The Tutor - Snarry5evr

01.- El Tutor

—Mi señor—Harry James Potter, Marqués de Potter levantó la vista del libro que había estado leyendo hacía el sirviente parado en la entrada de su suite. El sirviente se inclinó—Su señoría desea una palabra—.

Harry suspiró—Por supuesto que sí. Gracias, Milford—.

El criado se inclinó una vez más y se retiró cuando Harry sacó las piernas del brazo de la silla y se levantó, arrojando el libro sobre la silla abandonada. Debería haber sabido que esto venía. Había sido enviado una semana antes y Sirius había regresado a Londres ayer por la tarde. Deberían haber sabido mejor que tratar de enviar a alguien del temperamento de Harry a una simple escuela muggle, incluso si era una de las mejores que la comunidad no mágica tenía para ofrecer. Harry arrastró los pies por el pasillo alfombrado hacia las escaleras que llevaban a la planta baja y al estudio de su padrino.

—Está un poco nervioso, maestro Harry—.

Harry miró el retrato que había junto a la escalera y sonrió a la anciana. Un antepasado de su padrino que lo llevó a llamarlo Maestro Harry en lugar de Mi Señor cuando Harry se mudó a Grimmauld Place hace casi seis años. Le gustaba la anciana. —¿No suele estarlo él, cuando estoy involucrado, Madame Rosmerta? —.

Ella le guiñó un ojo al joven—Si no fueras tan cabronazo, querido muchacho, en realidad podrías ver un lado agradable del hombre—.

Harry rodó sus ojos, como si eso alguna vez sucediera—¿Sir Lupin al menos está con él? —.

Ella asintió—Sí. Lo tienes a tu favor—.

Harry suspiró de alivio. El amigo más antiguo de su padrino, al menos, tenía un efecto calmante sobre el temperamento del hombre. Harry levantó su mano—Entonces andando y adelante*, o algo así—.

El retrato se rió entre dientes mientras giraba hacia las escaleras. Descendió lentamente, esperando poder escuchar lo que los dos hombres estaban diciendo, para tener una idea de lo que podría estar pasando.

—Maldita sea, Remus. ¿Tiene que ser él? —Harry escuchó la amargura en la voz de su padrino.

Harry escuchó una respuesta amortiguada de Sir Lupin y se adelantó para escuchar sus palabras—... lo mejor que hay. No puedes negar eso, independientemente de cuánto desprecies a ese hombre, y él podría ser la única persona que pueda controlar a Harry—.

Harry bufó en silencio. Como si alguien pudiera controlarlo. Sirius parecía tener sus propias dudas también—Culpo a los Dursley. El abuso que sufrió a manos de esos muggles ha hecho que Harry sea rebelde a cualquier autoridad—.

Cansado de escuchar a sus "tíos" discutir sobre él, Harry bajó las escaleras y tocó la puerta que estaba abierta en su mayoría. Los dos hombres se volvieron cuando entró. Lo primero que Harry notó fue la expresión de cansancio en los ojos verdes de Sir Lupin y el rostro dibujado que hacía que sus cicatrices se destacaran de un blanco intenso. Harry tardó un momento en darse cuenta de que solo habían pasado dos días desde la última luna llena, el hombre lobo aún estaría recuperándose de su cambio. Por el contrario, los audaces ojos grises y los gruesos rizos negros de su padrino le daban un aire de severa elegancia y autoridad innegable. Harry todavía recordaba cuando su padrino había aparecido en la puerta del Dursley para reclamar al niño asustado de diez años. Sirius había estado harapiento, mal alimentado y atormentado por su tiempo como prisionero de los azkibans, una despiadada tribu estadounidense que lo había capturado en su viaje de regreso a casa después de la muerte de los padres de Harry. Harry no recordaba a sus padres, ya que habían sido asesinados en un accidente de carruaje cuando apenas tenía un año, atacados por un amigo que alguna vez fue de confianza. Envuelto en los brazos de su madre cuando la maldición había golpeado el carruaje, Harry había sobrevivido con solo una pequeña cicatriz con forma de relámpago en la frente. Oh sí, y sin padres. Un explorador, lo suficientemente lejos como para estar a salvo de la maldición y el mago rebelde, había visto y sacado a Harry de los restos del accidente.