Epílogo

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El olor del café le inundó las fosas nasales haciendo que se despertara lentamente, siendo atraído por el delicioso aroma. Se quitó las sábanas de encima y cuando miró hacia un lado notó que ella no estaba a su lado.

  — ¿Has despertado? —Preguntó ofreciéndole una taza de café y dándole un beso en la mejilla. Él esbozó una sonrisa leve —¿Dormiste bien?

El pelinegro asintió, dejó la taza en la mesa y recibió en sus piernas a la pequeña que venía a mostrarle un dibujo. Su madre le dio un beso a ella también pero en la frente.

  — ¡Papi, papi! —Agitó el dibujo en su pequeña manito.

Lo tomó y lo observó detenidamente.

  — Está muy lindo, ¿te ha ayudado mamá a hacerlo? 

  — ¡Yoongi! —Se quejó Sae Wa.

Yoongi sonrió, le dio un beso en la frente a la niña y la cargó. Caminó hasta Sae Wa y la abrazó.

  — Te había extrañado, Yoongi... Te he...

La imagen de Sae Wa se distorsionó como el agua calma cuando se le arroja una piedra. De repente una punzada en la sien, un golpe en su nuca para espabilarlo. 

  — Despierta, estamos llegando —Le dijo una voz familiar. 

Yoongi abrió los ojos lentamente, sentía el movimiento brusco de la van en donde iban. Todavía tenía las manos atadas y todo su cuerpo dolía. Pero desde hacía rato había dejado de prestar atención a su dolor, su mente simplemente había tenido una rotura, una caída en el sistema. 

Miró un poco por la ventana, era de noche y el paisaje fuera era muy oscuro tanto que no lograba reconocer nada. 

¿Qué importaba?

Podría estar siendo llevado por la muerte al vacío y a él no le importaría.

La van se detuvo.

  — Aquí, bájate—Dijo Min indicándole a sus hombres que movieran a Yoongi fuera del automóvil.

El frío de la noche le pegó en los huesos, el dolor seguía ahí pero ya no importaba. Reconoció entonces que estaban en una zona muy alejada de la ciudad, la nueva zona en construcción que había sido abandonada hacía unos meses.

El enorme puente que conectaba el camino con una nueva fábrica de metales.

Hacia abajo del puente, el vacío. Agua negra por doquier, una masa inmutable y silenciosa.

— Vamos, vamos. Está haciendo frío —Dijo Min

Los hombres llevaron al pelinegro hasta el borde del puente.

Eso era todo, aquí moriría.

Aunque a decir verdad lo había hecho junto a Sae Wa en Neon. Cuando la dejaron tendida en el suelo, Yoongi dejó su alma allí a su lado para luego desmayarse. 

Uno de los hombres sacó un cuchillo de su chaqueta, giró a Yoongi y cortó las ataduras de sus manos.

El alivio fue casi inmediato y en su blanca piel quedó la marca de las cuerdas que flagelaron sus muñecas. Yoongi las miró lentamente y luego clavó la vista en la nada que se extendía delante de él.

  — Yoongi —Llamó Min haciendo que el pelinegro se volteara.

Delante de él, la boquilla del arma que lo estaba apuntando directamente al rostro. Min bajó hasta posicionarla delante de su pecho.

¿Ahora sí iba a disparar?

Yoongi se quedó en silencio.

— Ahora que ya no tienes nada que perder, te doy dos opciones —Dijo Min pegando la boca del arma en el tórax del pelinegro —O mueres por mi mano o... Lo haces por ti mismo —Miró por encima del hombro de Yoongi.

El puente. El agua. Un sólo golpe y listo. 

Yoongi miró hacia el cielo sin estrellas y sin Luna. Soltó un largo suspiro y sus ojos se empañaron. 

¿Podría ahora estar con Sae Wa y su madre?

Clavó la mirada en Min pero en ella no había odio, no había nada. 

Tomó la boquilla del arma y la bajó lentamente, Min entendió y la guardó en su cinturón.

— Ya veo —Dijo el hombre, el aliento gélido se levantó en el aire.

Yoongi se dio mediavuelta, enfrentó el borde del puente.

Tantos sueños, tantas promesas no cumplidas... Tantas cosas que ahora se congelaban en el tiempo, que se quedarían allí aguardando el momento para materializarse.

Un momento que nunca llegaría porque tras la muerte, la nada.

Respiró profundo, no era fácil entregarse a la oscuridad pero no había otra opción. 

No era fácil.

— Sae Wa... —Murmuró por lo bajo.

— No me extrañes, mucho.

— ¿Cómo no extrañar al paraíso? 

La conversación se repetía en automático una y otra vez en su cabeza. Y como esa, todas las que había tenido con Sae Wa.

Y con el recuerdo de la chica a la que había amado como nadie, con su sonrisa fiel, con sus caricias, con su promesa de amor. Con todo eso y más, Yoongi se entregó.

A esa masa oscura cuyo silencio y tranquilidad se vieron disrrumpidas sólo por el cuerpo de Yoongi siendo abrazado por el agua fría.

Siendo besado por la oscuridad.  




y... ¡este sí es el final de neon, mis chiquis!

¡¡lean la nota siguiente!!

neon → min yoongiWhere stories live. Discover now