19. Los Dos Bruno

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Me pidió subir al auto para llevarme a un sitio, pero aun no me quiere decir dónde, solo me dijo que quiere disfrutar de esta noche conmigo, y la idea realmente me encanta.

—Voy a chocar. — me dice de la nada y solo lo miro extrañada.

—¿De qué hablas? — pregunto sin entender.

—Es que te ves tan preciosa, que no puedo dejar de mirarte. — confiesa sonriente y no puedo evitar reír.

—Sí que pusiste cursi. — bromeo.

—No guapa, cursi no.... es que me traes loco. — se defiende mientras que con una de sus manos toma la mía.

—Tú también me traes loca, aunque no me agrada la idea de que no me digas donde me llevas. — le explico.

—Solo te diré que la pasaremos increíble. — asegura y de repente estaciona el auto en una calle.

Lo miro como queriendo adivinar que se trae entre manos, pero solo se baja del auto y da la vuelta hasta llegar a la puerta del pasajero para ayudarme a bajar. —¿Quién diría que serias tan caballeroso? — señalo sorprendida ante su acto.

—Eres mi novia, y te tratare como una reina cariño. — me asegura acorralando mi cuerpo entre el vehículo y su perfecta anatomía, la cual insisto fue tallada a mano.

—Mmmm... me agrada la idea. — admito y luego llevo mis brazos por encima de sus hombros y lo beso. El sabor de su boca se convirtió en una adicción para mí, además de que besa exquisitamente.

—Si no nos vamos ahora, juro que regresamos a casa. — advierte sobre mis labios y estoy completamente de acuerdo con él.

—Te entiendo perfectamente, vamos... no sé a dónde, pero vamos. — sentencio y como dos típicos enamorados que caminan por la calle tomados de la mano, emprendemos camino. Caminamos una... dos calles, y de pronto llegamos a la puerta de lo que parece una discoteca.

—Quiero bailar contigo. — me susurra al oído como todo un niño travieso, y a pesar de que no era esto lo que me esperaba, debo de admitir que me encanta la idea.

—Me encanta. — digo de la misma forma y reímos.

Así en medio de risas cómplices, entramos a la discoteca y para mi sorpresa es una muy chic, se nota que la gente que viene aquí es de alta clase social. —es la discoteca de un amigo. — explica y casi como si lo hubiera planeado, un hombre de cabello rubio y ojos azules se acerca a él.

—¡Bruno! ¡Tanto tiempo sin verte! — le dice entusiasmado y lo saluda.

—¡Hola Tomás! Lo sé, hace meses que no pisaba este lugar... Pero, déjame presentarte a mi novia. — dice tomándome por la cintura y acercándome más a él. —ella es Roció... Amor, él es Tomás, un buen amigo y dueño de este lugar. — nos dice y luego saludo amablemente a su amigo.

—Un gusto. — digo sonriente.

—Lo mismo digo. Amigo, muy guapa tu novia. — comenta y es un momento un poco incómodo.

—Lo es... demasiado para mi propio mal. — bromea y lo aniquilo con la mirada.

—¡¿Cómo es que dices eso?!— exclamo y ríe.

—Es que cariño, desde que entramos que no te dejan de mirar. — me dice y vaya que si sabe hacerme sonrojar.

—Exagerado. — me quejo entre risas.

Ellos se ponen a hablar de algunos amigos en común que tienen y puedo notar cómo es que el circulo de amigos del ahora mi novio, solía ser diferente al que yo conocí hasta ahora. Es como si fueran dos personas diferentes, uno el que conocí tocando música en un bar como todo un bohemio, y otro este quien se codea con gente que es dueña de discotecas, o nenes de papá como les llamo yo que viajan por el mundo.

«No estoy comprendiendo cuál de los dos es el verdadero, o si es que los dos conviven naturalmente en él.»

Amablemente, su amigo nos ofrece todos los tragos que queramos beber como cortesía de la casa, y después de unos minutos, nos alejamos para ir a una de las aéreas reservadas del lugar. Suena una bachata de fondo, y sin que yo me lo espere, mi novio me atrae hacia él y comienza a hacerme bailar este ritmo que nos hace mantener pegados. —¿Quién eres? — le pregunto confundida mientras nos movemos.

—Bruno Irrizabal.— responde sonriente.

—Eso lo sé, lo que no se es que significa eso. — confieso y sonríe.

—Significa que te amo sin importar nada, ahora ven y sigue dejándome disfrutar de tus sensuales movimientos. — es lo único que me responde y de verdad siento que me faltan piezas en este rompecabezas.

Admito que me da un poco de miedo ese mundo desconocido que también forma parte de él, pero por el otro lado, me es inevitable seguir sus pasos y sus besos así no sepa todo lo que conforma parte de su vida, supongo que es solo cuestión de tiempo y de adaptarme a todas las facetas que parecen ser parte de él.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Where stories live. Discover now