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-no, no y NO- dijo Sophie con más énfasis en la última palabra

-pero quiero motivos, no una simple respuesta-. Nos habíamos quedado después de las clases a conversar un poco. Paz se había ido muy apresurada a casa sin dar motivos aparentes y Paula junto a Nicky había ido al centro comercial. Estaba sentado con mi amiga en una de las tantas bancas que habían en el campus de la universidad.

-ya dije, simplemente porque no.

-pero Sophie, es solo un niño que dijo que eras bonita, ¿hay algo de malo en eso? Podrías simplemente conversar con él, quizás es simpático. Además siempre dices que quieres un novio, quién sabe si esta es tu oportunidad- dije con un tono persuasivo.

La cara de Sophie no cambió de expresión. Seguía igual de seria, con los labios apretados y sus hermosos ojos sin brillo. Era como si una batalla mundial se estuviera llevando a cabo en su interior.

-tengo miedo- dijo ella finalmente. Una leve brisa hizo bailar algunas hojas en el piso.

-¿miedo a qué?- pregunté intentando ocultar la gran curiosidad que se había desatado en cabeza. Sophie me miró y sonrió como dándose por vencida.

-¿y si no es como espero? ¿Y si no es un cuento de hadas? ¿Y si resulta que mi príncipe azul no llega?-. Sus preguntas salieron casi desesperadas, como si las hubiese estado guardando por mucho tiempo. Me sorprendió lo indefensa que lucía, como si por fin hubiese derribado todos los muros en su interior.

-pero sabes que todo tiene una razón de ser y debes dale tiempo al tiempo.

-es que no quiero Chris- dijo elevando un poco la voz –está bien. Lo admito. Me da envidia que Paz tenga a su novio aquí en la universidad y que pueda verlo cuando se le antoje, me da envidia saber que Paula tiene a alguien que la adora, a pesar que él esté en la otra punta del cerro. Me da envidia saber que Nicky tiene un pretendiente nuevo cada fin de semana y me da envidia saber que tú estás conociendo a alguien. Suelo sonreír con sus historias porque no tengo nada más que hacer, no quiero que crean que soy una egoísta...

-nunca creeríamos eso- dije sin pensar.

-lo sé, pero no puedo evitarlo. Pero lo más estúpido es que, a pesar que me desespero por tener un novio, no quiero enamorarme. No quiero, simplemente no quiero. El amor vuelve a las personas débiles, tontas y ciegas. Yo no quiero salir herida. Sé que la vida no es como un cuento de hadas, que la mayoría de las películas románticas mienten y que no existe el "vivieron felices por siempre"- agregó haciendo comillas en el aire- no quiero terminar lastimada, no lo soportaría-. Sus ojos se anegaron de lágrimas.

-pero nunca lo sabrás si no te atreves a intentarlo, es simple Sophie. Además, míranos, tenemos recién 18 años, nos queda mucho por llorar aún. No puedes permitir que el miedo te nuble la vista. Quizás Federico, el cual por cierto es muy guapo, no se convierta en tu novio, quizás te decepcione, quizás sean novios y se casen o quizás solo pueda ser tu amigo, pero eso nunca lo sabrás si no te arriesgas. No puedes vivir con temor.

-¿y si me lastima?-. Su pregunta salió con un tono de desesperación.

-aprenderás algo nuevo, y te levantarás como una guerrera-. Comenté con tono de convicción. Me esbozó una sonrisa sincera y me abrazó. Sophie realmente era hermosa, una princesa digna de merecer un príncipe, pero era tiempo que dejara la corona de lado.

Mi caminata a casa fue silenciosa. Las personas seguían su camino sin fijarse en mí. Ya era un poco tarde así que lo más probable era que mamá estuviera en casa. Me sentía cansado y le había dado muchas vueltas a los consejos que le había dado a mi amiga. Yo era un especialista en ayudar a los demás pero no me atrevía a seguir mis propias palabras.

Guarda mi secretoWhere stories live. Discover now