FELT IT | Clint Barton creía que era incapaz de sentir. Estaba completamente volcado en su trabajo hasta que ella llegó a su vida y rompió sus esquemas. Aeryn Boudreau había hecho que Ojo de Halcón sonriese, se enfadase, dudase y que su corazón le l...
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Clint Barton estaba cansado de muchas cosas. Quizás por eso se encontraba en la cocina, tomándose un café Barton en silencio. ¿Notaban los demás que él ya no estaba bien? ¿Notaban que desde que Aeryn se había ido, la vida sólo se había complicado para Clint? Él ya no sabía lo que quería. ¿Quería retirarse e irse a vivir con su hermano y con su perro, al cual ya no le quedaban muchos años de vida? Clint Barton no lo sabía.
Parte de él seguía esperando a reunirse con Aeryn, y parte de él sabía que eso nunca pasaría.
Clint aún recordaba muy bien el día en el que había ido a la oficina de Nick Fury y le había confrontado. Él no le había dado muchas explicaciones, y solo se había limitado a explicarle que Aeryn no había acabado siendo apta para la iniciativa, después de poner la vida de todos en peligro al no obedecer las órdenes del Capitán. Clint había intentado convencerle, hacerle ver que ella había salvado al mundo de un arma de destrucción masiva, pero la decisión ya estaba hecha, y Aeryn estaba en otra parte del mundo, tomando parte en misiones diferentes y con un equipo diferente.
Así que a él sólo le quedaba esperar que sus caminos se cruzaran algún día, para poder mirarle a la cara y decirle que la quería. Que le hubiese gustado tener más tiempo a su lado para poder hacerla feliz y conocerla. Pero eso ya no iba a poder ser.
Natasha entró en la cocina y le dio una palmadita en la espalda a su amigo. Después de la ida de Aeryn, aquellos dos se habían vuelto a amigar sin necesidad de una conversación de por medio. Clint necesitaba de Natasha más que nunca, y ambos habían dejado atrás el ego y habían vuelto a ser los amigos de siempre.
Ahora, su vida se resumía en la rutina: salvar inocentes, desarticular organizaciones, parar a los malos. La vida que antes le hacía tan feliz ahora le consumía.
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No me quedaba mucha paciencia. Richards no paraba de parlotear en la sala de juntas, y yo sólo quería largarme de allí para poder ir a entrenar. Aquel hombre tenía un ego tan grande como Tony Stark, pero ningún logro sobresaliente en su historial profesional: quizás por eso era un simple delegado de Nick Fury en aquellas instalaciones de S.H.I.E.L.D. en Oregón.
Volteé la cabeza mientras fruncía en ceño. Tenía una voz molesta, irritante, unos ojos verdes cansados y un pelo canoso que conjuntaba con sus arrugas. Todo de aquel hombre me molestaba, y yo sabía muy bien que yo le molestaba a él.
Pero entonces, y por primera vez, algo de lo que dijo me llamó la atención.
—Vamos a hacerle el trabajo sucio a los Vengadores en nuestra siguiente misión.
Nadie dijo nada. Ni siquiera yo. Sentía las miradas de reojo de mis compañeros en mí, pero no me importaba. No sabía si esto significaba volver a ver a Clint o no, pero iba a utilizar cualquier oportunidad para salir de allí.
