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El lugar que le era totalmente desconocido a Sae era el refugio de Yoongi, su casa. Pero no la casa donde vivía con su esposa ni la casa de los Min en la cuál vivió durante tantos años, no.

Se trataba de su refugio, una pequeña casa que había comprado tan pronto como hizo suficiente dinero con lo que ganaba a costa de trabajar para los Min. En esa época Yoongi todavía tenía la esperanza en su corazón de que su madre volviera alguna vez por él para darle una explicación y de que iba a encontrar a Yoonmi, es por eso que había comprado esa casa para que al tenerlas de vuelta pudieran vivir tranquilas y felices junto a él.

Pero eso no pasaría. Su madre no regresaría y ahora que Yoonmi no lo quería ni ver, su refugio era sólo de él pues nunca lo compartiría con ellas. Y ese refugio empezaba a sentirse aún más sólo y frío.

— ¿Está tu esposa en casa? —Preguntó Sae cuando se sentó en un pequeño sofá de la sala mientras miraba hacia todos lados temerosa de que la señora Min apareciera de la nada y se preguntara qué hacía una empleada allí a esas horas.

Yoongi sólo soltó una risa nasal y se dirigió a la cocina.

Sae estuvo un rato sentada en el sofá esperando a que el pelinegro apareciera en compañía de su esposa pero nada de eso pasó, al contrario, a los veinte minutos de estar allí en la sala se percató de que un aroma se escabullía desde la cocina.

— ¿Yoongi? —Sae se levantó y con mucha cautela caminó hacia donde provenía el olor. Vio como Yoongi estaba de espaldas en la cocina preparando alguna cosa que desde esa distancia no alcanzaba a ver ni con sus anteojos. 

— Puedes hablar con libertad, la señora Min no está —Dijo él sin voltear a verla —Y también puedes tomar lo que quieras del refrigerador si tienes sed o ir al baño —Siguió pasando unos huevos revueltos a una sartén.

Su mirada se detuvo por escasos segundos en la de Sae y ésta se petrificó.

Yoongi era arte, siempre que lo miraba desde cualquier ángulo parecía arte. 

— Estoy cocinando para ti, debes tener hambre —Dijo quitando su mirada para continuar con su labor de cocinero. 

Sae Wa estaba un poco confundida no sólo por todo lo que había pasado esa noche sino porque le parecía raro que siendo la señora Min tan elegante como se veía su casa fuera tan pequeña y modesta.

— ¿Por qué no está la señora Min? —Preguntó la chica y Yoongi empezaba a molestarse un poco.

Lo menos que quería era hablar de Min o de cualquier persona pero sabía que Sae Wa estaba confundida y que necesitaba explicaciones.

— Sae Wa, esta no es la casa donde vivo con la señora Min. Esta es mi casa —Hizo énfasis en la sílaba mi —Por eso eres libre de caminar y hablar con tranquilidad. 

— ¿Tu casa... —Sae Wa empezó a repasar con la mirada ahora los rincones del recinto.

Min Yoongi la había traído a su casa, no estaba soñando ¿cierto? Ni en el mejor de sus sueños esto hubiese pasado.

— Sí, es mi casa. De mi mamá, de mi hermana y mía —Dijo sirviendo un plato de comida en la mesa —Ahora ven a comer y quédate tranquila.

Sae estaba muriéndose del hambre y no dudó ni un sólo momento en probar la delicia que Yoongi le había preparado.

¿Le habría cocinado alguna vez a la señora Min? Se sintió un poco celosa por ello pero pensó en lo estúpida que era por sentirse así. 

neon → min yoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora