viii. La localización

7.8K 799 81
                                    


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Al quinto día, los progresos llegaron, pero para ello había tenido que cambiar mi plan de actuación

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Al quinto día, los progresos llegaron, pero para ello había tenido que cambiar mi plan de actuación. Esa mañana, había salido a correr en ayunas, rodeada por luces y personas de todas las razas; y, después, había caminado por los pasillos de la Torre Vengadores sin destino aparente. Me había cruzado con Stark y Banner, pero no mantuvimos una conversación: unos saludos eran suficiente cuando todos parecíamos muy ocupados.

De una forma u otra, había acabado en una sala amplia, con una mesa redonda y un gran mapa de aspecto tecnológico al frente. Supuse que aquella era una de las numerosas salas de juntas, pero me senté en el suelo, frente al mapa de tonos azulados, y lo miré. Diferentes puntos de los que desconocía el significado flotaban en diferentes localizaciones, pero no le di demasiada importancia. Dejé que mis ojos flotaran por encima de los 194 países que había en el mundo, y suspiré. Entonces, como si una fuerza me llamara, me puse en pie. Mi mano derecha se desplazó sola hasta la parte superior de Norteamérica, acariciando Canadá, donde había nacido. Sin embargo, algo me decía que aquello no era lo que buscaba. Algo me decía que el aparato mortífero no estaba allí, y que iba a tener que viajar más lejos para encontrarlo. Di un paso atrás y cerré los ojos.

Imaginé el mundo en mi cabeza, como un mapa perfecto, y, entonces, en mi mente, países comenzaron a chamuscarse hasta que sólo quedaba uno. Brillante, solitario y esperando a que yo encontrara el Elektron que tenía a todos preocupados.

Sonreí y abrí los ojos, para después subir al ascensor, casi temblando. Llegué al salón, donde todos estaban haciendo cosas diferentes, y caminé hacia ellos con confianza.

—El Elektron está en Suecia.

Ahora la máquina que Banner y Stark habían creado parecía funcionar. Al haberla dejado trabajar únicamente en un país, iba descartando ciudades y pueblos poco a poco. Ahora necesitábamos establecer una localización concreta. Habíamos informado a S.H.I.E.L.D., pero nada podía hacerse hasta entonces. Mis nuevos compañeros de trabajo se habían quedado confusos por la forma en la que había encontrado el arma, pero ninguno había dudado de mi palabra. Stark quería organizar una gran fiesta con un montón de personas para celebrarlo, y yo estaba teniendo un ataque de nervios pre-fiesta.

Yo ya me había olvidado de lo que es asistir a una reunión social de cualquier tipo, y no sabía cómo vestir o cómo actuar; pero para eso tenía a Tasha.

La pelirroja miraba entre su propio armario, intentado encontrar algo bonito que me cupiese. Ella ya tenía el suyo listo, un vestido negro pegado que le quedaría de infarto, pero yo no era tan abierta como para enseñar tantas curvas a gente que ni siquiera conocía.

—Pruébate este.

Abrí la tela entre las manos, era de color granate y sin ningún patrón en él, así que me conformé y entré al baño. Mientras lo ponía, me di cuenta de que los hombros eran caídos, lo que enseñaba más pecho del que me gustaría, pero el vestido en sí era bonito y me quedaba bien. Se ajustaba a mi cintura y después caía amplio hasta la rodilla, aunque era un poco más largo por la parte de atrás.

Salí del baño y Natasha estaba recogiéndose el pelo de una forma muy elaborada, con un moño de bailarina en la parte de arriba.

Asintió cuando me vio y después comenzó a hacer su maquillaje. Después de una hora estábamos ambas listas. Ella me había maquillado de forma muy sencilla y yo me había rizado el pelo un poco más de lo que ya era al natural.

Eran las ocho de la noche y podía oír la música en el piso principal. Ambas cogimos el ascensor, y cuando salimos de él, pude ver ante mis ojos un mar de gente arremolinada por todos los lados.

Respiré hondo mientras Tasha corría a hablar con gente y yo miraba hacia los lados, incómoda. Me balanceé sobre los tacones negros y caminé hacia la barra. Intenté no chocar hombros con mucha gente, ni quedarme sorda por la música, hasta llegar al camarero y pedirle un vaso de agua.

—¿Agua? ¿No prefieres una copa?

—No, gracias. Sólo agua.

Él se encogió de hombros y me pasó un vaso de agua cristalina que llenó delante de mí. Lo bebí para intentar no marearme y después intenté encontrar entre el gentío a alguien a quien conociese.

Entonces, una mano se posó en mi hombro desnudo, y temblé. Clint me miraba con una sonrisa, y pude ver en sus ojos que no estaba borracho. Le devolví la mirada.

—Estás muy guapa, Ryn.

—Gracias, Robin.

Le miré disimuladamente. Tenía puesta una camisa blanca y una chaqueta de cuero encima. Estaba guapísimo.

—Ya veo que no bebes —rio señalando mi vaso de agua.

Yo sonreí sin saber qué decir y tragué saliva.

—Hace mucho que no estoy en una fiesta —confesé.

Él asintió y se rascó el cuello. Después masculló algo que no pude oír.

—¿Qué? Perdona, se me escapó eso.

Clint volvió a asentir y se mordió los labios. De repente parecía muy nervioso.

—¿Quieres bailar?

Se me fue el aire y me quedé en blanco. Entonces asentí, porque no sabía que responder, y él me cogió del brazo con una sonrisa enorme. Dejé el vaso en la barra y lo seguí a la pista de baile. No recuerdo la canción que bailamos, pero fue divertido. Él bailaba intentando hacerme reír y lo conseguía.

Entonces, mientras nos acercábamos y él me daba vueltas de forma tonta, y chocábamos con gente, la música paró y la voz de Stark se escuchó por los altavoces.

—Quiero dar las gracias a Aeryn Boudreau, la nueva adición a los Vengadores, por ayudarnos a dar un paso adelante en nuestra misión. Gracias, preciosa, esta fiesta es para ti.

La gente aplaudió y mis mejillas se sonrojaron. Clint rio y me abrazó. Entonces la música regresó y él y yo bailamos hasta que nos dolían los pies.

Mis ojos se perdían en los suyos y los suyos en los míos, como si el negro de sus pupilas dijese todo lo que su boca no se atrevía a confesar.


FELT IT ━ Clint BartonWhere stories live. Discover now