Extra #3: Revelación

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RUBY

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RUBY

La única cosa que no me gusta de vivir sola, es la hora de comer. O mejor dicho, la hora de preparar el almuerzo. Mi buena amiga Debie es igual de floja que yo y siempre prefiere comprar comida preparada para sólo meterla al microondas. Aunque me parece la mejor forma de no hacer nada, me gusta comer rico y esa comida sabe a plástico, por lo que decidimos tener días en los cuales yo cocinara y ella también, por mucha flojera que nos diera preferíamos eso a comer comida con sabor a plástico. Las únicas comidas que Debie sabe hacer son arroz y huevo frito, lo cual es una mierda porque comer eso interdiario comenzó a aburrirnos. Mis dotes en la cocina los adquirí gracias a mi madre y dado que Debie es mala para ello, terminé convirtiéndome en la cocinera de casa. Mi trabajo es cocinar y el de ella lavar los platos, quien guarda todo en su sitio es Kem, que viene a almorzar con nosotras cuando no tiene trabajo de por medio. Su tarea es guardar los platos y utensilios que utilizamos, y que Debie previamente ha lavado. Es una acuerdo entre los tres que nos pareció bastante justo y razonable.

Pero no siempre todo es de color rosa, hay días como hoy que Debie no está en casa por tener planes con Ben.

Así que allí me encuentro hoy, en la cocina mirando el interior del refrigerador con pesar. Me pregunto qué diablos puedo cocinar solo para mí. Debie no está y Kem tiene planes para almorzar con su hermano Kylan. Soy solo yo y ni ganas tengo de preparar almuerzo para mí.

Con un suspiro desalentador cojo mi celular y le marco a Kem. Mientras escucho los timbrazos en mi oído me paseo por la sala hasta tirarme en el sofá.

—Bizcochito... —Su voz se escucha agitada, me acomodo en el sillón y frunzo el ceño como si él pudiera verme.

—¿Dónde estás?

—Estoy tarde —dice aún con la voz agitada. Parece estar corriendo o algo así—. Le prometí a Kylan estar al mediodía en casa para recogerlo, pero me quedé dormido mientras corregía un manuscrito. Anoche me quedé hasta tarde.

Me río, pero de inmediato me cubro la boca para que Kem no me escuche aunque un suspiro de su parte me anuncia que lo ha hecho. Ups.

—¿Te divierte eso no, Bizcochito? —pregunta con un fingido tono molesto—. Debí corregir ese manuscrito ayer en vez de ser tu almohada humana.

Esta vez no cubro mi risa. Ayer invité a Kem al departamento para ver películas, sin segundas intenciones por supuesto. Empezamos bien, pero a medida que la película de terror seguía su curso yo recosté la cabeza en su hombro y me quedé dormida. Me desperté varias veces por los pequeños saltos suyos, pero no les tomé mucha atención hasta que varios minutos después desperté con un terrible dolor de cuello y vi a Kem con la cara pálida. Cuando le pregunté qué ocurría, no respondió, pero minutos después cuando quise ir al baño y él me dijo que iría conmigo, me di cuenta que estaba asustado. En serio, la película de terror que me había dado sueño, a él lo había asustado hasta morir. No quiso irse a su departamento y por mucho que me apetecía dormir con él en mi cama, no sucedió. Lo que sí pasó fue esto: Kem bajó su ordenador e hizo su trabajo en mi habitación mientras yo dormía profundamente. En la mañana ya estaba calmado y volvió a su departamento para afrentar el día en adelante. Muy dentro de mí creía que todo eso fue cuento suyo para quedarse en mi habitación, aunque no me quejaba. Había sido mi guardián.

El chico de arriba #1 | EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora