Capítulo 6

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Tener cuatro citas en menos de catorce horas no debía ser algo difícil

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Tener cuatro citas en menos de catorce horas no debía ser algo difícil.

¿Cierto?

Catorce horas le deba un margen de tres horas y media con cada acompañante. Aunque claro, en la mañana solo usaría dos horas y podía repartir media hora para los otros tres; pero también necesitaba unos veinte minutos para almorzar —afortunadamente no se había encontrado un quinto acompañante— y un pequeño margen para llegar a los encuentros de cada cita, porque algunos estaban algo alejados entre sí...

Era pan comido.

Al menos eso se mentía Izuku al mirarse al espejo, preparándose para salir a desayunar con Kirishima en la mañana del sábado.

No regresaría a su casa hasta entrada la noche, y no quería lucir demasiado arreglado a las nueve de la mañana —o pensarían que era un culisuelto que apenas volvía de la fiesta del viernes— pero tampoco podía lucir como un vagabundo para sus citas de la tarde.

Además, Inko sospecharía. Él no quería que su madre supiese de su lado mañoso que se encontraba con cuatro hombres distintos a lo largo de un solo día.

Kirishima le envió un mensaje de que ya estaba esperándolo afuera con el carro, e Izuku trató de fingir que estaba en una telenovela romántica en la que su galán pasaba a buscarlo para vivir una aventura juntos.

Solo que la aventura era ir a desayunar al Suneater.

El auto de Kirishima era rojo —para variar— y llevaba la ventanilla baja, en la cual apoyaba su codo de manera casual.

También llevaba gafas de sol. Y la chaqueta del equipo.

—Hola, guapo —Kirishima hizo una voz que simulaba ser sensual—. Escuche que te gustaban los chicos con carro propio.

—No es algo a lo que le dé importancia —rio.

—Uf, ¡menos mal! Porque no es mi auto, es de mi tío Taishiro.

Izuku rio, mientras se acomodaba en el asiento del copiloto. Si ya se veía ñoño tratando de ajustarse el cinturón de seguridad debió haber quedado como un perdedor en cuanto enganchó la hebilla en su sweater.

—Maldición —murmuró Izuku.

—Anda, déjame que te ayudó.

En lo que Kiri agachó la cabeza para ayudarlo, las gafas se le salieron y fueron a parar entre las piernas de Izuku —, en ese exacto lugar que a él no le gustaba mencionar. Y Eijirou era un descarado o tal vez no se había dado cuenta o no le importaba, pero estiró su mano para recogerlas y...

Acabó rozando el pedazo de pantalón que cubría la entrepierna de Midoriya.

—Bueno, joder —exclamó Kirishima con las mejillas enrojecidas—. ¡Mierda! ¡Perdóname, Midoriya...! ¡Te juro que no fue intencional!

La fantasía de amarte [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora