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Daegu, 2004.

Definitivamente Yoongi era el hijo que los Min siempre hubiesen querido tener. Era educado, amable, inteligente y muy servicial. A sus once años el pequeño ya se había ganado el corazón de la familia y de los allegados de la misma. 

Tenía una vida bastante acomodada, estudiaba en un colegio de élite, tenía muchos amigos, salía con los Min en representación de la familia como si fuera su propio hijo, tenía su propia habitación en la casa principal e incluso un cuarto de juegos para él. ¿Qué más podía pedir?

Bueno, sí había algo que le faltaba. 

Su madre.

— No llores más, Yoongi —Le dijo su amigo Hoseok palmeándole el hombro mientras el más bajo lloraba desconsoladamente —Seguramente tiene sus razones...

— ¡No, no y no! —Chilló con enojo, sus ojos estaban rojos y apretaba la mandíbula para contener la rabia —¿Por qué se fue así? ¿¡Por qué!? —Apretó la carta que tenía en sus manos y releyó la última frase.


Creo que es mejor para ti estar con ellos, no soy la madre que mereces.


— ¿Suga? ¡Suga! —Ambos escucharon la voz de la señora Min levantarse en el patio buscando desesperadamente al chico —Ven aquí, mi ángel.

Yoongi no tenía ganas de nada, ni de levantarse del césped donde reposaba llorando junto a su amigo.

— Te está buscando, deberías ir —Le comentó su amigo ayudándolo a levantarse.

— Espera... —Se tambaleó un poco —Estoy algo mareado.

— ¡Suga! —La señora seguía llamando y sus pasos se escuchaban cada vez más cerca.

— ¡Voy! —Gritó el chico despidiéndose de Hoseok —Adios, Hobi.

— ¿Mañana vendrás a mi casa? —El otro estaba muy preocupado por su amigo pues nunca lo había visto llorar y sabía que necesitaba consuelo luego de enterarse esta mañana que su madre lo había abandonado. 

— No lo sé, no tengo ganas.

— ¡Vamos! Somos vecinos, en dos minutos estás en mi casa, podemos jugar, comer pizza... ¡molestar a Mickey y...

— Hobi, lo siento... —Dijo cabizbajo —Nos vemos —Y dejó a su amigo con la palabra en la boca para ir directo a donde estaba la señora Min.

— ¡Ahí estás! —Dijo ella con el rostro preocupado yendo directamente hacia él para enredarlo en sus brazos —Estaba muy preocupada, tengo horas sin verte y... —La señora Min se detuvo cuando escuchó los sollozos apagados de Yoongi en su pecho —¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? —Preguntó horrorizada.

— Mi... mi m—mamá... —No podía decirlo. No podía admitir que su mamá lo había dejado.

— ¿Tu mamá? —Yoongi le pasó la carta y la señora Min se llevó una mano a la boca sorprendida por lo que leía —No te preocupes, nosotros te cuidaremos, te daremos todo lo que necesitas y nunca estarás triste, Suga —Lo abrazó tan fuerte que casi le hizo daño.

Yoongi empezó a llorar con más fuerzas mientras abrazaba a aquella amable señora que siempre había velado por él.

— Vamos adentro, te prepararé algo ¿quieres? —Dijo limpiándole las lágrimas de las mejillas —Vamos... estarás con nosotros de ahora en adelante.

El pequeño tenía el corazón roto y aunque se lamentaba por todo lo que le estaba pasando halló un poco de consuelo en saber que por lo menos existía una persona que lo amaba como si fuera su hijo. 

Porque sí, la señora Min amaba a Yoongi.

Lo amaba de verdad. 

neon → min yoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora