34. Juntos Otra Vez

3.8K 263 28
                                    

Parezco una tonta al sentirme tan nerviosa mientras que entro con él a su departamento y no sé si es porque han pasado cuatro meses o porque Bruno me vuelve a besar de esa manera tan jodidamente perfecta que puede hacer que me olvide hasta de mi nombre. Patea la puerta para que se cierre y sin darme tiempo a nada, me levanta en el aire haciendo que enrede mis piernas en su cintura —no sabes cuánto te he echado de menos— me dice con ese acento que me encanta y vuelve a besarme con más urgencia.

—Yo a ti— consigo decir en una breve pausa y de repente, siento que mi espalda choca con una pared y reímos.

—Lo siento— murmura, pero yo no le hago caso y simplemente comienzo a desabrochar los botones de su camisa gris. Su sonrisa me roba el aliento y sin darme tiempo a nada, su boca vuelve al ataque de la mía y mientras lo hace, continúa caminando por el departamento que no tengo ni idea de cómo es, porque no le estoy prestando atención ya que ni siquiera puedo concentrarme en cómo me llamo. Consigo abrir completamente su camisa y sin dejar de besarnos, cuelo mis manos por debajo de la tela a la altura de sus hombros y la voy deslizando hasta donde puedo en sus brazos —mi cama y yo te echábamos de menos— murmura y lentamente se inclina hasta hacer que mi espalda este ahora sobre el colchón «¿en qué momento llegamos aquí?» me pregunto en un breve instante, pero luego me pierdo en su boca una vez más y no hay tiempo para ninguna otra pregunta.

—Me hiciste mucha falta— confieso entre besos y termino de quitarse su camisa.

—Tu a mi... me quemaba no tenerte— susurra y sus manos acarician mis piernas de manera provocativa para después levantar la falda de mi vestido y llegar a mis glúteos.

No hay manera de describir la forma en que sus manos me tocan, me eleva, me hace desearlo aún más si es que es posible y entre besos y caricias, la cremallera de mi vestido es abierta por sus expertos dedos para después quitármelo. La forma en la que me mira es capaz de provocar un incendio veraz y aquí voy yo muriendo del deseo por sentirlo en mí una vez más. Mi mano se ubica en su nuca queriendo mantenerlo preso de mis labios y sus brazos rodean mi cintura para hacer que giremos en la cama en medio de besos y risas —tramposo— le reclamo y vuelvo a besarlo.

—Tienes el control esta noche— explica y eso era todo lo que bastaba que dijera para que convierta su cuerpo en mi propio parque de diversiones.

—Tú lo dijiste— advierto y bajo el efecto de su intensa mirada, mis labios comienzan un recorrido que da inicio en su cuello y terminan por liberar su cuerpo de la prisión en la que se había convertido su pantalón y bóxer. Su ropa cae sobre el suelo y él sabiendo lo que estoy por hacer, cierra sus ojos, pero al sentirme jugar con su hombría los abre y muerde su boca en respuesta.

—Ro...— intenta decir cuando mi maléfico juego comienza a llevarlo al límite del placer, pero no me detengo, simplemente continuo hasta que sus manos sujetan mi rostro —por favor cariño...— me pide y me toma hasta que regreso a su boca y nos volvemos a besar. Sus dedos expertos se van deshaciendo de mi ropa interior y su mirada me da a entender que ahora es él quien tiene la intención de jugar conmigo, pero niego.

—Tengo el control...— le recuerdo y sin más voy acomodando mi cuerpo sobre el suyo hasta hundirme en él y sentir que vuelvo a respirar.

—Joder...— murmura y con mis manos apoyadas en su pecho, comienzo a moverme encima suyo de una manera que nos va llevando a la locura.

Los gemidos, las respiraciones agitadas, los besos buscando respirar el aire del otro y el sonido de nuestros cuerpos en contacto, hacen eco en estas cuatro paredes excitándonos y robándonos la poca razón que nos queda —te amo— le digo entrecortado y él en un movimiento hace que volvamos a girar en esta cama hasta que queda sobre mí y me toma por la nuca.

—Yo a ti...— dice con desespero y sus envestidas toman un ritmo un poco más despiadado que me llevan hasta el límite y no puedo más que abrazarme a él mientras que siento que sus movimientos son más profundos y constantes. Mi cuerpo tiembla a causa del placer y el suyo me acompaña hasta que no queda nada más que este éxtasis que nos consume y que tanta falta nos hacía a ambos —no podía más sin ti...— murmura y me da un corto beso que es el resumen de todo lo que nos ocurre.

—Ni yo sin ti...— admito y después de un último beso, él sale cuidadosamente de mí y se acuesta a mi lado en esta cama para abrazarme contra su pecho y detener el tiempo así abrazados y sintiéndonos vivos una vez más.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Where stories live. Discover now