XXVII

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-¿te das cuenta lo que hiciste?- me preguntó el muchacho con el cabello oscuro y los ojos color canela. Lo miré fijamente y mantuve mi mandíbula tensa.

-sí sé lo que hice- contesté de una forma segura- y no me arrepiento de absolutamente nada.

-nunca creí que fueras tan fácil- dijo él con una sonrisa boba.

-no soy una persona fácil- repliqué, intentando que mi voz no sonara dubitativa.

-¿no? Das tu primer beso y a las horas después te estás acostando con él... ¿Qué piensas sobre eso?-. La voz del muchacho no me daba tiempo para poder pensar.

-estoy enamorado- respondí como si eso terminara el asunto. Su color de ojos era exactamente igual a los míos.

-pero eso no implica que debas ir tan rápido. ¿Qué pasa si tu cuento de hadas no es como tú crees?

-deja de ser tan negativo Christopher- dije un tanto enojado. El muchacho sonrió.

-tienes miedo ¿cierto? Por algo Joseph ha insistido tanto en que te alejes de él, y tú lo primero que haces, es perder la virginidad.  Muy lindo- dijo sin titubear un segundo. Me quedé helado. En cierta forma tenía razón, había tomado decisiones muy drásticas y no había tenido el tiempo necesario para procesar todo. Pero no me arrepentía de nada. Matías era el hombre a quien amaba y nada iba a cambiar eso.

-Joseph insiste tanto porque está celoso, simplemente por eso.

-eres un suelto Christopher. Tú no eras así. Tú eras un muchacho o que pensaba antes de actuar, que no se dejaba llevar por cosas tan tontas y banales como una cara bonita- dijo el muchacho desde el otro lado del espejo.

-Matías es más que una cara bonita como tú dices y recuerda que somos la misma persona. Y las decisiones ya se hicieron- dije enojado.

-pero no sabes lo que puede seguir después- me dije a mi mismo guiñándome un ojo.

Desperté con la respiración agitada y el corazón latiendo muy fuerte.

-¿estás bien?- preguntó Matías a mi lado. Me encontraba en su cama, con mi cabeza afirmada en su clavícula y su brazo por detrás de mí cuello, abrazándome. Afirmé mi mano en su pecho, el cual era muy suave y cálido. Su corazón latía a un ritmo lento, tranquilo y la luz de un día nuevo se colaba por las ventanas de la habitación.

-solo un sueño tonto- dije sin darle importancia a lo que mi mente me decía a gritos. Me removí un poco y sentí un gran dolor entre mis piernas, pero sonreí internamente. Miré a Matías a sus ojos avellanas y me devolvió la mirada con cariño.

-me gusta el color canela de tus ojos- dijo con ternura –es un color hermoso.

-tú eres hermoso- dije, arriesgándome a sonar más cursi de lo normal. Matías me miró y me dio un beso lento y romántico en la boca.

-si yo soy hermoso, tú eres perfecto- dijo en un susurro. Me dejé envolver por sus brazos fuertes, esos brazos que me daban la mayor seguridad del mundo y me quedé quieto, sintiendo el aroma cítrico de su piel y su calor corporal.

"recuerda que siguen siendo solamente amigos".

Dejé que mi mente hablara sola y disfruté del momento que estaba viviendo. Quizás había tomado decisiones demasiado rápidas, pero siempre tuve en mente que cuando una persona estaba enamorada, no hay respuestas malas. Y no me arrepentía en absoluto de todas las cosas que había hecho el día anterior. Había sido un privilegio perder la corona con Matías.

-me gustas- dije en un susurro, sintiendo la respiración de Matías a mi lado. Sus brazos me apretaban de una forma cariñosa y me besó lentamente las mejillas, la nariz y la frente. Cerré mis ojos y dejé que las manos de Matías volvieran a explorar mi cuerpo. La vergüenza que podía haber existido en algún momento, había desaparecido por completo.

Guarda mi secretoWhere stories live. Discover now