearme, quise golpearme tan fuerte y romperme porque esto era mi culpa. Yo había provocado esto. Yo le había dicho cosas hirientes a Ada que la hicieron hacer eso. Yo la había herido. Como con cada persona que conozco.

Yo mismo había matado a mi propio hijo. No directamente, pero algo así. Yo ayudé con eso. Yo lo rechacé. Hice todo mal.

No pude aguantar las lágrimas que tenía acumuladas en los ojos. Las dejé salir, rompiéndome yo también en fuertes sollozos. Esto era mi culpa. Sentí el abrazo de alguien. Y me aferré a esa persona. A mi hermana Kara. La abracé con fuerza y lloré.

—Mira quien ha venido —susurró ella alejándose de mí.

Ni siquiera levanté la mirada. Alguien me abrazó y esta vez enterré mi cabeza en su cuello. En el cuello de mi Bizcochito mientras lloraba. Ya sabía quién era por el aroma de su perfume.

Y lloré. Lloré mucho abrazado a ella. 

 

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El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora