x. Sintiéndolo

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Sus ojos me miraban con precaución mientras su mano soltaba mi muñeca despacio, como si dejarla ahí demasiado tiempo fuese a quemar mi piel

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Sus ojos me miraban con precaución mientras su mano soltaba mi muñeca despacio, como si dejarla ahí demasiado tiempo fuese a quemar mi piel.

—No es que tengas que decir que sí —comenzó—, pero si quieres, puedes venir conmigo.

—¿Ir a dónde?

—A mi hogar.

De una forma u otra, la chica de la que estaba enamorado había terminado en el asiento del copiloto de mi camioneta

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De una forma u otra, la chica de la que estaba enamorado había terminado en el asiento del copiloto de mi camioneta. Basta decir que me sentía el hombre más afortunado del mundo en ese momento. Nunca había traído a nadie —menos a una chica—, a una de mis "despedidas", pero Aeryn no era cualquiera. Me rompía el corazón el hecho de que no tuviese a nadie de quien despedirse, y había visto el dolor en sus ojos cuando Fury la había tratado como a una más.

Su pelo hondeaba al viento mientras miraba por la ventana. Me imaginaba que ella ya casi no recordaba lo que era el campo y las carreteras vacías de las granjas perdidas del estado de Nueva York, pero allí, sonriendo, cantando las canciones de la radio y el Sol arañando su rostro, me parecía que mi camioneta y el atardecer le quedaban que ni pintados.

—¿A qué estás esperando? —cantaba—. Parece que nunca consigues pasar de la puerta, y ¿de quién te escondes? No es vida vivir como si estuvieses huyendo. ¿He pedido demasiado? Lo único que quiero es tu amor...

La miré de reojo sin despegar la mirada de la carretera, e intenté, sin éxito, no seguir cayendo a sus pies.

Clint aparcó la camioneta en el exterior de una granja de tejas rojizas, rodeada de un huerto y terrenos llenos de pasto de un verde intenso

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Clint aparcó la camioneta en el exterior de una granja de tejas rojizas, rodeada de un huerto y terrenos llenos de pasto de un verde intenso.

Me bajé de la camioneta blanca de un salto y seguí a Clint hasta la puerta. Nada más abrirla, un perro de pelo dorado se abalanzó sobre él y le comió la cara a besos. No pude evitar sonreír al ver cómo el golden retriever quería a Clint. El perro después se giró hacia mí y le acaricié la cabeza suavemente.

—Ese es Lucky —me indicó Robin mientras entraba a la casa.

Yo le seguí con el perro pisándome los talones. El interior estaba bastante ordenado, decorado de una manera rústica y bastante casual. Clint se hizo paso por la entrada hasta la cocina, donde un hombre bastante parecido a él se encontraba. Tenía el pelo más grisáceo y algunos más años encima, pero los mimos ojos verdes azulados de Clint.

Los dos hombres se abrazaron entre risas y se dieron palmadas en la espalda, mientras yo observaba algo incómoda. Entonces, ambos se giraron hacia mí.

—Hola, encantada —musité.

—¡Clint! —exclamó el hermano mayor de mi amigo—. ¡Por fin me presentas a tu novia! Qué chica mas guapa. Encantado, soy Barney.

Me sacudió la mano de forma muy efusiva mientras Clint negaba con la cabeza.

—No es mi novia, Barney. Aeryn es una de mis compañeras de trabajo.

—Oh —a él se le borró la sonrisa por un instante, pero después no tardó en recuperarla—. Ya veo, perdona.

—No te preocupes —le respondí.

Clint sacó dos cervezas de la cocina para él y su hermano y a mí me dio una Coca Cola.

—¿No bebes? —me preguntó Barney.

Negué con la cabeza y él asintió. Después, comenzamos a hablar de los viejos tiempos entre los Barton, de el hecho de que no se ven mucho debido al trabajo de Clint y de cómo adoptaron a Lucky. Después de tres horas hablando y riendo con aquellos dos, comenzaba a pensar que quizás sí había encontrado mi lugar en el mundo.

Esa misma noche, después de unos buenos filetes como cena, Clint me llevaba hasta mi habitación. Yo cargaba con mi bolsa de deporte, que contenía mis enseres personales  y él llevaba una sonrisa algo borracha en la boca.

Me miró sonriente mientras abría una puerta y me señaló una cama matrimonial en una habitación humilde. Dejé la bolsa en la cama y me giré para darle las gracias.

—No hay problema.

Me sonrió y después nos miramos un rato. Se mordió el labio y acabó dejando un beso en mi frente. El corazón me danzó en el pecho y ambos nos sonrojamos.

—Buenas noches, Robin.

—Buenas noches, Ryn.

A la mañana siguiente, el amanecer del Sol me despertó. Me levanté con energía y abrí la ventana, el olor a campo entró en la habitación y no pude evitar sonreír. Me puse una muda de ropa cómoda y salí de la habitación. Cuando llegué a la cocina, había un café Barton con una nota a su lado.

"¡Buenos días, dormilona! Barney y yo hemos salido a pasear con Lucky por los alrededores, volveremos pronto. Espero que te guste el café.

Clint."

Miré el reloj, que apunta a las seis y media, y pensé que tampoco había dormido tanto, pero tomé el café con una sonrisa y me paseé por el salón. Estaba lleno de fotos de los hermanos Barton y de lo que supuse que eran sus padres. Encontré una foto de Clint de pequeño, y no pude evitar sonreír. Seguía teniendo la misma sonrisa.

Cuando me di cuenta, me había acabado el café y la puerta principal estaba abriéndose. Lucky se acercó a mí moviendo su cola con energía y yo le acaricié la cabeza, sonriendo.

—Buenos días, Ryn.

—Buenos días, chicos.

—Oh, buenos días, buenos días —Barney parecía aún más despistado que Clint.

—¿Cuáles son los planes para hoy? —le pregunté a Robin.

Él me miró con una sonrisa.

—¿Qué tal suena una aventura?

FELT IT ━ Clint BartonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora