30. Una Nueva Primera Cita

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(3 días después)

Me vuelvo a sentir aquella chica que esperaba los viernes para ir a bailar con sus amigas, pero en esta ocasión, lo esperaba para saber qué es lo que Bruno estuvo preparando. Los días de trabajo se me hicieron eternos y no importaba cuanto intentara no pensar en él, siempre aparecía en mi mente dejándome saber que su recuerdo fue, es y será imborrable. Admito que el que me dijera que lo dejo todo por venir detrás de mi le jugo a favor y es que, si eso no es amor, ¿Qué lo es?

«No seas tan tonta, no caigas tan fácil otra vez.» me grita mi subconsciente en un intento por que la cordura no se vaya completamente de mí, pero cuando leo el mensaje que me envió esta mañana, mi voluntad se derrumba.

//Intentare regalarte una noche igual de hermosa que tú, pero dudo que pueda conseguirlo, no hay nada que pueda igualarte. Te amo. //

«¿Cómo se supone que debo intentar mantener mi postura cuando me dice cosas así?» me pregunto y decido no buscar respuesta para asegurarme que el vestido rosa pálido corto de seda que elegí, sea el correcto.

Me miro al espejo, acomodo mi cabello, me aseguro que mi maquillaje este bien y mientras termino, alguien golpea a la puerta —hija, llego el chico este español. — dice mi madre haciéndome reír.

Rápidamente abro la puerta encontrándome con mi mamá sonriéndome —¿lo dejaste pasar? — pregunto y solo espero que Bruno no hable de mas, obviamente no les conté a mis padres todos los detalles de él.

—Sí, tu papá le está dando la advertencia usual que le da a todos los chicos que pisan esta casa. — me dice divertida.

—Déjame pasar. — respondo entre risas y rápidamente tomo mi bolso y mi abrigo para después bajar a la sala.

Al llegar a la sala, mi mirada y la de Bruno se cruzan de una manera que dicen demasiadas cosas, él se ve guapísimo con su pantalón negro de vestir, camisa gris y su cabello peinado de esa manera tan peculiar que él lo peina haciendo que parezca desordenado —señor Buschiazzo, permítame decirle a su hija que ve espectacularmente hermosa esta noche. — le dice y después se acerca a mí para tomarme de la mano y así como todo un caballero, besa el dorso de mi mano tomándome por sorpresa.

—Gracias, espero que mi papá no haya sido muy pesado contigo. — comento un poco avergonzada.

—En absoluto, fue muy amable conmigo, gracias por la confianza señor Buschiazzo. — le dice mirándolo y mi padre sonríe.

—Leandro, puedes llamarme Leandro. — le dice y esto es nuevo.

«¿A mi papá le agrada Bruno?»

—Señora, un gusto conocerla a usted también y permítame decirle que ahora se de quien ha heredado Roció los hermosos ojos que tiene. — le comenta y la sonrisa de mi mamá es algo que no esperaba.

—Muchas gracias Bruno, por favor cuídala y disfruten de su noche. — responde mi mamá y ahora sí que no entiendo nada, «¿en qué momento se ganó la confianza de ellos dos?»

—Lo hare, no se preocupe. — responde amablemente y me mira —¿vamos? — me propone y simplemente asiento para después tomar su brazo y así salir de la casa.

—¿En qué momento te ganaste la confianza de mis padres de esa manera? — pregunto sin entender nada.

Él sonríe triunfal, me mira y hace que nos detengamos en la acera —desde que tu padre me dijo que era ingeniero y yo le dije que era arquitecto, de inmediato conectamos y nos pusimos a conversar mientras que tu madre iba por ti. — me explica y admito que es una buena jugada —por lo que veo no les has hablado de mí. — continúa diciendo.

—Asi es. — respondo fría.

—¿Puedo saber por qué? — cuestiona sin apartar esos ojazos negros de mí.

—No creía que te volvería a ver. — confieso.

Él se acerca a mí, coloca una de sus manos entre mi cuello y mi rostro y su boca se va acercando peligrosamente a la mía —así te hubieras ido a la Antártida, juro que iba detrás de ti. — sentencia y cuando creo que me está por besar, él se aleja —mejor vayamos, se nos hará tarde. — termina de decir y por dentro tengo ganas de matarlo, aunque se supone que soy yo la que se tiene que hacer la difícil, ¿no? 

—¿Me dirás donde me llevas? — pregunto cuando volvemos a caminar hacia su auto.

—No. — responde sin dudar.

—¿Por qué? —

—Porque es una sorpresa... déjame jugar a ser el hombre de tus sueños por una noche. — me pide y rio.

—¿Solo por una noche? — le pregunto a modo de reto y cuando está a punto de abrir la puerta de su auto para que suba, él decide acorralarme entre su auto y su cuerpo haciendo que mi respiración se agite.

—Puedo serlo toda la eternidad si quieres, pero comencemos por esta noche y después me dices si quieres más o no. — me propone y aquí estoy nuevamente perdiendo la voluntad.

—Señor eternidad... ábreme la puerta y deja de querer voltear el juego a tu favor. — le exijo haciéndolo reír.

—Como usted guste señorita Rocio. — me dice travieso y finalmente abre la puerta para que yo pueda subir y así llevarme a donde solo él sabe.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora