II

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Han pasado alrededor de dos días desde lo sucedido y la joven Kunoichi aún no despertaba. Los tres han estado alojándose en una casa en mal estado que está en el interior de uno de los más peligrosos y oscuros bosques de Kirigakure, resguardándose mientras que pensaban en lo que harían, si volver a la guarida con los que quedan de Akatsuki o quedarse por su cuenta, después de todo, todos deben de creer que Itachi había muerto.

Hoshigaki ha estado vigilando desde entonces e Itachi no ha salido de una de las habitaciones desde el día siguiente de su llegada, y ninguno de los dos ha ido a ver siquiera en el estado que podría estar la peli rosa, al fin y al cabo, no tenían ninguna relación cercana para tener que preocuparse por ella.

Cayó la noche del tercer día y la chica comenzaba a despertar, sintiéndose algo incómoda y con frío al momento de volver a la realidad, pensando en que si en realidad podría ser la posibilidad de haber muerto, pero no. Estaba viva.

Se sentó en la cama en la cual se encontraba y miró a su alrededor; era una habitación común y corriente, aunque estaba muy sucia y con telas de arañas en los rincones del techo, como si nadie hubiese habitado aquel dormitorio en años. Se levantó, aunque apenas y se colocó de pie se fue directo al suelo, se encontraba débil y sus energías no han vuelto por completo.

La puerta se abrió.

— Vaya, al fin despertaste.— Ella dirigió su mirada en dirección a la entrada del dormitorio y bajo el marco de la puerta se encontraba una persona que pareciera más ser un mestizo de algún monstruo marino. Pero ella lo conocía perfectamente, se trataba de aquel hombre que siempre acompañaba a todos lados a la persona que trajo a la vida.

— ¿Cuánto estuve dormida? — Preguntó con algo de desconfianza, levantándose con algo de dificultad del suelo y yendo a sentarse nuevamente a la cama. 

— Ésta es la tercera noche. — Contestó sin más. Ella no se sorprendió, debido a que se imaginaba que algo así podría pasar por haber usado gran parte de su chakra.— Si tienes hambre, abajo en la cocina dejé algunas cosas que me conseguí, puedes sacar lo que quieras. 

— Sí... — Y sin nada más, él se dio la media vuelta y se retiró de la habitación, yendo en dirección a las escaleras y bajar para continuar vigilando.

Era verdad que tenía hambre, pero tampoco podía sacarse de la cabeza el cómo podría estar el mayor de los Uchihas, dando por hecho que estaba vivo, es decir, no por nada habría cruzado palabras con el otro tipo sin que él se abalanzara a matarla.

Nuevamente se puso de pie, ésta vez colocando algo de chakra en sus piernas y plantas de los pies para no caer, facilitándole el poder caminar con normalidad. Salió de la habitación, recorriendo un largo pasillo de otras habitaciones hasta llegar a las escaleras y bajar por ellas hasta la primera planta.

La casa estaba totalmente maltratada, había suciedad por donde sea que uno mirara y los muebles rotos, «¿Hace cuánto fue la última vez que una persona pisó ésta casucha?»

Llegó hasta donde pensó que era la cocina, la cual estaba en un estado más o menos decente. Encima de una mesa habían algunas frutas y verduras, creyendo que aquello que le dijo el Akatsuki, era lo que estaba viendo en esos momentos. Así que sin más caminó hasta los suministros y tomó una manzana la cual examinó y al ver que no tenía nada extraño, la mascó. Para cuando se dio cuenta, ya se había comido tres manzanas, unas bayas y ahora mismo tenía un tómate en su mano derecha. El hambre fue inevitable y además, necesitaba recuperar energias, su cuerpo solo exigió lo que necesitaba.

— ¿Saciaste tu hambre? —La sangre se le fue a la cabeza al escuchar aquella pregunta, avergonzada de que la hayan visto comer de esa manera. Miró a la entrada de la cocina y se encontró con los ojos del pelinegro, pero en éstos se encontraban el sharingan. Esta de inmediato se preocupó.

—No debes usar el sharingan, si lo haces sin dejar tus ojos descansar, quedarás ciego de manera permanente. —No recibió respuesta alguna de él, simplemente una mirada de indiferencia. Él tenía tantas preguntas, pero era algo increíble que fuese aquella mujer, la persona que lo trajo a la vida. No se sentía bien obedecer a una persona como ella, pero en esos momentos era esa mujer quien debía tratar su vista para no quedar como ella dijo: Ciego. Desactivó el sharingan, mostrándole a ella sus ojos color negro intenso.

—¿Por qué lo hiciste? —Fue lo único que preguntó. La verdad, era lo más imporante en saber en esos momentos. Ella bajó su mirada al tómate que tenía entre sus manos, jugando con éste entre éstas sin muchas ganas de responder su duda. — No planeo repetir las cosas dos veces.

—Estuve presente en la batalla que tuviste con Sasuke-kun. —Alcanzó a decir, irritando un poco al pelinegro.

—Eso es obvio. No es lo que quiero saber. —Le dijo con dureza, yendo a sentarse en una de las sillas que habían en la cocina, justo enfrente de ella. — ¿Con qué objetivo revives a un asesino como yo? ¿Sabes bien que podría matarte ahora mismo?

—Escuché tu confesión... —Murmuró, aunque para él no fue más que un balbuceo. Ya iba a reclamarle, pero ella continuó hablando al ver su expresión de molestia. — No tenías por qué morir. Tu hermano te necesita, no sabes por todo lo que ha tenido que pasar y a causa de ello, se ha convertido en un traidor a la aldea. —Hizo una pausa al ver la sorpresa en el rostro de él. Sabía sobre que él se había convertido en traidor, pero lo que le sorprende es que ella se preocupe a tal punto de tener la opción de a traer a un asesino al mundo una vez más. — Eres el único que puede hacerle entrar en razón para que vuelva a la aldea.

—¿Estás consciente que él apenas me vea volverá a matarme? —Le cuestionó, tomándola por sorpresa.

—¿Por qué haría eso? Él ya sabe la verdad.

—Que todo haya sido una farsa no quita el hecho que yo le haya arrebatado todo. —Respondió a secas. — Hasta yo estoy consciente de que debería estar muerto, no merezco una segunda oportunidad. Tengo la sangre de mi clan, de mis padres en mis manos. Estoy manchado.

— ... Entonces... ¿Todo mi esfuerzo fue para nada? —Ella no podía creerlo, sus ojos se cristalizaron. Debía de haber una forma de poder traer a Sasuke de vuelta a la villa, pero se le agotaban las opciones. Y ésta había sido la más razonable. Se había equivocado. — Debo... Debo regresar a la aldea.

—¿Irte? —Aquella duda la sacó de sus pensamientos y le miró. En su rostro no había expresión alguna. — ¿Crees que te dejaré ir con vida?

—¿Q... Qué? —Su rostro empalideció y una gota de sudor cayó por su mejilla al pensar que este podría ser su final. Él se levantó de su asiento y caminó hasta donde se encontraba ella. Una vez quedaron frente a frente, él la tomó del mentón e hizo que le viese a los ojos.

—Tienes dos opciones. —Propuso, teniendo toda la atención de la oji jade para él. — O mueres, o te quedas con nosotros.

—¿Con... Ustedes? —Ella no captaba el por qué él quería que se quedara con ellos. Pero al verle directamente a los ojos, lo entendió. Él la quería solamente para tratar su ceguera. — Si te curo totalmente de quedar ciego... ¿Me dejaras ir?

—No, asi que te recomiendo a que te adaptes rápido. —No tenía nada más que hablar con ella, por lo que finalmente la soltó y se dió la media vuelta para irse. Aunque apenas y llegó a la puerta de la cocina, se detuvo. — ¿Qué relación tenías con mi hermano? —Aquella pregunta la tomó por sorpresa, provocando un ligero dolor en su pecho. Dolida, miró en dirección al suelo. — Tú misma dijiste que traicionó a la aldea y yo sé de qué maneras. Aún después de eso, ¿Por qué te esfuerzas para llevarlo de vuelta?

—Le quiero. —Confesó de manera directa. Aquello ya no era un secreto. Él no respondió a nada más, solamente se quedó unos segundos más para luego retomar su camino y volver a su dormitorio.

Una lágrima tras otra. Hace mucho que una persona no le recordaba ésto y que lo hicieran aún después de todo lo que pasó, le dolía.

—Sa... Sasuke-kun idiota... —Le nombró entre sollozos, tratando de limpiar su rostro pero aún así las lágrimas no cesaban.— Mira hasta donde llegué por querer traerte de vuelta... ¿¡Por qué no te das cuenta!?—Tomó firmemente el tómate con su mano derecha y lo lanzó con fuerza, estrellándolo contra una de las paredes, dejándola más sucia de lo que estaba, aunque claramente en momentos como esos... No le interesaba.— Acaso... ¿Jamás seré lo suficientemente buena para ti?...  ¿Siempre... Seré una molestia en tu camino?...

✘Bajo tus reglas✘ ItaSakuDove le storie prendono vita. Scoprilo ora