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-no puedes enamorarte del primero que se te cruce por el frente, no es como en los cuentos de hadas- comentó Sophie un tanto enojada. Ya me había reunido con mis amigas y les había contado todo lo que había pasado.

-nunca dije que me había enamorado ¿Por qué dices eso?- dije colérico. Sabía que no tenía por qué haber respondido en ese tono pero no podía evitarlo. Me removí en el césped donde estábamos sentados.

-pero cálmense- dijo Paula mientras trataba de tranquilizar el ambiente y Nicky miraba su cámara con interés. – ¿lo habías visto antes?

-no, o eso creo.

-¿a qué te refieres con “eso creo”?- inquirió Paula, haciendo las comillas en el aire.

-no estoy seguro, pero hay una parte en mi cabeza que me dice que ya lo conocía, que ya lo había visto. Además la forma en que se despidió me dio la impresión de que estaba feliz por verme… de nuevo-. Sophie soltó el aire de sus pulmones ruidosamente, casi como si estuviera explotando de una forma lenta

-pero ¿es gay?- preguntó Nicky.

-no lo sé, solo lo ví un par de segundos; sin contar que yo estaba completamente extasiado-. El silencio reinó entre nosotros por un momento, hasta que a lo lejos divisamos a Paz que caminaba tomada de la mano con Daniel, aunque sus caras no eran de completa felicidad. Su novio tenía una piel morena, una pequeña barba color negro intenso y un cabello rizado del mismo color. Tenía dos años más que nosotros y que su novia.

-hola a todos- dijo Paz cuando llegó. Se sentó en el césped con la delicadeza de una bailarina.

-hola- dijo también Daniel con una voz ronca y sentándose. Nosotros saludamos en señal de respuesta.

-ahora cuéntenme lo que sucedió, se les nota a los cuatro que pasó algo- comentó Paz. Sonreí y conté de nuevo lo que había ocurrido. Mientras relataba la historia, la cara de mi amiga iba cambiando de expresiones, hasta que quedó con una completa expresión de póquer.

-¿qué opinas?- consulté

-yo creo que quiere sexo salvaje- respondió Paz muy seria. Solo pude reír al igual que los demás.

Nunca me había considerado bonito. No calzaba dentro del estereotipo de “gente bonita” que tenía la sociedad. Mi pelo era oscuro, tenía una tez morena y mi físico no era el de un atleta, por lo que no me gustaba hablar mucho del tema.

Mis amigas siempre decían que yo tenía buen aspecto, que sabía vestirme y combinar colores (ya que lo más hermoso de la universidad era el hecho de no tener que usar uniforme) y que a la vez era muy simpático lo que llamaba la atención de las personas. Pero una cosa es lo que te decía la gente y otra cosa muy distinta es lo que pensabas tú mismo de ti.

Cuando me miraba al espejo solo veía a un niño normal, no a un príncipe digno de cuento Disney ni a un modelo de pasarela. No me consideraba el tipo de adolescente que atraía a los demás, lo cual no favorecía en gran parte a mi ego ni a mi autoestima.

-te noto distante- dijo Paz mientras caminábamos. Las clases ya habían terminado para nosotros. Muchos de los estudiantes se habían ido a sus casas, otros tantos se quedaban en la universidad por trabajos y tareas y los últimos tenían que quedarse por más clases. No todos los horarios eran iguales.

-yo estoy bien- dije mirando una tanto sorprendido.

-a mí no me engañas- rebatió mi amiga. Sophie, Paula y Nicky tomaban otro camino para dirigirse a su casa, Paz y yo caminábamos juntos unos diez minutos y después nos separábamos; esos diez minutos los ocupábamos para conversar de todo lo necesario.

-en serio estoy bien- dije riendo – ¿cómo estás tú?

-no del todo bien-. La respuesta no era la que me esperaba y me tomó por completa sorpresa. –mi relación con Daniel está un poco… tensa. Hoy no iremos al cine como lo habíamos planeado.

-pero creo, dentro de mi ignorancia amorosa, que todas las parejas pasan por un momento duro, es normal pelear.

-sí, lo sé, pero no es normal pelear todos los días. Menos por cosas tan estúpidas Chris. Hoy discutimos por el uso del control remoto y casi terminé llorando… no entiendo que pasa. Esto es un secreto, pero creo que nuestra relación no va para bien- comentó ella con evidente tristeza. Sinceramente yo no sabía qué hacer. Caminábamos en silencio hasta el lugar donde nos separábamos y me quedé mirando a Paz.

-todo estará bien- dije con calma y naturalidad –y guardaré tu secreto.

-gracias Chris- respondió ella y me abrazó. Respondí el abrazo cariñosamente, le besé la mejilla y cada uno siguió su rumbo.

Paz tenía razón con lo que había comentado. Había estado distante todo el resto de las clases. Es que no podía sacarme a Matías de la cabeza, la forma en que nos habíamos encontrado fue tan cinematográfica que no me calzaba, era como si mi cerebro no lo lograra procesar.

Obviamente no me gustaba, ya que uno no se podía enamorar de alguien de un día para otro, pero sí lo encontraba muy guapo. Su cabello castaño un tanto alborotado, su tez blanca… la forma en que me tomó de los hombros, como si temiera a que yo me cayera… la última vez que sentí cosas por alguien fue un completo desastre, perdí una linda amistad por solo confesar que me gustaba. En mi caso actual no éramos ni siquiera amigos, pero tenía miedo de que me volviera a gustar alguien. Yo era de esas personas que entregaba todo sin decir nada.

Llegué a mi casa cuando el sol aún alumbraba el entorno. Estábamos a finales de verano, a punto de entrar a otoño y algunas hojas de los árboles ya se estaban poniendo de un color café.

Cuando abrí la puerta, descubrí a mi Nani viendo su teleserie, me vió y se levantó de inmediato para abrazarme con ternura y cariño.

-¿Cómo estuvo tu día?- preguntó mirándome con felicidad.

-súper tranquilo- mentí.  A pesar que mi Nani era mi mayor confidente, tampoco sabía de mi condición sexual y menos podía decirle. Sería un golpe demasiado fuerte para ella y no quería hacerla sentir triste o enojada o como fuera que se sintiese una abuela cuando se enteraba que su nieto era gay.

-¿tienes hambre?

-no Nani, voy a mi habitación. En un rato más bajo para comer algo- respondí sujetando mi mochila en mi hombro. Nani asintió y volvió a sentarse en el sofá del comedor para ver su teleserie.

-¿mi mamá está trabajando?- pregunté en voz alta antes de subir por la escalera.

-si Chris, llega más tarde- contestó con una voz fuerte para hacerse oír sobre el murmullo de la televisión. Subí de dos en dos los escalones y llegué a mi habitación, donde dejé caer la mochila en el piso sin tener más cuidado. Encendí la laptop mientras me sacaba las zapatillas deportivas y me ponía mis zapatillas de descanso para estar más cómodo. Cuando mi laptop se encendió, escribí el link de Facebook y esperé a que la página cargara, para enterarme de las últimas noticias.

De inmediato, me llamó la atención un número “uno” en color rojo que apareció arriba de las solicitudes de amistad. Hice click y se desplegó una ventana donde el primer nombre que apareció hizo que mi corazón diera un vuelco.

“Matías Ortega quiere ser tu amigo”.

Guarda mi secretoWhere stories live. Discover now