CAPITULO 37

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Canción: Guys my age - hey violet

El despertar y no encontrar a Bruno por la casa o a mi lado ya es parte de la rutina, según las empleadas todos han salido en horas de la mañana incluyendo a Dimitri, por lo cual me encuentro sola en la mansión.

- Señorita ¿Que desea desayunar? - me pregunta una de las empleadas.

- Estoy bien, gracias – la verdad no deseo desayunar porque no tengo hambre los nervios los tengo de punta y solo puedo pensar en cómo saldrán las cosas.

- El señor fue claro en que nos ocupáramos de usted.

- Gracias pero no tengo apetito.

- Está bien, si desea algo solo avíseme – dice desapareciendo en la cocina.

Aunque Bruno haya dicho que solo iba era como coartada a reunirse con unos accionistas de la empresa algo me dice que se encargara de sus negocios acá en Seattle también, las palabras de Laurent que me había dicho aquella vez en el hospital ahora vienen a mi cabeza.

¿Piensas que es el único enemigo que tiene? y es la verdad, muchos hombres quieren su puesto, y ni siquiera yo los conozco, sé que probablemente no los mencione para que no me asuste más de lo que siempre estoy, sin embrago pase lo que pase no tomaré la decisión de  dejarlo, en estos momentos es cuando más extraño la presencia de mi madre.

Ella y mi padre era un matrimonio sólido y feliz, no importaba si vivíamos en aquella pequeña casa, ellos eran felices con su amor, no sé cómo será mi rol de esposa, tampoco sé a qué cosas nuevas a las de su mundo debo adaptarme, debo estar preparada para lo peor.

El día trascurre más lento de lo normal, ni siquiera he tenido ánimos de almorzar, porque ni Bruno ni Dimitri se han comunicado he intentado marcar sus números y están apagados. Todos tienen esa horrible costumbre y la desesperación se apodera de mí.

Cálmate Camila, relájate. Todo saldrá bien. Es el único consuelo que puedo darme a mí misma.

- ¿Desea cenar? – vuelve y me pregunta por octava vez una de las chicas de la mansión.

Niego con la cabeza.

- ¿Porque no cena?

Okay suficiente tengo con las presiones de Bruno y ahora todos acá me piden que haga lo que digan como si manejaran mi vida.

- Cenaría si tuviera hambre.

- De acuerdo señorita.

Salgo de la mansión hasta el jardín principal para poder esperarlo, me quedo allí como siempre lo hago en algunas ocasiones,como lo hacía en New York, empieza a llover torrencialmente y el frío se hace presente, pero ni siquiera me importa estar allí en sentada en una de las bancas a esperar noticias.

- ¿Señorita que hace aquí? Se resfriara – me dice uno de los hombres de Bruno.

- Entrare en un momento.

El hombre se retira y duro algunos minutos más, hasta que por fin entro de nuevo a la mansión, mi ropa esta empapada, así que me cambio y me meto a la cama abrigándome muy bien con la cobija, hasta que caigo dormida.

- Camila – su voz hace que reaccione y gire mi vista hacia él.

- Volviste - digo abrazándolo.

- Estas hirviendo en fiebre.

- ¿Qué? – ni siquiera era consciente de ello.

- ¿Qué demonios te sucede? ¿Quieres contraer hipotermia? Las empeladas me dijeron que no comiste nada en todo el día.

Pasión Italiana (Ya en Físico)Where stories live. Discover now