Epílogo

298 45 36
                                    

Cuatro años más.

Allí estaba él, en frente de aquella gruesa y fría lápida, el nombre gravado en aquel bloque de cemento, las flores blancas que yacían encima del césped, el cielo completamente vacío le dio una profunda tristeza. Los vientos removiendo con cierta fuerza las hojas de los árboles, quienes ya tenían la madera vieja parecían querer desplomarse en cualquier momento. Y ahí supo que los años avanzaron dejando sus rastros en el camino, no solo en la gente.

Su vida dio un giro inesperado desde aquel día donde creyó haberlo perdido todo después de la muerte de Jay, pues el motivo de sus sonrisas se había ido a repartir la felicidad, a quien sabe donde.

Supo entonces, luego de dos años, que de nada servía llorar por algo que es imposible recuperar. Tan solo se debe avivar el recuerdo por siempre para tener presente al ser que nos dejó.

Teniendo ya su mente rehabilitada, tomó la decisión de retirarse de los medios, dejar su profesión. Sabía que continuar con algo que ya no tiene donde parar sería una pérdida de tiempo y que ya nada volvería a ser lo mismo. El museo le rindió un homenaje a sus años de servicio, por intrigar al público con sus extrañas obras, obviamente Kai respetó su decisión y comenzó a centrarse más en las empresas que estaban bajo su cargo, ahora podría pasar más tiempo con su familia eso era bueno.

Cole en cambio, durante ese tiempo donde estuvo más que hundido en la pena, recibió ayuda de sus amigos sobre todo de quien se convirtió tres años más tarde en su esposa con quien está actualmente. La mujer que le enseñó que en el mundo siempre habrá un motivo para estar feliz, no importa si estás en medio del abismo, quien también curó las heridas que le dejó cierto castaño con su partida y que volver a amar es un paso más a la superación. La chica de la cafetería, quien acabo confesando ese amor que vino ocultando en ese tiempo cuando sus sentimientos eran hacia Jay. La de ojos tiernos y sonrisa de niña.

Amelie.

Sonrió para si mismo, estaba más que conforme por lo que había logrado a lo largo de estos diez años. Una esposa que lo amaba y respetaba la idea de que visitase a Jay cada año en el cementerio, después de todo ella también era su amiga quien lo acompañó en esos momentos duros. Fruto de su relación tuvieron dos hijos a los que ama más que a su vida, por fin volvió a sentir lo que es tener una familia unida. Una sensación que hace mucho no había experimentado y olvidó como se describe esa felicidad.

— Supongo que ahora puedo decir que soy feliz — Habló, observando aquella lápida como si Jay estuviese ahí parado escuchándolo — Me hubiese gustado que formases parte de ella.

Sonrió tristemente, se acercó, e inclinó para dejar encima un ramo de flores blancas que se movían ligeramente por el viento el cual parecía haber cesado.

Suspiró.

— Hice lo que tu hubieses querido que haga, lo siento si lo tome en cuenta después de que te fueras ¿Estás resentido por ello verdad? — Su corazón en cambio, le decía que eso no era cierto que era todo lo contrario que Jay en si debe de estar feliz por que al menos su final fue distinto — Kai y Lloyd están bien y también te extrañan, sus hijos ahora son adolescentes problemáticos, Kai casi se desmaya porque su hija trajo un novio a casa — Suspiró divertido — Apuesto a que la escena te habría hecho matar de la risa, Kai persiguió al pobre muchacho por toda la casa y Lloyd, bueno, lo regañó.

Ese día fue un caos, recuerda que él y su familia habían sido invitados a cenar en casa del matrimonio Smith, vaya sorpresa cuando la hija de ambos se mostró muy nerviosa con un chico que, por poco y quiso salir volando por la ventana. En resumen, Kai hizo sus pataletas diciendo que no lo aprueba de que su hija era apenas una niña, pero era obvio que no veía a una chica de ya casi dieciséis años.

Castillo de Nubes |Bruises| (Ninjago) [Finalizado]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora