XXII

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Me quedé petrificado, con el corazón en la garganta y con miles de sentimientos revoloteando por mi estómago. A pesar de haber sido solo un beso en la mejilla me había demostrado muchas cosas, y entre esas, me demostré a mi mismo cuan enamorado estaba de Matías. Caminé lo más tranquilo que pude hacia él y lo quedé mirando fijamente. Matías posó sus dulces ojos color avellana en los míos y su aroma cítrico volvió a inundar el ambiente.

-hola- dijo con una voz queda, esbozando una de sus sonrisas torcidas. Mi mente me pedía a gritos que lo besara, como si ese pequeño acto de posar sus labios en mis mejillas abriera una puerta para seguir, para dar un paso más.

Me acerqué a él lentamente y lo abracé con cuidado, posando mi cabeza en su clavícula. Podría asegurar que ese espacio estaba hecho para mí, como si el destino hubiese querido con todas sus fuerzas que estuviéramos juntos. Me apretó contra él y reposó su cabeza en la mía, haciéndome cariño en mi cabello con su mejilla. Podría haber pasado horas, días completos o incluso toda la vida en ese lugar.

-¿y este abrazo?- dijo a mi oído con dulzura. Su aliento hizo que me recorriera un escalofrío por toda la espalda.

-es que te quiero cerca- dije siendo lo más sincero que podía. Matías era lejos lo mejor que me había pasado en mi vida hasta ese momento, y lo que más temía era perderlo.

-aquí estoy, y no pienso irme a ningún lado- dijo él como si leyera mis pensamientos.

-¿me lo prometes?- pregunté inseguro.

-haré algo mejor, te lo demostraré.

Me solté de él y sonreí con ternura. Matías me devolvió la sonrisa y me dio otro abrazo, pero este fue más fugaz.

-¿vamos por esos cafés?- pregunté feliz.

-vamos- asintió y salimos con paso seguro de la exhibición.

Caminamos mientras las luces de las calles iluminaban nuestro sendero. Los autos pasaban veloces por la calle pero a nosotros poco o nada nos importaban.

-dejemos en secreto lo que pasó ¿okay?- dije algo nervioso.

-¿por qué?- preguntó Matías mirando el piso y luego mirándome a mí. Detuve el paso y lo quedé mirando.

-porque quiero mantener este momento como un secreto, algo solo entre tú y yo-. Inmediatamente después de decir eso, me arrepentí de corazón, ya que había sonado demasiado romántico y meloso. Sentí mis mejillas enrojecer.

-está bien Chris, guardaré “tu secreto”- dijo Matías haciendo comillas en el aire. Le sonreí y pasó una de sus manos por mis hombros, abrazándome, mientras seguíamos caminando hacia el centro comercial.

El lugar estaba abarrotado de gente, como de costumbre. Subimos las escaleras mecánicas hasta el tercer piso del lugar, ya que ahí se encontraban todas las tiendas donde vendían comida. Estas tiendas rodeaban el perímetro del lugar, y al centro estaba lleno de sillas y mesas, la mayoría ocupadas. Matías divisó una mesa vacía en un rincón y nos acercamos a ella, sentándonos y mirando alrededor.

-espérame aquí, yo voy a comprar y vuelvo- dijo Matías, guiñándome un ojo y caminando de manera segura hacia uno de los tantos locales donde vendían cosas para comer. Saqué mi celular y busqué la última foto que nos habíamos sacado. Sinceramente era una de las fotos más perfectas que podía tener con Matías. A mi mente volvió el recuerdo de su beso, de cómo se habían sentido sus labios en mis mejillas, de cómo me había hecho perder todo nivel de cordura para simplemente dejarme más loco por él.

El hecho de que se tomara el tiempo para conocerme me hacía reír inconscientemente, amaba que fuera tan despacio, tan relajado, ya que me daba espacio para disfrutar de la montaña rusa de emociones que me hacía sentir. Si con un beso en la mejilla casi me desmayé, no quería ni imaginar lo que pasaría si me daba un beso en la boca.

Guarda mi secretoWhere stories live. Discover now