11. Noche de deseos

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Tres días después de ignorar su mensaje por fin logró responderle.

"Estoy libre, ¿deseas salir hoy?"

Luego de aquel agradable recorrido en donde disfrutaron de la compañía del otro por medio de miradas y canciones, el retorno se le hizo eterno. Esa vez ambos iban en el auto en silencio, escuchando las canciones que Matthew tenía en su playlist. Él cantaba por lo bajo las letras, lo escuchaba atenta, pendiente de cada uno de sus movimientos o parpadeos, pero negándose a entablar una conversación.

¿La razón? Aquel efecto extraño que tenían sus respuestas. Matthew no se guardaba nada, era como si deseara dejarle en claro sus pensamientos y la razón de sus acciones.

Por supuesto que había atracción, ese día hubo más que coqueteo, más que placer de su compañía. Lo admitía, quería un poco más de lo que ya había obtenido sin pedirlo, pero ¿cuál sería el resultado? Acababan de conocerse, era un chico agradable y no quería arruinar su relación.

Suspiró reconociendo la hora de envió del mensaje y no pudo evitar arrepentirse.

—Carajo, es muy temprano — el reloj marcaba las seis con veinte minutos de la mañana.

Reposó su espalda en su cama y llevando sus manos a su rostro volvió a suspirar ruidosamente, regañándose por el descuido de enviar un mensaje en una hora tan imprudente como aquella.

Los dos toques en la puerta trajeron sus pensamientos a tierra.

—Puedes pasar, Aiden, pero no correré contigo — su padre asomó el rostro mostrándose confundido.

—¿Qué haces despierta tan temprano?

—Oh, buenos días, Frank — sonrió al hombre quien aún se mostraba confundido por su repentino despertar a una hora que estaba lejos de lo ideal para ella — Había una alarma en mi celular, creo que Aiden la creó para que corriéramos juntos — mintió fingiendo tranquilidad.

—Tu hermano ya salió, ¿te quedarás despierta? — asintió con una sonrisa. No había podido conciliar el sueño desde hace tres horas — Está bien, nosotros prepararemos el desayuno, ¿deseas panqueques o quieres algo en especial?

—Panqueques acompañado de café y galletas de mantequilla estaría bien — su padre asintió con una sonrisa que no dudó en devolverle con un gesto angelical.

—Bien, te llamaré en cuanto todo esté listo.

Después de una buena ducha se acercó a la cocina en donde Morgan le tendió un plato con cinco galletas de mantequillas calientitas, una taza de café que desprendía un magnífico olor a canela y cuatro panqueques con un banano y mermelada de mora, justo como le gustaba.

—Disfrútalo, cariño.

—Gracias, Morgan — con una gran sonrisa le agradeció mientras ella salía de la cocina.

Degustó de su desayuno en completo silencio, atenta en devorarlo todo y no dejar nada de lo delicioso que estaba. Cuando terminó, lavó todo lo que se encontraba sucio y tomó asiento en la banca al identificar la notificación de un mensaje.

Era Gina dándole un informe sobre mamá Claudia como casi todos los días.

"No tuvo una buena noche, pero al menos está desayunando".

De inmediato su mente viajó al recuerdo en donde escuchaba a su padre hablar sobre la salud de su madre con el doctor.

"Ha sido una noche difícil, espero que hoy intente comer un poco".

|Deseos a la luna| BORRADORWhere stories live. Discover now