12. Grandes mentiras

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Oh, comenzaba a arrepentirse.

Ciertamente salir de compras con Morgan era divertido, pero odiaba su habilidad de caminar por horas sin requerir de un descanso o una gota de agua, ¿cómo podía hacerlo? No lo sabía. La mujer cautivada por todo lo que había a su alrededor no dejaba de sugerir ir a diferentes direcciones con distintos propósitos y ninguno de ellos sugería tomar un descanso.

No podía más.

Sus pies anhelaban un descanso, quería deber una gran botella de agua fría y desparecer la sensación pegajosa de su piel, también deseaba huir de la multitud que solo golpeaba su hombro bruscamente sin disculparse por no poder caminar de manera civilizada.

Suspiró acariciando su rostro sudado y un tanto rojo como lo descubrió al ver su reflejo en un espejo. Morgan se detuvo sin soltar la mano de Nicholas, otro increíble ser humando que era igual a su madre cuando se trataba de resistencia. A su lado, Aiden tomó su mano cuando descubrió lo cansaba que estaba como para detenerse y quedarse en un lugar desconocido, y le regalándole una sonrisa burlona, le prometió que la ayudaría.

—Mamá, creo que deberíamos tomar un descanso, ¿no crees? — su mirada chispeó en agradecimiento a su hermano quién sonreía.

—Sí, estoy de acuerdo — habló de inmediato, apoyando a su hermano con firmeza.

—¿Tan pronto? — se quejó el niño sin dejar de sostener la mano de su madre.

—¿Y si comemos un helado? — sugirió ganándose la atención de Nicholas quién sonriente soltó la mano de su madre para atrapar la suya y guiarla al lugar indicado, aquél que le había sugerido a su hermano en la lista de deseos — Oh, gracias a Dios.

Una vez dentro de la hermosa cafetería, sumergida en los brazos del aire acondicionado, debió una botella de agua entera bajo la mirada sorprendida de sus acompañantes. Morgan sonrió apenada cuando descubrió cuan cansada estaba.

—Lo siento, a veces no recuerdo que todos tienen mi resistencia — se disculpó con una pequeña sonrisa.

—Qué manera tan sutil de decirnos débiles — las palabras de su hermano hacia su madre le arrebataron una sonrisa.

—¿Comemos el helado y volvemos a casa? — sugirió Morgan y con una sonrisa le agradeció a la mujer que ubicó la gran copa de helado bañada en frutas y salsas frente a ella.

—¿Has comprado lo necesario? — preguntó con interés, no quería irse sin que hubiera terminado su búsqueda de accesorios para decorar aquella pared con fotografías de todos.

—Sí, tengo todo lo necesario, no te preocupes.

Sumergidos en la tranquilidad del Jazz instrumental que sonaba en el lugar, degustaron el helado mientras escuchaban atentos las ideas de Morgan para decorar la gran pared de color hueso. Con un dibujo en su celular la mujer presentó su idea: en el medio estaba la palabra "hogar", a sus alrededores había fotografías en marcos de todos, fotos de infancia, lugares que habían visitado en familia y una foto encima de la palabra que la tomó por sorpresa; en realidad, eran tres fotos, tres imágenes que le robaron una gran sonrisa nostálgica.

—¿Te gusta la idea? — preguntó ella con una pequeña sonrisa tímida — Si no te gusta, lo entiendo, podríamos pensar en otra cosa, tal vez tomar un lugar específico para sus fotografías... — dejó de escuchar sus sugerencias nerviosas y apresuradas.

Sonrió admirando la fotografía, su favorita, aquella que enmarcaron en la casa grande y que aún conservada en su antigua habitación.

"Mamá, papá y yo por siempre" esa era el título de la foto que aún colgaba en su habitación, en casa de Gina.

|Deseos a la luna| BORRADORWhere stories live. Discover now