36. Entendernos

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Oh ¿Qué hago? Es fin de semana. Miro el reloj de la pared de mi casa, mientras estoy sentada en el sillón del living, esperando el timbre. Byron puede llegar en cualquier momento y me carcomen los nervios ¿Por qué estoy tan ansiosa? Es como una extraña sensación, voy a salir con él ¡Es algo emocionante! Me inquieta un poco en lo que piensa, hay veces que no lo entiendo.

Sinceramente nunca comprendo a nadie, pero me da más curiosidad saber sobre él que de otra persona, si tan solo lo entendiera, sería aún más feliz.

Me sobresalto cuando suena el timbre.

—¡Yo voy! —grito.

—No olvides volver —me reprende mi tía por aquella vez que me fui a esa fiesta, la cual no recuerdo aún, cómo termine en la casa de Byron.

—¡Sí! —Abro y salgo directo, cerrando rápido la puerta, para no seguirle la conversación —Ho... hola —digo apenas me giro y mis mejillas arden, ya que me encuentro en frente del rostro de quién esperaba.

Byron sonríe.

—¿Apurada?

Está tan cerca de mí, por salir tan apresurada, que hasta casi no me doy cuenta que es mi culpa. Estoy paralizada, pude haberme chocado con él, de tanto correr, es algo vergonzoso. Bajo la vista.

—Sí... sí —Reacciono —¡Digo, no! Quiero decir...

Se ríe y me detengo de decir alguna otra cosa.

—De acuerdo —Me regala una sonrisa y quedo atontada —la próxima haré otra pregunta menos vergonzosa —Me agarra la mano y comenzamos a caminar.

Mi corazón se acelera rápidamente.

Rato después llegamos a una tienda y nos sentamos en unas sillas a comer unos caramelos que compra Byron.

—¿Esto es una cita? —pregunto curiosa —Mi tía me explico que es una, pero yo le aclaré que no, solo para contradecirla —digo un poco para mí misma.

—Abril, la rebelde —Se ríe y luego me responde —. Llámalo como quieras.

—Bueno —Bajo la vista y observo mi calzado, mientras me pongo tímida —. Di... dijiste que aprendería cosas de adultos ¿Qué quisiste decir con eso? —Alzo la vista y me encuentro con su rostro a centímetros del mío.

—Solo bromeaba —Se aleja y se come un caramelo de la bolsa que tengo en las manos —no quería quedarme en casa haciendo nada, es solitario.

—Puedo entender ese sentimiento —opino.

Se forma un silencio, pero no es incómodo, es sereno y no es molesto, más bien es bonito. Es una emoción mutua, buena entre ambos. Ya que de alguna forma, al menos un poco, creo que nos entendimos.

Inocencia AisladaOn viuen les histories. Descobreix ara