ix. Efecto placebo

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Después de horas llorando, me di una ducha

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Después de horas llorando, me di una ducha. Mientras me secaba el cuerpo, me calmé y apreté los dientes con gesto decidido. No tenía tiempo para aquello. Si quería construir a la nueva Aeryn, debía de empezar ahora. Con Clint o sin él: no había tiempo que perder.

Me miré al espejo, aún desnuda. Vamos, Aeryn: aún eres joven, eres preciosa. No le hiciste nada malo a Clint, y si él no puede perdonarte por querer ser libre es su problema. ¿Lo entiendes? Mis ojos ya no estaban rojos y no había rastro de lloros en mi rostro. Le sonreía al espejo y yo misma me sorprendí. Parecía cínica, seductora, madura, segura de sí misma. Esa era la imagen que tenía que dar al equipo: tenía que pretender que estaba aquí para trabajar y que la Aeryn débil ya no existía, ya no iba a volver.

Mientras me vestía, el cambio se hizo efectivo de alguna manera. Fue como si ponerme los vaqueros negros más ajustados que tenía, la camisa blanca y alisarme el pelo me hubieran hecho superar a Clint. No podría estar más equivocada: aquello era sólo un efecto placebo.

Sin embargo, me eché perfume y me calcé las botas de combate. Salí de la habitación y miré a mi alrededor, al pasillo vacío, y cerré la puerta tras de mí para caminar hacia los ascensores. Me metí en uno y le pedí a FRIDAY que me llevara a las cocinas. Por un momento, me sentí libre.

Vi a todo el equipo en la cocina, desayunando, esparcidos por toda la sala. Stark y Steve me dieron los buenos días y Bruce me sonrió. Cogí una manzana y caminé hasta a estar al lado de Natasha, que se tomaba un café, sentada en la encimera.

Me miró y me dio una sonrisa y un abrazo.

—Hola, preciosa —me dijo, subiendo las cejas—. Sí que te han sentado bien las vacaciones.

Había echado de menos su voz. Le sonreí y mordí la manzana. No pude evitar fijarme por el rabillo del ojo y usando mi vista extrasensorial, como Clint (sentado en uno de los sillones y bebiéndose un café Barton) me miraba de arriba abajo como un adolescente. Debió de darse cuenta y enfadarse, porque resopló y se fue. Natasha levantó las cejas de nuevo y soltó una risa corta y queda.

—Ya veo, así que intentas que a Barton se le caiga la baba —dijo mi mejor amiga—. Felicidades, lo has conseguido.

—No sé de qué me hablas —reí.

FELT IT ━ Clint BartonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora