CATORCE

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A lo largo de los años para mi las personas eran completamente comunes, todos guiados por una sola corriente y ninguno se atrevía a desviarse del camino, seguir sus propias huellas para que al final encuentre lo que tanto había estado buscando. No pretendo culparlos, después de todo, la vida nos obliga estrictamente a avanzar al mismo ritmo que a los demás. De hecho, yo también me vi resignado a continuar haciendo lo mismo de siempre; recordar que mi existencia está rotundamente fuera del contexto de este mundo tan extraño.

Me e visto ajeno a muchas cosas, sobre todo a la esperanza de ser feliz con lo que e logrado ¿Pero exactamente que e logrado? Creí que con los cuadros que vine haciendo durante el pasar de los años era más que suficiente, odio reconocerlo, hasta me ofrecieron una buena cantidad de dinero por usurpar los derechos de autor, no obstante la imaginación no es algo que se obtiene sacando la billetera. En serio creí que plasmando en la pintura ese sentimiento que se retuerce en mi corazón daría a conocer ese grito de ayuda por escapar de las sombras de mi torcido pasado. Que equivocado estuve, al final no conseguí nada más que conformarme a ser una estrella sin lugar en el firmamento.

Los consejos de Kai no eran suficientes, a menudo me reiteraba, una, diez, cien hasta mil veces que siendo ya una persona adulta debo aprender a superar los hechos pasados, que de nada sirve recordar si eso no hace más que desperdiciar el presente y atrasar el futuro. A diferencia de mi, él llevaba una vida alocada e irresponsable siempre yéndose de club en club en busca de una mujer con quien compartir unos tragos de fin de semana, despilfarrando el dinero que recibía de su empresa en productos innecesarios o simplemente era de esos tipos que apostaba en el billar. Le gustaba mucho las apuestas en ese entonces hasta que hubo un día en donde casi lo pierde todo. Tan desesperado por recuperar ese dinero que a escondidas de los demás había cogido, que quiso optar por el suicidio. Sin embargo, lo único que hubiera logrado es pasar su problema a alguien más.

Olvidé como había encontrado la solución que lo libró de aquella crisis y para no volver a pasar por lo mismo decidió cambiar de atmósfera tomando un vuelo a Francia sin pensarlo dos veces una vez que se le presentó ser representante de un artista guachafo, problemático y antisocialista que era yo. Mi primera impresión no fue exactamente aprobatoria, lo primero que se me vino en mente es que con tipos como él lo más probable es que yo termine yendo a la cárcel por realizar tendencias estúpidas que la mayoría de los estadounidenses se someten. Su forma de vestir era un total enredo, la ropa siempre debía encajar estúpidamente según el contexto. Jamás salía de su departamento sin asegurarse de estar bien perfumado y lo más resaltante; su cabello era sin lugar a duda un dilema que no tendrá final. Hablaba demasiado, de cualquier cosa que hasta quería meterle una manzana en la boca como hacen en las caricaturas.

En mi vida nunca había conocido a una persona que piensa que la apariencia física es importante también, en aquel entonces sólo pensé que este tipo suma a la lista de metrosexuales.

Me equivoqué nuevamente, después de un tiempo conviviendo con aquel sujeto extrovertido me percaté de un cambio que en realidad logró sorprenderme, recuerdo que ese día había entrado en mi habitual crisis emocional, Kai siempre venia ya sea para contarme sus largas anécdotas sobre sus tiempos en New Orleands, las exposiciones entrantes o simplemente pasar el rato. Me hallaba sentado en el suelo colocándome ambas manos sobre la cabeza, había destrozado mis herramientas de trabajo y mi soporte para cuadros, todo por el mismo berrinche; no tenía ni la menor idea de que hacer, ocurría lo mismo, ya no percibía los colores una vez que intentaba pintar por alguna razón mi mente era un disco rayado que repetía los recuerdos que me esforzaba por olvidar. Bastó una sola oración para que, de alguna forma mi concepto de la vida, el mundo y las personas cambiase de una u otra forma. Eso creí.

Si no te gusta algo cambialo, si no puedes cambiarlo, cambia tu actitud.

Aquello quizá no causó al cien por ciento ese cambio que había estado esperando, sin embargo agradezco esa intención que tuvo al querer ayudarme. No dije nada ante lo dicho, lo único que hice fue levantarme del suelo y recoger mis cosas sin darme cuenta de la diminuta sonrisa que se me dibujo en el rostro. Kai de todos modos fue la primera persona que no huyó cuando saque las garras en el intento de espantarlo. Estaba convencido de que no necesitaba a nadie conmigo después de lo que me pasó años atrás, me había convencido de que a nadie le importo y que la gente sólo se acerca a uno para lastimar fingiendo quererte primero.

Castillo de Nubes |Bruises| (Ninjago) [Finalizado]Where stories live. Discover now