35. ¿Para Siempre?

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(Al día siguiente)

Abro mis ojos aun queriendo poder dormir un poco más, pero me es imposible, la luz del sol que se cuela por la ventana hace que seguir durmiendo sea prácticamente una obligación. Me giro en la cama haciendo que la sabana se enrede un poco más en mi cuerpo y al notar el espacio vacío, me despierto completamente «¿Bruno?» me pregunto levantándome de la cama y busco su camisa en el suelo y me la coloco para después salir de la habitación. Por primera vez observo un poco los detalles del departamento y debo admitir que está muy bien decorado y ordenado.

Al llegar a la cocina, allí esta él de espaldas con su pantalón de pijama preparando el desayuno y la imagen definitivamente es digna de ser admirada. Observo su trabajada espalda, los pocos lunares que tiene en ella y la manera en que sus músculos resaltan en los lugares precisos para hacerlo más sexy de lo que ya es.

—Buenos días— digo finalmente y de inmediato él se da la vuelta para verme.

—Muy pero muy buenos días...— rebate con una sonrisa que me derrite y con esos ojos negros que son capaces de desarmarme, me mira de pies a cabeza —ufff... como te queda mi camisa— comenta acercándose a mi hasta que se aferra a mi cintura con uno de sus brazos y me pega a su cuerpo para después besarme apasionadamente —¿Cómo amaneciste? — pregunta sobre mis labios después de dejar mis defensas por el suelo con ese beso que acaba de darme.

—Perfectamente bien, y ahora que me besas así... mucho más— respondo divertida y vuelvo a besarlo —¿y tú? — cuestiono y sin poder evitarlo, enredo mis dedos en su cabello desacomodándolo un poco más haciéndolo reír.

—¿Qué haces? — me pregunta entre risas mientras sigo moviendo su cabello.

—Amo tu pelo— confieso sonriente.

—Yo te amo a ti— rebate y me amarra con más fuerza a sus brazos —te prepare el desayuno— dice y mira hacia atrás de nosotros.

—Creí que tu serias el desayuno— comento divertida.

—El desayuno después del desayuno— me corrige y de alguna manera me arrastra con hasta la encimera donde está todo preparado—

—Si me sueltas, quizás podemos ir a sentarnos a la mesa y desayunar— propongo y su gesto me hace reír. 

—Como no me queda de otra... lo hare— murmura y sus brazos como por arte de magia me sueltan para después llevar el increíble desayuno que preparo a la mesa.

Observo el esmero que puso en exprimir el jugo de naranja, en preparar el café, las tostadas y hasta para cortar la fruta y me siento la mujer más especial del mundo —eres muy detallista y romántico cuando quieres— lo halago mientras comienzo a probar todo lo que ha hecho.

—Que sepas que solo contigo he sido y seré siempre así— me explica con orgullo.

—¿Ah sí? ¿O sea que nunca fuiste así con otras mujeres? — pregunto a modo de reto.

Lo veo sonreírse y de inmediato me contagia —por ninguna me mude de país, ¿cuenta? — me pregunta divertido y debo admitir que ahí si tiene razón.

—Punto a favor— rebato y me mira de una manera tan especial que no puedo con él...

—Ya ves, tú me has cambiado completamente y te juro que no quiero volver a ser el mismo de antes—

—De todas maneras, me gusta mucho quien eres de por si... o sea, no que seas mujeriego— intento explicarme y reímos —me refiero a que seas así especial conmigo y sexy... y que tengas ese no sé qué... que me encanta— admito bajo el efecto de su hermosa e intensa mirada.

—Me gusta que te guste, pero dime una cosa...— dice dejando la frase en el aire.

—¿Qué? —

—¿Cuándo mudas tus cosas aquí? — me pregunta finalmente haciéndome reír.

—¿Era una propuesta inmediata la que me hiciste anoche? — cuestiono un tanto sorprendida.

—Sí, te pregunte si querías que viviéramos juntos y me dijiste que si...—

—Pensé que sería en algunas semanas— explico y niega con la cabeza.

—¡No! ¡¿Cómo crees?! — rebate entre risas —era ya, tipo... hoy o mañana— bromea.

—¡Que ansioso que eres! — me quejo entre risas.

—Enamorado— me corrige.

—Bueno señor enamorado... déjame hablar con mis padres y decirles que me vuelvo a ir de su casa y traigo mis cosas, ¿te parece? — propongo.

—Puedo ir contigo si gustas— propone entusiasmado.

—Está bien, ven conmigo— acepto y me mira con picardía.

—Después de terminar el desayuno después del desayuno— bromea en un tono seductor que me deja saber que este departamento se convertirá en testigo de besos interminables y momentos mágicos que crearemos juntos una vez más en este nuevo intento por estar juntos que espero que sea el último para convertirse en un "para siempre" entre nosotros dos.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora