Errores En El Camino

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//Narra Kev//

Amanda no se había querido marchar de inmediato. Me tomó las manos y me pidió que no termináramos. Llorando me dijo que me amaba, y yo, conteniendo el dolor, le dije que para mí eso era pasado.

¿Cómo se le puede causar tanto daño a alguien a quien deseas proteger de todo lo que pueda hacerle mal? A Amanda le juré que la haría feliz… ¿qué clase de felicidad le puedo ofrecer? ¿Acaso sin poder caminar le puedo hacer un castillo?... Sólo uno de ilusiones, que se desmoronaría en el momento más inesperado. ¿Le puedo entregar algo más que amor?... Ella merece más. Merece a alguien que no represente una carga para ella. ¡Dios, era su novio, era mi deber el cuidarla!... Ahora no puedo protegerla. Soy más débil que ella. Soy un estorbo, un maldito estorbo que nadie está obligado a cuidar.

* Mejor te vas.- le pedí, otra vez poniendo todos mis esfuerzos en sonar fuerte… mentira, esos esfuerzos los ponían en tratar de no llorar.

* Kevin, te amo… te amo y no me importa si demoras en recuperarte… Estaré contigo y te apoyaré siempre…-

¿Por qué ella me hacía más difícil esto? ¿Por qué cada vez que decía que me amaba yo debía controlar mi corazón, que se enloquecía? ¿Por qué, Amanda, por qué te amo más que a mi vida? ¿Por qué si soy capaz de darlo todo por ti, no puedo dejarte ir? Te amo, sin embargo, es mejor que estemos separados. Ya verás que pronto aparecerá un príncipe azul en tu vida. El te cuidará, él te hará feliz… A él lo amarás, no a mí… No ames a quien no puede hacerte sonreír todos los días…

* Te pedí que te fueras.- repetí, haciéndome el fuerte y conteniendo este maldito dolor que me mataba por dentro.

No la quise mirar. Si lo hacía, era probable que no resistiera más.

* Pero…-

* ¿Tan tonta eres que no entiendes?- la interrumpí.

La oí sollozar. Amor mío, hago esto sólo para que me odies. No merezco que me ames. Te lo ruego, ódiame y dame razones para olvidarte. Dime que no te importo. Dime que no me quieres…Dime que no significo nada para ti.

* Te amo, Kev… Es lo único que entiendo…- mencionó antes de irse de la habitación.

La puerta quedó entreabierta. ¡Qué deseos de correr tras ella y tomarla entre mis brazos para decirle que la amo!.. Pero ya ni siquiera eso puedo hacer. Cerré los ojos y traté de dormir… ¿Será todo esto sólo un mal sueño?

//Narra Joe//

Me levanté del sofá y caminé hacia ella, temiendo lo peor. Si soportó estoicamente la pelea que dejó herido a Kev, pero luego terminó cayendo a un estado depresivo cuando ya no pudo más, ¿que sería de ella ahora? Mi madre era valiente, pero no indestructible… Su corazón también sufría, aunque ella quisiera ocultarlo por temor a parecer débil.

* Mamá, no…- balbuceé a lo tonto.

Realmente no sabía qué decir. Se supone que no me correspondía a mí darle las explicaciones, pues sólo soy su hijo. ¿Qué derecho tengo yo para contarle algo tan terrible? ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo?... Además, se enteró de la forma que yo menos

hubiera querido. Por culpa de los estúpidos periodistas que no piensan en cuánta gente están dañando.

Gracias a Dios papá bajaba las escaleras en ese momento lleno de dudas. Intentó abrazar a Mamá, pero ella lo evitó como pudo, como un animal indefenso que ve peligro en todas partes. Cuando yo llegué a su lado, me tomó de las manos y me pidió, como una súplica:

* Por favor, dime que Kev estará bien y que todo esto es una broma…-

Claro que quería decirle eso. Era lo que más deseaba, que toda nuestra absurda realidad fuera sólo una broma demasiado cruel que ya ha durado demasiado tiempo. ¿Podría alguien ayudarme a despertar de esta pesadilla? Sólo díganme que nada de esto es verdad. Si me lo dicen, les juro que sonreiré como antes…

* No es ninguna broma, Denisse.- confesó papá, antes que yo pudiera contestar.

La tomó entre sus brazos y esta vez ella no ofreció la menor resistencia. Sollozaba en su pecho como si fuera una niña; ver su rostro bañado en esas lágrimas que tanto dolor le causan me destrozó el corazón. Mi madre lloraba y yo sin poder ni siquiera dar un paso. Papá apoyó su cabeza en ella, y de sus ojos también escaparon lágrimas.

¿Por qué nadie me despierta? ¿Por qué no me dicen que es mentira? ¡Díganmelo, se los suplico! ¡Estoy sufriendo como alma condenada en el infierno! ¿Tan mal he actuado? ¿Qué daño causé, que tengo que ver a mis padres llorar y ni siquiera soy capaz de consolarlos?

Nick entró a la casa de pronto. Su rostro mostró preocupación cuando vio la conmovedora escena delante de él. Mamá casi ahogada en su llanto, murmurando palabras que se confundían entre los sollozos angustiados, y papá, tratando de disimular, le limpiaba la cara con las manos. Mi hermano se me acercó y me dio una sutil mirada antes de subir a su cuarto.

¡Es tu culpa, estúpido! ¡¿Por qué te vas?! ¡Huyes como un cobarde, dejando tristeza entre los que te quieren!... Hubiera gritado eso y más, pero no me atreví a dañar más a Mamá. Me comí la rabia, la contuve como pude, la llevé hasta los confines más ocultos que pude… Pero no había sitio donde esconderla. Ya había ocultado penas y frustraciones, miles de veces en las que quise echarme a llorar porque no encontraba consuelo. La rabia no tenía lugar… Sólo podía demostrarla, y desquitarme con el primero que encontrara.

Subí la escalera a zancadas. Abrí la puerta del cuarto de Nick y desahogué toda mi furia… Juro que en cada golpe que me propuse darle iba todo mi odio hacia el muy maldito.

Another Day in the ParadiseWhere stories live. Discover now