viii. Nada rompe como un corazón

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Nick Fury interrumpió nuestro contacto visual

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Nick Fury interrumpió nuestro contacto visual.

—Buenas noches, equipo —empezó él, aparentemente ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor —. Aeryn se reincorporará al equipo para una última misión. Su unión será provisional; he considerado su experiencia muy útil para poder encontrar al líder de "La Mano". Debemos de desarticular la organización terrorista desde arriba.

Observé caras de felicidad por parte de Banner y de Thor, sorpresa desde los rostros de Natasha, Tony y Steve y una seriedad indefinida en los ojos de Clint Barton.

—¿Dónde has estado todo este tiempo?

La voz de Natasha casi me hace sonreír. Había echado a mi amiga de menos. Nick respondió por mí.

—La señorita Boudreau fue enviada a unas instalaciones en Oregón tras su última misión —el hombre se giró hacia mí y susurró—. Volveré en unos días para hablar contigo sobre lo que pasará tras la misión.

Asentí y fue entonces cuando Clint habló.

—¿Entonces te fuiste voluntariamente? ¿Volviste a esconderte y nos diste la espalda?

Su cara se estaba tornando roja por la ira y mi corazón latía angustiado al darme cuenta de que lo que yo más temía se había hecho realidad: Clint Barton no me iba a perdonar nunca que no me hubiera podido quedar. Y tampoco creía que fuese a ser capaz de convencerle de que quedarme a su lado era lo único que yo quería hacer.

—La señorita Boudreau tenía órdenes de venir con nosotros tras comprobarse que no era completamente apta para la iniciativa Vengadores —Fury recogió su maletín y se volvió a poner el abrigo—. Debo irme, pero volveré en unos días para hablar sobre la misión. Descansen.

Entonces, Nick Fury volvió a dejarme sola con los Vengadores. Podía seguir viendo los ojos de Clint, llenos de dolor y de angustia. Me dolía el pecho, como si me estuvieran ahogando. Quería llorar.

—Es muy tarde —dijo entonces Steve, rompiendo el silencio de la habitación—. Te acompañaré a tu habitación, Aeryn.

Cogí mis maletas y salí de la habitación sin decir nada. Subimos al piso catorce y Steve abrió la puerta por mí.

—Nadie más ha dormido aquí desde que te fuiste. Estábamos esperándote.

Negué con la cabeza.

—Me odia, ¿verdad?

Steve me puso una mano en el hombro y me lo apretó, mirándome con sus ojos amables.

—Verte ha sido un shock para todos, Aeryn —asentí—. Dale unos días. Y descansa, mañana vas a tener un día muy largo.

Así, volví a mirar por el ventanal, tal y como lo había hecho en mi primera noche en la Torre de los Vengadores. Me metí en la cama y lloré para calmar mi corazón angustiado hasta dormirme.

 Me metí en la cama y lloré para calmar mi corazón angustiado hasta dormirme

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Las flechas se estrellaban en el centro de las dianas una y otra vez. Por supuesto que lo hacían; yo era Clint Barton: un hombre con vista de halcón, dedicado completamente a su trabajo, y ahora, también un hombre perdido. Mientras disparaba, sentía un dolor inhumano en el pecho. No había podido dormir en toda la noche, sabiendo que ella estaba allí, en la habitación enfrente de la mía, de nuevo.

Recordaba todo lo que había llorado cuando se había ido. Recordaba las noches en vela, bebiendo, las mañanas de lágrimas y resaca. Recordaba todos los momentos en los que casi había estado dispuesto a darlo todo: todo por verla de nuevo, por amarla, por besarla, aunque fuera una última vez. Pero había vuelto al trabajo. Había combatido en Sokovia y ahora debía de atenerme a las consecuencias.

Entonces oí la voz de Wanda, hablándole.

—Tú eres Aeryn, ¿verdad?

Aeryn seguía golpeando el saco, pero después se detuvo para contestarle. Su voz fue como otra puñalada al pecho.

—Sí. ¿Quién eres tú?

—Wanda Maximoff: nueva adición al equipo.

Siguieron hablando, pero yo retracté el arco y caminé hacia ellas a través del gimnasio.

—Wanda —dije, y ella me miró—. Steve te buscaba esta mañana —mentí.

Me sonrió y se giró hacia Aeryn de nuevo.

—Bueno, nos vemos luego.

—Sí, adiós.

Aeryn se giró hacia mí una vez que Wanda se había ido y elevó una ceja. Había estado haciendo boxeo y no se había vendado los nudillos. Probablemente tampoco había calentado antes.

—¿Haciendo amigos? —le pregunté con ironía. Se me empezaba a nublar la vista.

—Ya veo que no habéis tardado mucho en remplazarme —dijo ella, golpeando el saco otra vez.

—Ya veo que no pareces muy afectada por abandonarnos como lo hiciste —le solté.

Sacudió las manos y me miró apretando la mandíbula. Sus ojos verdes relampagueaban. Estaba enfadada, pero yo lo estaba más.

—¿Cómo puedes decir eso? —me miró con estupor.

—¿Cómo pudiste hacernos eso, Aeryn? —me acerqué a ella, perdiendo las maneras y la compostura—. ¿Cómo?

—¡Yo no lo decidí! ¡No lo entiendes, arquero estúpido! ¡Me sacaron de aquí a la fuerza!

Entonces comenzó a llorar y me aparté como si me hubieran dado una bofetada. Se cubrió la cara y mi cuerpo comenzó a temblar de dolor. Su presencia me angustiaba y sus lágrimas me enfurecían; pero en vez de parar, pagué mi enfado con ella.

—¡Tú eres la estúpida! Siempre queriendo ser el centro de atención, la heroína, rompiendo las órdenes más sencillas. ¡No me extraña que te sacaran de aquí! ¡No vales para nada! ¡Eres una inútil! —Le escupí. Se destapó la cara y para entonces los dos estábamos llorando.

—¡Eres un gilipollas, Barton! —se le rompió la voz.

—¿Yo? ¡Pensé que éramos tu familia! ¿Y así nos lo pagas? ¿Usándonos para escapar de S.H.I.E.LD.? —dejó de mirarme mientras le gritaba—. Lo sé todo, Aeryn —apreté le arco y gruñí—. No sé cómo pude llegar a pensar que me amabas.

Entonces nuestros ojos llenos de lágrimas se encontraron y lo comprendí. Aeryn no me amaba: sólo se amaba a sí misma. Por eso nos estaba utilizando para ser libre. Si alguna vez me había querido, nunca había importado lo suficiente como para volver. Así que me giré y me fui, con los ojos escociéndome, y dejando a Aeryn sola en el gimnasio con sus sollozos inundando la habitación.

FELT IT ━ Clint BartonWhere stories live. Discover now