21. Eres Irresistible

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Al día siguiente:

Giro en la cama buscando su abrazo, pero él no está... Abro mis ojos lentamente y la luz que entra por el ventanal me deja casi ciega. Giro hacia el otro lado y el reloj anuncia que son las once y treinta de la mañana, seguramente se fue, «¿pero a donde hoy es feriado?» Me siento en el borde de la cama, y busco mi camisón que quedo tirado en algún sitio de esta habitación, pero para mi sorpresa, lo veo doblado sobre la cajonera me pongo de pie, y me dispongo a buscarlo cuando la puerta de la habitación se abre y él me mira de pies a cabeza. Trae una bandeja con comida en sus manos y solo lleva puesto ese bóxer que anoche le quite. «Se ve tan sexy...»

—Esto es lo que yo llamaría entrar a la habitación en el momento justo. — comenta y me mira detenidamente.

No me molesta para nada estar completamente desnuda frente a él, pero al ver que trajo algo de comer, decido colocarme el corto camisón negro. Su cara cambia completamente y rio —¿No pretenderás que coma así desnuda? ¿no? — pregunto mientras me acerco a él.

—Bueno... por mi encantado. — bromea.

—Yo también estoy encantada de que estés tan solo con tu bóxer puesto. — le confieso y tomo la bandeja de sus manos, la coloco sobre la cama y lo vuelvo a ver. —Vaya, hasta el almuerzo preparas...—

—Para que veas que se cocinar. — comenta sonriente y sus brazos atrapan mi cintura para atraerme a su cuerpo.

—Arquitecto, músico, cocinero... ¿Qué más me falta? — cuestiono acercándome a sus labios.

—Loco enamorado de ti...— responde sonriente y me besa.

—Me encanta...— admito sobre sus labios.

—Y a mí me encantas tú... ¿pensaste en lo que te propuse anoche? — me pregunta haciéndome reír.

Sin que él se lo espere, me alejo de él y me siento en la cama. Lo miro detenidamente y le doy una media sonrisa —¿la convivencia incluye que tú me traigas el desayuno o en su defecto el almuerzo así desvestido? — indago pícaramente mientras aprecio el erótico paisaje que es verlo semidesnudo frente a mí.

Todos sus músculos son un espectáculo digno de ser admirado... su boca ni se diga... ¿y esos ojos? «Es que debería ser ilegal ser así de guapo...»

Camina hacia la cama, apoya sus dos manos en el colchón e inclina su cuerpo hacia mí —si me dices que sí, te cocino hasta denudo si quieres. — responde entre risas y me contagia.

—Eso sí que es tentador. — bromeo...

—De verdad quiero que vivamos juntos... me estoy acostumbrando a amanecer contigo cada mañana y si te soy honesto no quiero sentir nunca más ese vacío en la cama cuando tú no estás a mi lado. — me dice cerca de mis labios y no sé cómo puedo resistirme a él.

—¿Tu piso o el mío? — pregunto y el ríe feliz.

—¡El que tú quieras! — responde mientras se sube a la cama y se sienta a mi lado.

—El tuyo... estuviste en este edificio por más tiempo. — sugiero y él asiente.

—El mío entonces... ¡Te amo! — dice tomándome por la cintura y comienza a besarme como un loco.

—¡Yo a ti! — digo entre beso y beso —amor, espera...— le pido al sentir que vamos cayendo sobre el colchón —¡La comida! — comento entre risas y él se detiene.

—Comamos eso y luego seguimos con nuestra celebración... ¡que feliz que me haces! — dice mientras me ayuda a sentarme nuevamente.

—Tu a mi amor... es que eres increíble...— le digo con sinceridad, pero sé que en algún momento vamos a tener que hablar de a mí me toca irme de España en algunos meses...

—Roció, no sé qué has hecho conmigo, pero aquí me tienes... soy todo tuyo para que hagas lo que quieras de mí. Solo te pido que no me rompas el corazón. — me pide como si fuera un niño herido y solo puedo tomar su rostro entre mis manos.

—Jamás te hare daño. Te amo demasiado y yo tampoco sé que me hiciste, pero aquí estoy diciéndote que si a toda esta locura que no esperaba que llegara a mi vida y mucho menos aquí en España.— le confieso y una enorme sonrisa se dibuja en su rostro.

—La vida tuvo que importarme a mi novia. — bromea mientras acomoda los platos para que comamos.

—¿Y a mí? Es que tuve que mudarme de país para encontrar a un hombre que me hiciera creer en el amor nuevamente... — confieso.

—Es que los españoles somos irresistibles. — dice entre risas.

—Tú eres irresistible...— aclaro y sin que se lo espere me lanzo a sus brazos.

—¿No era que íbamos a almorzar primero? — pregunta entre risas.

—Eso se puede calentar en el microondas...— le digo y comienzo a besarlo como una loca.

—Pero, yo no....— dice entre besos y debo detenerme para reírme. —pero tú lo haces muy bien. — dice y creo que vamos a tener que limpiar el piso también porque algunas cosas de la bandeja comienzan a caerse, pero eso puede esperar también....

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Where stories live. Discover now